Mujeres sin techo, doble desgracia

Por Moira Soto

Escena de Femmes Invisibles

¿No las vemos porque se ocultan o porque no queremos verlas? La respuesta es afirmativa para ambas preguntas: las mujeres en situación de calle tratan de pasar inadvertidas, especialmente de noche, para evitar agresiones, robos, abusos sexuales que sufren en la mayoría de los países occidentales, según hacen saber las estadísticas de los Estados Unidos, Francia, Alemania... No las de la Argentina porque en nuestro país no existen encuestas rigurosas al respecto, pero basta detenerse a conversar con alguna mujer sin domicilio fijo para enterarse de que han sido víctimas en más de una oportunidad de diversas violencias de género.

Y por otra parte, es verdad que cuesta detener la mirada en una señora durmiendo en un zaguán, más aún si está con niños, porque por mínimos sentimientos de compasión que alberguemos, nos amarga la visión de su desamparo, imaginarnos sus padecimientos. Y también sentir algún grado de responsabilidad, preguntarnos qué podríamos hacer por ella, sobre todo en una noche de crudo invierno. ¿Llamar al 108 y que, con suerte, le ofrezcan un parador al que acaso prefiere no ir porque le roban sus pocas cosas,  parador que tiene que dejar a las 8 de la mañana para tornar al vagabundeo por veredas, plazas, estaciones? Y, luego, en el curso del día hacer cola en algún comedor parroquial o de una ONG en pos de un plato caliente…

Hace unos años, la joven periodista y cineasta francesa Claire Lajeunie se sintió concernida por las penurias de sus congéneres sans abri en París y decidió hacer por ellas algo que estuviera al alcance de sus posibilidades y destrezas: filmar un documental que sensibilizara a la mayor cantidad posible de gente con techo en su país, que incentivara a las autoridades responsables sobre los riesgos de los refugios mixtos, sobre la apremiante necesidad de paraderos exclusivamente para mujeres. Y asimismo, claro, sobre la urgencia de implementar políticas que ayuden a estas mujeres -y en general a todos los sin techo- a salir de esta ardua situación que vulnera elementales derechos humanos.

Claire Lajeunie, entonces, salió por su cuenta en busca de estas femmes invisibles que sobreviven como pueden en la calle, aunque algunas organizaciones que trabajan en el tema -como la de L’Abbé Pierre- le habían ofrecido hacerle una suerte de casting. De este modo, Claire, convencida de que pocas responderían al estereotipo de clocharde alcohólica medio chiflada, fue a su encuentro, por ejemplo, en la cercanía de las estaciones: “Tenía la intuición de que muchas de las que, por las razones que sean, están al margen, debían de asemejarse a las que sí tenemos techo, puesto que no eran seres de otro planeta. Las que piden limosna fueron las más fáciles de abordar: les daba algo de dinero, les ofrecía un café, les mostraba mi interés genuino en sus problemas. Las fui encontrando de a una, y no fue fácil que dieran su testimonio, ya que se trata de personas que sufren y que no tienen ganas de mostrarse en ese estado tan vulnerable. Casi todas se ilusionan con que no van a permanecer en esta situación por mucho tiempo; aseguran que hace poco que están en la calle, dicen que van a salir adelante, se esfuerzan por creerlo… Me sentí muy tocada por esos intentos de sostener su dignidad a pesar de tanta precariedad, de tantos peligros que enfrentan diariamente”.

El libro que dio origen al documental

Para no dispersarse al darle forma a su documental -que tituló justamente Femmes invisibles, survivre dans la rue, y que se pasó reiteradamente en Canal France 5 y en otros espacios como parroquias o centros culturales-, Lajeunie eligió a solo seis de las numerosas mujeres a las que entrevistó para poder así hacer un retrato personalizado, contando su cotidiano, sus dificultades específicas de género viviendo en la calle. Como el material acopiado excedió largamente lo que podía mostrar un film de duración apropiada para la televisión, Claire escribió un libro sobre su abarcativo y revelador viaje: Sur la route des invisibles, Femmes de la rue, editado por Michalon.

En la génesis del proyecto de la cineasta y periodista estuvieron muy presentes las prolijas estadísticas hechas en 2012 por el Institut National d’Études Démographiques y por el Institut National de la Statistique et des Études Économiques referidas a los paradores y su funcionamiento, en ciudades y pueblos rurales. Los resultados demostraban que 141.500 personas carecían de domicilio fijo en Francia, y que más de la mitad solían recurrir a refugios colectivos. El 40 por ciento de los sans abri eran mujeres y, en este grupo, apenas un 5 por ciento realizaba algún trabajo estable, mientras que el 50 por ciento se consideraba en situación de desempleo; y un 25 por ciento, inactivas. Las mujeres con hijos pequeños eran, forzadas por esta circunstancia, las más dispuestas a utilizar paradores.

Estas cifras golpearon a Claire Lajeunie con toda su contundencia y la llevaron a comprometerse de manera activa, a investigar con cierta profundidad sobre la vida de estos miles de mujeres a la intemperie. “Sin duda, ellas lo pasan peor que los hombres. Particularmente en la noche todo se les vuelve más espinoso y amenazante. No hace falta decirlo: ellas tienen menor fuerza física que los varones para poder defenderse de un ataque. Por ese motivo, tratan de no llamar la atención sobre su condición de mujeres: usan vestidos largos, disimulan curvas, esconden su pelo, renuncian al maquillaje… No quieren hacerse evidentes, convertirse en presa fácil”. En consecuencia, las sans abri se vuelven doblemente invisibles: negadas por la sociedad porque desazonan, incomodan más que los hombres en el mismo trance; camufladas para pasar inadvertidas en su afán de preservarse. Lo que no quita, según acota Lajeunie, que algunas “se detengan delante de una vidriera para admirar un bonito vestido, que deseen un elegante par de zapatos en exhibición tras un cristal o que entren cinco minutos a una perfumería para darse el placer de probar una fragancia… Son gestos que las mantienen en el mundo real”.

