Columna de Silvina Quintans emitida en Radio Continental
La violencia de género existe.
Fin.
La violencia de género existe y esto es lo primero que tenemos que decir,
porque en los últimos tiempos se escucha, sobre todo por parte de funcionarios
del gobierno, que la violencia de género no existe y se la equipara con
cualquier otro tipo de violencia. Por supuesto que la violencia debe ser
condenada en cualquier caso, pero negar la especificidad de la violencia de
género impide que podamos prevenirla.
Después de tantos años y de tantas víctimas, es increíble que haya que decirlo de nuevo: la
violencia de género existe y no es cualquier violencia. La violencia de género
tiene características propias porque ataca a las personas por su sexo, género u
orientación sexual. Esto sucede porque existe una estructura de poder milenaria
que ubica a las mujeres y a las minorías sexuales en situación de inferioridad.
La prueba de que la violencia de género existe es que todavía hay hombres que
sienten que las mujeres son su posesión: sienten que tienen derecho a matarlas,
silenciarlas, golpearlas, controlarlas, imponerles cómo vestirse, adónde salir,
qué pueden o qué no pueden decir, acosarlas cuando caminan por la calle o
cuando viajan en colectivo.
La violencia de género existe y es minimizada o negada, hasta que se la
puede usar políticamente con propósitos oportunistas para llevar agua para
algún molino. La prueba es que este caso, igual que el caso Brieger, no surgió con peso propio por la gravedad de
los hechos, sino en el marco de las investigaciones de corrupción, que parecen
ser más importantes. El tema permanece sumergido hasta que la prensa lo levanta
y los políticos lo usan.
Pero el caso de Alberto Fernández es uno más entre millones que viven las
mujeres, porque la violencia de género no se detiene ante la grieta, es
transversal a todas las clases sociales y a todos los partidos políticos. Lo
que más enoja es la doble vara. Alberto Fernández se llenó la boca hablando de
la importancia del aislamiento obligatorio en la pandemia y al mismo tiempo
celebró la fiesta de Olivos. Con la misma hipocresía creó el Ministerio de las
Mujeres, se llenó la boca hablando contra la violencia de género, la misma por
la que hoy es denunciado por su expareja.
La peor trampa en la que podemos caer es la de la doble vara. A la
violencia de género hay que darle la
entidad que tiene y condenarla sea quien fuere quien la ejerza, sin importar su
filiación partidaria. Luego de reconocerla hay que prevenirla con herramientas
específicas. No nos podemos llenar la boca hablando de la barbaridad que es que
un hombre violente a una mujer y al mismo tiempo cerrar todos los organismos
dedicados a prevenirla violando compromisos internacionales. Es increíble que
el gobierno invoque la línea 144 cuando en junio se despidió al 40% del
personal y hay turnos en los que quedan solo dos trabajadoras atendiendo miles
de llamadas. Es increíble que se llenen la boca hablando del tema quienes
desfinanciaron el programa Acompañar, que había asistido a 300 mil mujeres en
situación de violencia, que ahora tuvieron que volver al lado del violento.
Es una contradicción rasgarse las vestiduras por los femicidios, golpes,
acosos y abusos, para luego festejar cuando se cierran los dispositivos
destinados a prevenirlos. Los hechos que se denuncian, lejos de descalificar
las políticas de género, deberían servir para corregir lo que no funcionaba y para
redoblar el esfuerzo, devolverles el presupuesto y la jerarquía, si queremos
terminar con este flagelo que forma parte de la vida cotidiana de millones de
mujeres.
Esta columna de Silvina Quintans emitida en Radio Continental se puede escuchar en el siguiente link: https://ar.radiocut.fm/audiocut/columna-silvina-quintans-violencia-genero-existe/