Por Juan Carlos Fontana
La situación es
inmersiva, el natatorio aglutina, se convierte en lugar de confesiones,
asociaciones y referencias. Desnuda y sensibiliza emocionalmente a quienes observan:
la empatía y la identificación hacia estos personajes puede ser absoluta. El/la
que mira sin duda encuentra similitudes, es arrebatado/a por recuerdos que acuden
espontáneamente a la memoria. Porque todos sufrimos pérdidas. Todos tenemos episodios
afectivos. Todos pasamos por el trance de querer conquistar a alguien y no
saber si vamos a ser correspondidos. Pero allí estamos, jugándonos nuestros
sentimientos más íntimos, mientras en una panza, como en la pileta, los
líquidos burbujean entre las vísceras; en primer lugar, el corazón.
La obra de teatro
tiene el sabor, el regusto de una biopic ficcional. Lo concreto
es que hace referencia a un padre que, después de perder a su mujer en el
parto, tuvo que aprender, con la ayuda de su hermana, a criar a su hija.
El hombre, Pablo, llegó a pensar que no iba a poder ni darle de comer ni
cocinarle a Lola, la nena a quien, en el presente de la pieza, le están por
festejar sus cuatro años.
Brazada, brazada,
respiro, se repite Pablo; su hermana Luciana le elogia sus nuevos músculos
y le confía que una amiga le preguntó por él. ¿Querés llamarla?, le pregunta.
Estás loca, le responde él. Pero en ese mismo natatorio hay otra mujer sola,
como Pablo, que lleva a su hijo a nadar. Es Alejandra, de hablar y observar
mucho, que tiene un hijo, Tobi. Así es que Pablo y Alejandra un día se conocen.
Pablo, junto a su niña Lola, acerca a Alejandra y a Tobi hasta su casa.
Acaso un renacer se asoma para esos dos solitarios. A ambos, el agua
pareciera haberles agudizado sus percepciones, conduciéndolos a estados más sutiles de la
conciencia, en los que lo impensado se vuelve posible.
El agua, las
zambullidas, el nadar debajo, el sacar la cabeza a la superficie. El cuerpo,
los cuerpos mojados, las sonrisas, las miradas mientras las gotitas corren por la cara de los
intérpretes, arrebatando la atención, la concentración de los espectadores.
Juan Gil Navarro, Ariadna Asturzzi, Maricel Santin y Carolina Vilar con sus excelentes interpretaciones encarnan esta historia, le otorgan el volumen necesario para que se convierta en una caja de sorpresas de la que parecen salir como destellos de luz, un mar de sentimientos, entre risas y lágrimas que te salpican y superan toda indiferencia. Artífices inteligentemente sensibles de estos logros son Fernanda Ribeiz y Luciano Cáceres, directora y director a los que vale decirles: ¡Gracias!
A continuación, fragmento inicial del acto 1 de Subacuática:
MARIELA:
Buceo.
Voy tan profundo que mi panza roza el piso de la pileta.
No necesito salir a respirar. Tampoco grito. Mi
boca solamente burbujea.
Buceo y me alejo.
¿Dónde está? ¿Quién la tiene? Se me escapa ese
olor. Se me escapa la piel
que apenas llegué a sentir.
Algo me lastima el vientre. Algo se me clavó.
Una venecita negra. La arranco y
sigo, dejando un sendero rojo.
Pero sigo. ¿Quién la tiene? ¿Dónde está?
Ya puedo escuchar lo que pasa afuera.
Soy una rana, una mamá rana que deja sus
huevos. Me duelen los dedos, pero
sigo. Venecitas blancas, venecitas negras. Rana
sucia de vagina sangrante y
uñas rotas.
Arranco el último cuadradito de venecitas con
los dientes y lo mastico.
Siento los fragmentos intentando pasar torpes
entre los tubos de mi garganta.
Entonces me atraganto y toso.
Toso, subacuática y burbujeante.
Los pedazos de azulejo me cortan los tubos.
Rana libre, al fin.
El piso de la pileta se abre y me meto. ¿Dónde
estás, chiquita?
Mis tetas duras chocan contra los bordes del
cráter y despiertan a ese mar de
leche contenida, delicadamente envasada durante
nueve meses.
Atravieso el cráter y me hundo más.
Y más.
Buceo.
Me entrego.
Subacuática.
Subacuática. Edición de videos: Florencia Puppo. Música original:
Jackson Souvenirs. Diseño de iluminación: Ricardo Sica. Ilustraciones: Rocío
Casal. Fotos: J.J. Hanss.
Sala: Centro Cultural y Deportivo Suterh, Venezuela 330. Funciones:
Sábados, a las 20.30.
Entradas: https://www.alternativateatral.com/obra92120-subacuatica
70 minutos