Santa Rita, capilla agustina de Cascia |
Por Moira Soto
La gente que prácticamente llena la sala grande
del Gaumont (felizmente continúa abierta y la función sale 1000 pesos) sigue
atentamente la proyección de un film fuera de serie en más de dos sentidos;
algunas personas hacen comentarios en voz alta que, en esta oportunidad, casi
no molestan porque suenan tan ingenuos como algunos de los personajes que
aparecen en pantalla. Al final, el público aplaude con ganas, un gesto que
-aparte de darle el visto bueno a lo que vieron- se puede interpretar como una
expresión del deseo de defender al viejo y querido Gaumont que estuvo a punto
de ser cerrado y, por extensión, también de darle apoyo al cine nacional.
Y muy bien merecido ese respaldo cuando se trata
de una producción de tan elevados méritos: Crónicas de una santa errante
es una auténtica delicia del género maravilloso que escribió y dirigió Tomás
Gómez Bustillo. Una hermosa y peregrina ópera prima.
Nativo de Buenos Aires, con una infancia
viajera a sus espaldas, en su adolescencia formó parte de un grupo misionero
católico que en las vacaciones de verano e invierno visitaba un pequeño pueblo
rural en la provincia de Buenos Aires. TGB se licenció en Ciencias Políticas,
estudió Diseño de Imagen y Sonido en la UBA y luego obtuvo su Maestría de Cine
en el Conservatorio del American Film Institute. Sus cortos Soy Buenos Aires
y Museum of Fleeting Wonders recibieron premios en festivales internacionales.
Luego de varios años de persistente trabajo, logró terminar su primer largo. Crónicas
de una santa errante se presentó en AXSW 2023 (South by Southwest)
mereciendo el premio Adam Yauch Hörnblower -nombre de uno de los Beastie Boys- al
film más original. Asimismo, tuvo tres nominaciones de parte de los Film
Independent Spirit Awards: Ópera Prima, Guion y Fotografía.
Tomás Goméz Bustillo durante el rodaje de Crónicas |
El pueblo donde transcurren estas Crónicas…
fue rebautizado Santa Rita, y el rodaje se realizó tomando de manera sugerente,
como escenografía de exteriores, la arquitectura y el verdor de una pequeña
localidad en medio del campo, Antonio Carboni, a 30 kilómetros de Lobos. La
capilla, sitio de gran importancia en la historia que se narra, está dedicada a
Santa Rita, y la protagonista, a cargo de la excelsa Mónica Villa, se llama
Rita López…
Santa Rita, Santa Rita, lo que se da no se
quita
Santa Rita da Cascia (née Margheritta Lotti,
1381-1457), popular patrona de los imposibles, solicitada por mil causas
extremas, fue una monja agustina del monasterio de Santa María Magdalena,
beatificada por el papa Urbano VIII en 1626 y canonizada por León XIII recién
en 1900 (se presume que, durante casi tres siglos, algunos pontífices no
estuvieron muy convencidos de sus méritos para subirla a los altares).
Afiche del film |
En ese convento de Cascia, Perugia, Rita
evidenció su temprana mano (verde) para los milagros al regar durante un año un
arbusto de vid completamente seco, y devolverle la vida. En plan de santidad,
se dedicó a acompañar a pobres y enfermos. Según la tradición, un Viernes Santo
recibió en su frente una espina de la corona de Cristo, lo que le valió un
viaje a Roma en compañía de Tolentino.
A la monja Rita, arbusto aparte, se le
adjudican dos milagros en vida: la inmediata curación de sendos pacientes muy
graves. Aquí valdría acotar que, durante la reciente pandemia, Santa Rita fue,
del santoral católico, la figura más solicitada en redes para obtener la
sanación del covid. Se dice de ella que ya de muy pequeñita, estando en su
cuna, la rodearon unas cuantas abejas sin hacerle el menor daño.
A causa del estigma en su frente, suele ser
representada en estampitas con una corona de espinas como atributo, junto a una
cruz. Además de darle el nombre a unas bonitas flores de color magenta
-asimismo conocidas como buganvillas- SR ha inspirado altri tempi en su país un
par de obras de teatro y otro par de films. En 2004, Giorgio Capitani dirigió
la miniserie Rita da Cascia. Patrona de las mujeres infelizmente casadas,
protectora de reposteros, tenderos y, en general, de casos desesperados, esta
santa es también considerada protectora de Nápoles.
Un vuelco de maravillas
Mónica Villa en Crónicas... |
Mejor no seguir enumerando personajes porque
nos meteríamos del otro lado del vuelco, cuando Crónicas… pega ese
viraje disruptivo que se podría emparentar -salvando géneros, épocas,
latitudes- con lo que hiciera Hitchcock en Psicosis. Pero aun haciendo
mutis sobre las circunstancias, al menos vale contar que en esta segunda parte
irrumpen un diablillo en motoneta, un ángel redondito en bermudas a cargo de la
burocracia celestial, mosquitos y luciérnagas que hacen lo suyo, estornudos
causados por una insólita alergia. Y se asiste a una escena inenarrable entre
una lamparita y una mariposa nocturna. Vaya, pues, que llegar al Panteón de los
Santos no es soplar y hacer botella en la isla de Murano. Como bien observa
Norberto: “Todo es misterio al fin y al cabo”.
En esta cinta, todo bajo la mirada benévola, sonriente, delicadamente
afectuosa de un director que -contando con una apropiada vestuarista- ha
cuidado con fineza hasta los mínimos detalles, rescatados por una fotografía
exquisita que respeta y exalta las fuentes de luz, ya se trate de una ventana o
de un poste con un farol en la calle. Rubros técnicos a los que merece añadirse
un sonido impecable (hay que oír el glu-glu del auto que se va hundiendo en el
agua), complementado por la música incidental y temas que van
desprejuiciadamente del Requiem de Fauré a una cantata de Bach, pasando por
Heaven, de Bryan Adams…
Marassi y Villa en Crónicas... |
En cambio, el género propiamente fantástico
rompe con la visión de cierta normalidad, opone dos lógicas: la racional y la
irracional, mientras que el maravilloso las integra siendo aceptado este código
por lectores y/o espectadores que suscriben sin más para que el efecto mágico
se produzca. Es decir, se define por su pertenencia a lo sobrenatural. Para los
cristianos, están los ángeles y los demonios, los santos y su facultad de hacer
milagros (aún en la actualidad, aunque curiosamente más escasos que en tiempos
de mártires; o, más cerca, de los portentos de la Virgen de Lourdes o la de
Fátima; pero siempre necesarios para cada nueva canonización).
En Crónicas de una santa errante tenemos
a una mujer resueltamente encaminada a la santidad, que fragua un milagro para
acelerar el trámite. Y a un demiurgo, Tomás Gómez Bustillo, que realiza el
genuino milagro de hacer un gran film maravilloso, un género donde acaso el
único límite sea la imaginación del autor. En la oportunidad, en estado de
gracia y de irresistible delirio. Quedan ustedes avisados/as: dejen todo y
vayan al Gaumont donde la santa se ha ganado en buena ley una sexta semana de
exhibición. Y atenti al perro, que se gana el cielo con su actuación.