Hace una década, se ofreció en Lille, Francia, una muestra destinada a
activar neurotransmisores tan favorables a los seres humanos como la
serotonina, la dopamina, las endorfinas de los visitantes, titulada
precisamente La Joie de vivre. Esta
exposición proponía una selección de obras gozosas que iban desde creaciones de
la Antigüedad hasta representaciones del arte contemporáneo.
Por si hace falta
aclararlo, aunque la expresión es muy conocida y no tendría una traducción
exacta, la joie de vivre no es exactamente ni la alegría ni la
felicidad motivadas sino la capacidad de disfrutar el simple hecho de
estar en el mundo, de apreciar a pleno los momentos gratos, grandes o pequeños,
que generamos o que se nos brindan. Palabras más, palabras menos, así lo
apuntó el curador Bruno Girveau en el correspondiente catálogo, respecto a las
obras elegidas por su forma poética de atrapar con belleza situaciones de dicha
y bienestar. Es decir, el
deleite aquí y ahora, en diversas épocas. Un disfrute más ligado al ser que al
tener.
Según las reseñas,
esta muestra logró reflejar cómo, a lo largo de tanto tiempo en Occidente,
el arte celebró el sol, el juego, el amor, la amistad, la familia, el cuerpo,
la risa por medio de la pintura, la escultura, el cine, la instalación, la
fotografía. Un centenar de obras divididas en seis secciones brindaban un
panorama luminoso de los placeres de la vida. Desde las fiestas populares de
Brueghel hasta el amanecer de Roy Lichtenstein, el arte de vivir gustosamente
valorando la mitad llena de la botella (de buen vino, en lo posible). Ese
arte de divertirse en el mejor sentido del verbo que inspiró a Franz Hals,
Boucher, el Veronese, Chardin, Fragonard, Rodin, Renoir, Picasso (que figura
briosamente en el afiche con las dos muchachas corriendo a todo correr por la
playa, una teta suelta por aquí, otra por allá).
Y casi presidiendo la
exhibición, nada más entrar al Palacio de Bellas Artes de Lille, ahí estaba
pavoneándose con todo derecho la magnífica Naná Amarilla de Niki de
Saint-Phalle, rebosante de energía y vitalidad, en restallantes colores
primarios. Una bonne vivante, tan libre como hedonista.
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Anna Duncan danzando, 1915 |
,%20Nana%20jaune,%201995.png) |
Niki de Saint Phalle (1930-2002), Nana jaune, 1995
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Suzanne Valadon, La joie de vivre, 1911 |
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Anónimo, Cabeza de ángel, Saint-Louis de Poissy, siglo XIII |
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Anónimo, L'Amour et Deux Couples, París, siglo XVI |
,%20Soir%20de%20septembre,%201911.png) |
Maurice Denis (1870-1943), Soir de septembre, 1911 |
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Victor Prouvé, La joie de vivre, 1904 |
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Victor Prouvé, La joie de vivre, 1904 |
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Entrada a la exposición |