Por Moira Soto
“El tiempo me corre”, se exaspera Cora Roca frente a un requerimiento de su hija Violeta Uman. “En cualquier momento me muero. Voy a cumplir 83, vos tenés 40”. El diálogo tiene lugar en el documental Nunca hizo tanto frío que Uman dirigió. Sobre su madre (y sobre ella misma, en segunda instancia, inevitablemente…). Lo hizo en los días que la acompañó, antes y después de una intervención quirúrgica, en la casa materna, en el barrio de Caballito.
Días en
los que no pasa nada de aquello que el cine suele mostrar en documentales o en
ficciones, pero que sí pasa en la cotidianidad de las mujeres: la
limpieza del cristal de una antigua puerta, las comidas en común, la
lista de las compras, el regado de las plantas.
En las
fotos, la joven Cora se parece mucho físicamente a su hija Violeta, a su vez,
además de cineasta, productora audiovisual, directora del Festival
Internacional de Arte Queer y creadora de Vecine, Festival de Cine de Villa
Crespo.
En este
documental atípico, Uman sabe poner en valor el tiempo real y convertirlo en
tiempo cinematográfico, dándole a su film un ritmo interno que no busca
la progresión narrativa convencional pero que -si se accede a esta
temporalidad- puede resultar hipnótico, con una belleza que nunca es
relamida o impostada en sus encuadres casi siempre quietos, en su iluminación
con resabios pictóricos, en sus contraluces, sus texturas por momentos
esfumadas, la radiante luminosidad
en el fantástico jardín atendido por la mano verde de su dueña.
El
interior de la casa de Cora, sus cuadros, sus adornos, sus tacitas de porcelana
de antaño, su camisón clásico también hablan del paso del tiempo, así como los
VHS que habría que tirar, los dibujos y las notas del colegio de
Violeta, las modernas pantallas…
Aunque no hay expresiones directas de cariño entre ellas porque esta es una película a su modo pudorosa, que prefiere desdramatizar, está clarísimo que esa madre y esa hija se quieren, se necesitan mutuamente, hay afinidad aunque Cora exagere: “¿Por qué me peleás tanto?” o insista en valerse por sí misma: “No quiero que me ayudes”, le dirá en una ocasión a Violeta que ha ido a quedarse con ella, que se ha instalado en el living, que le aplica una serie de inyecciones, acciones estas que la cámara registra a distancia, con mínima luz. Violeta Uman, que ya había dado pruebas de un talento personal en sus cortos, encuentra estrategias fílmicas para que este tributo a su madre alcance alturas conceptuales en su despojamiento.
Nunca hizo tanto frío se exhibe en miércoles 15 de mayo a las 20 en el CCMorán, Pedro Morán
2147, y el martes 21 de mayo a las 19 en SAGAI, 25 de mayo 586. Entrada libre.