Por Moira Soto
Escena de Femmes Invisibles |
Y por otra parte, es
verdad que cuesta detener la mirada en una señora durmiendo en un zaguán, más
aún si está con niños, porque por mínimos sentimientos de compasión que alberguemos,
nos amarga la visión de su desamparo, imaginarnos sus padecimientos. Y también
sentir algún grado de responsabilidad, preguntarnos qué podríamos hacer por
ella, sobre todo en una noche de crudo invierno. ¿Llamar al 108 y que, con
suerte, le ofrezcan un parador al que acaso prefiere no ir porque le roban sus
pocas cosas, parador que tiene que dejar a las 8 de la mañana para tornar
al vagabundeo por veredas, plazas, estaciones? Y, luego, en el curso del día
hacer cola en algún comedor parroquial o de una ONG en pos de un plato
caliente…
Hace unos años, la
joven periodista y cineasta francesa Claire Lajeunie se sintió concernida por
las penurias de sus congéneres sans abri en París y decidió
hacer por ellas algo que estuviera al alcance de sus posibilidades y destrezas:
filmar un documental que sensibilizara a la mayor cantidad posible de gente con
techo en su país, que incentivara a las autoridades responsables sobre los
riesgos de los refugios mixtos, sobre la apremiante necesidad de paraderos
exclusivamente para mujeres. Y asimismo, claro, sobre la urgencia de implementar
políticas que ayuden a estas mujeres -y en general a todos los sin techo- a
salir de esta ardua situación que vulnera elementales derechos humanos.
Claire Lajeunie,
entonces, salió por su cuenta en busca de estas femmes invisibles que
sobreviven como pueden en la calle, aunque algunas organizaciones que trabajan
en el tema -como la de L’Abbé Pierre- le habían ofrecido hacerle una suerte de
casting. De este modo, Claire, convencida de que pocas responderían al
estereotipo de clocharde alcohólica medio chiflada, fue a su encuentro, por
ejemplo, en la cercanía de las estaciones: “Tenía la intuición de que muchas de
las que, por las razones que sean, están al margen, debían de asemejarse a las
que sí tenemos techo, puesto que no eran seres de otro planeta. Las que piden
limosna fueron las más fáciles de abordar: les daba algo de dinero, les ofrecía
un café, les mostraba mi interés genuino en sus problemas. Las fui encontrando
de a una, y no fue fácil que dieran su testimonio, ya que se trata de personas
que sufren y que no tienen ganas de mostrarse en ese estado tan vulnerable.
Casi todas se ilusionan con que no van a permanecer en esta situación por mucho
tiempo; aseguran que hace poco que están en la calle, dicen que van a salir adelante,
se esfuerzan por creerlo… Me sentí muy tocada por esos intentos de sostener su dignidad
a pesar de tanta precariedad, de tantos peligros que enfrentan diariamente”.
El libro que dio origen al documental |
En la génesis del
proyecto de la cineasta y periodista estuvieron muy presentes las prolijas estadísticas
hechas en 2012 por el Institut National d’Études Démographiques y por el
Institut National de la Statistique et des Études Économiques referidas a los
paradores y su funcionamiento, en ciudades y pueblos rurales. Los resultados
demostraban que 141.500 personas carecían de domicilio fijo en Francia, y que
más de la mitad solían recurrir a refugios colectivos. El 40 por ciento de
los sans abri eran mujeres y, en este grupo, apenas un 5 por ciento
realizaba algún trabajo estable, mientras que el 50 por ciento se consideraba
en situación de desempleo; y un 25 por ciento, inactivas. Las mujeres con hijos
pequeños eran, forzadas por esta circunstancia, las más dispuestas a utilizar
paradores.
Estas cifras golpearon
a Claire Lajeunie con toda su contundencia y la llevaron a comprometerse de
manera activa, a investigar con cierta profundidad sobre la vida de estos miles
de mujeres a la intemperie. “Sin duda, ellas lo pasan peor que los hombres. Particularmente
en la noche todo se les vuelve más espinoso y amenazante. No hace falta decirlo:
ellas tienen menor fuerza física que los varones para poder defenderse de un
ataque. Por ese motivo, tratan de no llamar la atención sobre su condición de
mujeres: usan vestidos largos, disimulan curvas, esconden su pelo, renuncian al
maquillaje… No quieren hacerse evidentes, convertirse en presa fácil”. En
consecuencia, las sans abri se vuelven doblemente invisibles:
negadas por la sociedad porque desazonan, incomodan más que los hombres en el mismo
trance; camufladas para pasar inadvertidas en su afán de preservarse. Lo que no
quita, según acota Lajeunie, que algunas “se detengan delante de una vidriera
para admirar un bonito vestido, que deseen un elegante par de zapatos en exhibición
tras un cristal o que entren cinco minutos a una perfumería para darse el
placer de probar una fragancia… Son gestos que las mantienen en el mundo real”.
Vale señalar que la
realizadora de Femmes invisibles… hizo previamente otro
documental -Les nouvelles mères courage, 2012- sobre la gran
cantidad de mujeres pobres que crían solas a sus hijos por variadas razones:
separadas de un marido golpeador, desempleadas, sin el aporte de un padre que
se borró… En esa ocasión, Lajeunie escogió a tres madres a las que siguió durante
tres meses, dando cuenta precisa de sus luchas, de su entereza y orgullo, a la
vez que ponía de manifiesto la forma en que la pobreza se ha feminizado y
urbanizado progresivamente en años recientes. Así es que la directora tenía ya
ese entrenamiento en hacer entrevistas, entrar en confianza, desarrollar
cuestiones imperiosas de género. Y al acercarse a las sin techo fue abriendo un
panorama de situaciones que le vino de perlas para decantar un “elenco” que no
fuera numeroso pero sí representativo de la diversidad que iba descubriendo
entre ellas, todas con el común denominador de la preocupación de no bajar la guardia,
de protegerse de continuo.
