Popurrí Vol. 18: A llorar a la ópera con "El cuento de la criada"
Por Guadalupe Treibel
Crédito Cory Weaver. San Francisco Opera
Con el corazón en un puño: así está saliendo el público, sean varones o mujeres, de la Ópera de San Francisco en estos días tras ver El cuento de la criada en su versión operística; una representación fiel aunque innovadora de la famosa novela de Margaret Atwood que, acorde a la opinión unánime de la prensa estadounidense, es tan maravillosa como implacablemente sombría. Con dirección escénica de John Fulljames, esta ópera no es para los débiles de corazón, advierte la crítica, y coincide en que la mezzosoprano Irene Roberts se sale de la vaina con su interpretación desgarradora como Offred, encabezando un reparto sólido que es sostenido por la batuta de Karen Kamensek, que dirige una orquesta de más de setenta músicos. Dicho lo cual, no sobra aclarar que El cuento de la criada, la ópera, tiene ya su recorrido… Obra del compositor danés Poul Ruders con libreto de Paul Bentley, fue encargada por el Teatro Real Danés de Copenhague y estrenada originalmente en el año 2000, montada a posteriori en ciudades como Toronto, Londres, Melbourne. La actual reposición es una coproducción con la Ópera de San Francisco, y llega cuando el menoscabo a los derechos reproductivos de las mujeres avanza peligrosamente en los Estados Unidos. Por si hiciera falta: en la escalofriante distopía patriarcal imaginada por Atwood en su libro de 1985, llevada a la pantalla por la popular serie de Hulu con Elizabeth Moss protagonista, este país ha sido suplantado por el violento régimen teocrático Gilead. Aquí las mujeres carecen de cualquier libertad y, como esclavas, son obligadas a reproducirse con la élite dominante en violaciones ritualizadas, cual recipientes desechables que ni siquiera merecen conservar sus nombres…
Las mil y una vidas musicales de Fleetwood Mac...
...es el título escogido por la periodista y
escritora Sophie Rosemont para su primer documental, que concentra en una hora
los vertiginosos vaivenes artísticos y biográficos de Fleetwood Mac, la
excepcional banda de culto, con especial foco en sus chicas ¿Sexo, droga y
rock’n’roll? Sí, pero también canciones que todavía resisten el paso del
tiempo, veneradas por nuevas generaciones que las tararean y reversionan (Miley
Cyrus, Harry Styles, Vampire Weekend, etcétera). En su debut como directora,
Rosemont destaca especialmente el papel fundamental de las cantantes, instrumentistas
y compositoras Stevie Nicks y Christine McVie en el éxito de este grupo con
estatus legendario: opuestos complementarios que, muy lejos del apolillado
cliché de la supuesta rivalidad femenina, sellaron una amistad inquebrantable
desde el primer día que se conocieron. Tanto es así que, aunque dueñas de
talentos y personalidades muy distintos, siempre se consideraron hermanas de la
vida, dando al grupo una fuerza sin precedentes. Christine, con composiciones a
menudo melancólicas y tranquilizadoras; Stevie, con temas más místicos y
sensuales, según la documentada Rosemont, cuya ópera prima (recién estrenada en
Francia vía canal Arte) lo recorre prácticamente todo: las épocas -del blues
británico al rock californiano-, los excesos, las diferencias, las separaciones.
Y los temazos, claro: en Las mil y una
vidas musicales… suena, por ejemplo, el renacido Dreams, firmado por Stevie Nicks, que volvió a la cresta hace unos
pocos años, fenómeno en redes sociales.
La sonora hazaña de la
inglesa Nubya Garcia
“Majestuoso”, “arrollador”, “emocionante”: la
severa crítica británica cae rendida ante Odyssey,
el último y muy reciente trabajo de la inglesa Nubya Garcia, prodigio del jazz
que, con este disco, termina de consagrarse en una escena mayormente masculina,
donde se hizo hueco a los codazos. “Buscaba una belleza extrema en el sonido y
que realmente se derramara en cada nota”, confiesa la artista que ha conseguido
su cometido con creces, creando paisajes sonoros atmosféricos y audaces que
cruzan el jazz con el r&b, el dub y la música clásica. Nubya, que no se
apichona frente a los desafíos, quiso sumar una ambiciosa sección de cuerdas en
el álbum, lo que la llevó a aprender a componer, arreglar y dirigir en este
registro previo a entrar al estudio, donde además de su banda de toda la vida,
estuvieron menudas vocalistas invitadas: Esperanza Spalding, Richie Seivwright
y Georgia Anne Muldrow, de ascendencia afro como ella misma. Hay que decir que,
formada en el prestigioso Conservatorio Trinity Laban de Greenwich, Garcia es
tenida por saxofonista fenomenal en el mundillo jazzístico de Londres. Varias
veces ha agotado entradas en el legendario bar nocturno Ronnie Scott’s, además
de ser convocada por el ciclo de conciertos BBC Proms y el festival
Glastonbury. Su primer largaduración solista, Source (2020), cosechó reviews elogiosas y nominaciones a premios
importantes; también le ha permitido girar por el mundo, llegando incluso a la
Argentina, donde se presentó en Niceto el año pasado.
