Por Moira Soto
Hace exactamente 40 años, Daniel Fanego tenía
29 y ya había incursionado auspiciosamente en teatro, cine y tevé en papeles
secundarios. En 1984, rasgó la pantalla del canal público en el rol de Rocky,
un canalla que caía locamente enamorado pero que no podía escapar a su
condición profunda. Fanego, elegido especialmente por María Herminia
Avellaneda, supo defender su personaje con mucho carisma y un talento ya
indiscutible. También con su apostura. Sucedió en la telenovela La señora Ordóñez, producción y
realización de esa gran directora de televisión que -en otros muchos logros- ya
había realizado en el mismo canal la ficción Rosa de lejos. Feminista de la primera hora, Avellaneda condujo en
1984 el programa La Cigarra, junto a
María Elena Walsh y a Susana Rinaldi (dignísimo magazine con el que se ensañó
duramente la crítica de TV ejercida por varones).
La señora Ordóñez fue efectivamente una fecha en su
género, y en la televisión argentina en general. Basado dicho teleteatro
-decíamos entonces- en la exitosa novela homónima de Martha Lynch, tuvo un
elenco de primera que sumaba a Luisina Brando, Arturo Bonin, Perla Santalla,
María Vaner, Mercedes Morán... y, como quedó resaltado, a Daniel Fanego.
Fan absoluta de esa novela, quise hacerle una
entrevista a DF para el suplemento La Mujer del diario Tiempo Argentino (el
original), donde colaboraba regularmente. Aunque me habían avisado que era una “figurita
difícil” que se resistía a dar notas, aceptó la propuesta proveniente de un
suple de neto enfoque feminista y estuvo muy gentil en el intercambio.
Asimismo, de una franqueza inhabitual en una figura ascendente en el mundo del espectáculo. (Debo
aclarar que ni el título ni la bajada de la nota cuya foto figura más abajo, me
pertenecen, y creo que no condicen con el contenido).
En los años que siguieron a La señora Ordóñez, Daniel Fanego devino
un primerísimo actor de gran excelencia allí donde desplegara su noble oficio:
en las tablas, la tele, el cine. La publicación de esta entrevista de hace
cuatro décadas no hace sino confirmar las tempranas lealtades artísticas,
políticas de este artista que dejando tras de sí “un llanto como un río”, murió
el 19 de septiembre pasado.
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