Escena de Femmes invisibles |
Estas seis mujeres
representan a las 7 mil sin techo que hay en París y que se resisten unánimemente
a los paradores mixtos aunque necesitan distintas formas de asistencia que las ayuden
a salirse. Porque la situación de calle, la exclusión del sistema, no debería
ser una condena sin retorno, cosa que queda demostrada en el film: dos de las
seis protagonistas de Femmes invisibles, survivre dans la rue logran
dejar la calle al culminar la proyección. Martina, 57, consigue un cuarto luego
de años de errar y lo primero que celebra emocionada al ingresar en un día frío
es la tibieza del lugar; Katia, 32, también instalada ya bajo techo y esperando
un hijo, exclama: “¡Qué felicidad lavar la ropa!”. Ambas se salvaron de la vida
sin techo fijo, del miedo constante, del dormir mal, de la humillación de pedir
unos centavos. De esos largos días en que se pierde la noción del tiempo, que
se recupera brevemente en las Fiestas de fin de año porque entonces la gente
las ve y les da dinero, las saluda y hasta les sonríe (y en las parroquias y
otros sitios las invitan a comidas de Nochebuena o Año Nuevo). Katia y Martina
visitaron poco después el programa de TV Toute une histoire, donde
dieron testimonio de su triste pasado, de su gratificante y esperanzado
presente.
Claire Lajeunie
subraya que la negación de mucha gente frente a mujeres y hombres en la calle
en parte se debe a que tienen el secreto temor de quedarse sin hogar, pensando
que es algo que le puede pasar a cualquiera por una mala jugada del destino:
“En Francia, al menos, las encuestas dicen que es un fantasma que inquieta al
60 por ciento de la población con techo: ir a parar a la calle, quedarse sin
recursos”.
Tanto el documental
como el cine de ficción se han interesado con alguna frecuencia en la vida de
las personas que viven a cielo descubierto, a veces por propia elección, como
es el caso de Mona, la inclasificable protagonista de Sin techo y sin
ley (1985), retrato de una joven salvaje, inasible, en rebeldía contra
la sociedad que malvive de limosnas, pequeños hurtos. Una historia que
interpelaba al público y que la maestra Agnès Varda narraba sin miserabilismo y
sin romantizar el personaje, magníficamente encarnado por una muy joven
Sandrine Bonnaire.
30 años más tarde,
Nicholas Hytner dirige The Lady in the Van, una comedia agridulce
basada en hechos reales sucedidos al escritor inglés Alan Bennett, quien en
1974 conoce a una vieja y atípica dama que vive en una camioneta estacionada
cerca de su casa. Una relación de tira y afloja que dura 15 años, hasta la
muerte de la señora, ya instalada con su vehículo en el jardín que rodea la
casa del hombre. La dama que guarda un secreto que le produjo un quiebre es interpretada
por la grande entre las grandes Maggie Smith, y el film se estrenó en la
Argentina.
Si una noche de
invierno…
En Buenos Aires –al
igual que en otras ciudades del interior del país- existen hogares de tránsito
y paradores nocturnos a cargo del Gobierno local; lugares provisorios para
hombres y mujeres, que incluye a niños pero excluye a gente mayor. No muchos,
deplorablemente, en una urbe que tiene numerosos edificios desocupados,
cantidad de iglesias que poseen amplias dependencias parroquiales pero que -salvo
excepciones- mantienen a los pobres, incluidos enfermos y ancianos, tirados en
la escalera de entrada pidiendo monedas… Algo realmente bochornoso para el
clero responsable que parece desoír las enseñanzas evangélicas y algo que solía
denominarse caridad cristina...
La dirección de
Asistencia Integral a los Sin techo está en Cochabamba 1575, segundo piso,
4305-0803, 4304-4250. Existe un parador solo para mujeres, que pueden llevar hijos
menores, en Piedras 1583, donde son recibidas desde las 17 y hasta las 8 del
día siguiente. Llamar al 4362-4478.
Sin ayuda
gubernamental, existen ONGs que realizan tareas solidarias bien organizadas
como la Fundación Sí, Ángel Carranza 1962, Buenos Aires,+54 11 4775-6159.
Se reciben donaciones de lunes a viernes, de 10 a 19.
Red Solidaria recibe
donaciones de ropa y comida para auxiliar a las personas sin techo, amén del
aporte activo y generoso de los/as voluntarios/as que deseen dar una
mano. Teléfono +54 (011) 4450-8204. Correo: hola@redsolidaria.org.ar /Twitter
@RedSolidariaOK /Instagram @redsolidaria
Linkedin @RedSolidaria / WhatsApp +54 9
11 4915 9470
Según la página del
Gobierno de la Ciudad, Los Centros de Inclusión Social (CIS) tienen
como objetivo brindar a las personas en situación de calle un espacio de contención
integral para promover su reinserción social. Los centros cubren las
necesidades más inmediatas: alojamiento,
alimentación e higiene. Cuentan con equipos compuestos por: enfermeros,
trabajadores sociales, psicólogos, acompañantes terapéuticos y operadores,
disponibles las 24 horas. Paradores Nocturnos, Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires. Su servicio: brindar con carácter inmediato y de emergencia,
servicio de pernocte durante la noche, comida y atención profesional social,
psicológica y médica. Dirección Operativa Asistencia
Integral A Los Sin Techo, Dirección: Cochabamba 1575, 2°piso,
CABA. Teléfono: 4305-0803 / 4304-4250