El rey Carlos ya tiene
quien le escriba música
Por primera vez, una mujer negra ha sido
nombrada Master of the King’s Music,
puesto real con más de cuatro siglos de historia en Reino Unido. Charles,
actual soberano, encomendó este importante cargo a Errollyn Wallen,
compositora, pianista y cantautora que, de aquí en más, será llamada a escribir
piezas para ocasiones especiales de la monarquía, como jubileos o bodas reales.
No es un título que se entregue a la ligera; solo se consideran artistas “que
hayan contribuido a la vida musical de la nación”, según The Guardian, rotativo
que aclara que Wallen tiene todas las chapas necesarias. “Con 22 óperas y
muchas otras composiciones orquestales, de cámara y vocales, sus obras se
encuentran entre las más interpretadas por músicos vivos”, señala sobre el
fecundo repertorio de esta curiosa dama nacida en Belice en 1958, que llegó a
Londres a los dos años, donde la criaron sus tíos. “Tengo la cabeza llena de
sonidos”, solía decirles mientras aprendía el instrumento que literalmente le
quitaba el sueño, el piano, y que todavía la hace sentirse “como una
exploradora” mientras improvisa. Habitualmente, en el faro escocés donde
trabaja y vive, reconociéndose “una introvertida en recuperación” que, de igual
manera, no teme destacar con sus ropas colorinches. Wallen -que en sus años
mozos, mucho antes de establecerse como reputada compositora, tocó en
geriátricos y como sesionista de bandas de heavy metal para ganarse el pan de
cada día- sucede en el cargo a Judith Weir, primera mujer en ocupar este papel,
entonces llamado Master of the Queen’s
Music por lógicas razones: era Elizabeth quien reinaba y quien la designó
en 2014. En los últimos diez años, sus funciones involucraron darles apoyo a
profesores de escuela, a orquestas y coros amateurs, a festivales de música
rurales; también componer para ocasiones como el 90 cumpleaños de la finada
reinísima.
Beyoncé renuncia a los
clips por un buen motivo
“En esta época en la que todo lo que nos rodea
es visual, es bueno que la gente pueda concentrarse en la música, tan rica en
historia e instrumentación quea veces
se necesitan meses para poder asimilarla, indagar, entender cabalmente. En
ocasiones lo visual conspira: distrae, quita la atención de las canciones…”.
Así de clara y razonadora la reina del pop -y aledaños- Beyoncé al explicarle a
revista GQ por qué ya no graba videoclips. No lo ha hecho para acompañar los
tracks de Renaissance, su anteúltimo
disco; tampoco de Cowboy Carter, el
más reciente y aclamado, de 2024, gran favorito del público (aunque Nashville
reniegue y los Country Music Awards hayan ninguneado a la diva). Volviendo a su
videografía, Beyoncé parece querer mantenerse en esa vía de cero clips, mal que
le pese a sus incontables seguidores, alicaídos con la jugada decisión de la
artista. Una elección a contramano que, de igual modo, no conspira contra su
suceso; porque además de cosechar excelentes críticas, cada disco que lanza
bate récords de reproducción y alcanza el primer puesto en varios países, con o
sin videoclips que acompañen, confirmando lo que ella plantea: que la música
debería ser suficiente por sí misma. En todo caso, la megaestrella ya ha hecho
más que suficiente por el arte clipero con su imponente catálogo, que incluye
piezas como Formation, Partition, Single Ladies, Love Drought,
Countdown…
Interpretando Star
Wars desde el propio espacio
Finiquitada hace días, la misión espacial
Polaris Dawn de la empresa privada SpaceX resultó un rotundo suceso, y su
tripulación mixta -dos varones, dos mujeres- ya descansa en sus casas con la
satisfacción de haber hecho historia en los cinco días que estuvieron en
órbita. Uno de los primeros hitos ocurrió a las 15 horas del despegue, cuando
la nave estaba a 1400 kilómetros sobre la superficie terrestre: Sarah Gillis y
Anna Menon, ingenieras de la firma aeroespacial devenidas cosmonautas, se
convertían en las chicas que más lejos habían viajado de la Tierra, superando
ampliamente la marca que alcanzó la astronauta Kathryn Sullivan en 1990. A este
hecho tan importante le siguió otro símil: el haber concretado la primera
caminata espacial comercial de la que hay registro, a unos 700 kilómetros de
altura, cuando el comandante Jared Isaacman y la mentada Gillis salieron a dar
un paseo espacial tras abrir la escotilla de la cápsula Dragon ¿Qué tiene esto
que ver con la música? Nada de nada, salvo el hecho de que Sarah Gillis
sorprendió al convertirse en la primera persona en tocar el violín en el
espacio. Ofreció un petit show de un solo tema, eligiendo apropiadamente una
composición del genial John Williams, de la saga La guerra de las galaxias. Lejos de decantarse por los hits de
antaño, se inclinó por un track de la última trilogía, Rey’s Theme, en tanto, declaró, “simboliza perfectamente la unidad
y la esperanza, destacando la resiliencia y el potencial de los niños en todas
partes”. La proeza se vuelve aún más asombrosa si sumamos que el concierto fue
transmitido en vivo por la red satelital Starlink, permitiendo que el solo de
violín de Sarah se sincronizase con una orquesta sinfónica que tocaba en Los
Ángeles y varias juveniles de chicuelos de países como Haití, Suecia y
Venezuela que esperaban, ansiosos, aportar su granito a semejante momento.