Vale señalar que la realizadora de Femmes invisibles… hizo previamente otro documental -Les nouvelles mères courage, 2012- sobre la gran cantidad de mujeres pobres que crían solas a sus hijos por variadas razones: separadas de un marido golpeador, desempleadas, sin el aporte de un padre que se borró… En esa ocasión, Lajeunie escogió a tres madres a las que siguió durante tres meses, dando cuenta precisa de sus luchas, de su entereza y orgullo, a la vez que ponía de manifiesto la forma en que la pobreza se ha feminizado y urbanizado progresivamente en años recientes. Así es que la directora tenía ya ese entrenamiento en hacer entrevistas, entrar en confianza, desarrollar cuestiones imperiosas de género. Y al acercarse a las sin techo fue abriendo un panorama de situaciones que le vino de perlas para decantar un “elenco” que no fuera numeroso pero sí representativo de la diversidad que iba descubriendo entre ellas, todas con el común denominador de la preocupación de no bajar la guardia, de protegerse de continuo.

Escena de Femmes invisibles

Seis mujeres protagonizan este doc respetuoso y sinceramente amigable, de estimable calidad formal; muy elogiado en general por la prensa. Seis mujeres a quienes la cámara en mano acompaña a través de cinco meses, dejando entrever rasgos de personalidad e historias de vida. Cinco meses que CL pasó junto a ellas en estaciones, estacionamientos subterráneos y otros lugares públicos durante el invierno, conociendo sus rebusques para lavarse y comer, sus noches de sueño intranquilo…

Estas seis mujeres representan a las 7 mil sin techo que hay en París y que se resisten unánimemente a los paradores mixtos aunque necesitan distintas formas de asistencia que las ayuden a salirse. Porque la situación de calle, la exclusión del sistema, no debería ser una condena sin retorno, cosa que queda demostrada en el film: dos de las seis protagonistas de Femmes invisibles, survivre dans la rue logran dejar la calle al culminar la proyección. Martina, 57, consigue un cuarto luego de años de errar y lo primero que celebra emocionada al ingresar en un día frío es la tibieza del lugar; Katia, 32, también instalada ya bajo techo y esperando un hijo, exclama: “¡Qué felicidad lavar la ropa!”. Ambas se salvaron de la vida sin techo fijo, del miedo constante, del dormir mal, de la humillación de pedir unos centavos. De esos largos días en que se pierde la noción del tiempo, que se recupera brevemente en las Fiestas de fin de año porque entonces la gente las ve y les da dinero, las saluda y hasta les sonríe (y en las parroquias y otros sitios las invitan a comidas de Nochebuena o Año Nuevo). Katia y Martina visitaron poco después el programa de TV Toute une histoire, donde dieron testimonio de su triste pasado, de su gratificante y esperanzado presente.

Claire Lajeunie subraya que la negación de mucha gente frente a mujeres y hombres en la calle en parte se debe a que tienen el secreto temor de quedarse sin hogar, pensando que es algo que le puede pasar a cualquiera por una mala jugada del destino: “En Francia, al menos, las encuestas dicen que es un fantasma que inquieta al 60 por ciento de la población con techo: ir a parar a la calle, quedarse sin recursos”.

Tanto el documental como el cine de ficción se han interesado con alguna frecuencia en la vida de las personas que viven a cielo descubierto, a veces por propia elección, como es el caso de Mona, la inclasificable protagonista de Sin techo y sin ley (1985), retrato de una joven salvaje, inasible, en rebeldía contra la sociedad que malvive de limosnas, pequeños hurtos. Una historia que interpelaba al público y que la maestra Agnès Varda narraba sin miserabilismo y sin romantizar el personaje, magníficamente encarnado por una muy joven Sandrine Bonnaire.

30 años más tarde, Nicholas Hytner dirige The Lady in the Van, una comedia agridulce basada en hechos reales sucedidos al escritor inglés Alan Bennett, quien en 1974 conoce a una vieja y atípica dama que vive en una camioneta estacionada cerca de su casa. Una relación de tira y afloja que dura 15 años, hasta la muerte de la señora, ya instalada con su vehículo en el jardín que rodea la casa del hombre. La dama que guarda un secreto que le produjo un quiebre es interpretada por la grande entre las grandes Maggie Smith, y el film se estrenó en la Argentina.

Si una noche de invierno…

En Buenos Aires –al igual que en otras ciudades del interior del país- existen hogares de tránsito y paradores nocturnos a cargo del Gobierno local; lugares provisorios para hombres y mujeres, que incluye a niños pero excluye a gente mayor. No muchos, deplorablemente, en una urbe que tiene numerosos edificios desocupados, cantidad de iglesias que poseen amplias dependencias parroquiales pero que -salvo excepciones- mantienen a los pobres, incluidos enfermos y ancianos, tirados en la escalera de entrada pidiendo monedas… Algo realmente bochornoso para el clero responsable que parece desoír las enseñanzas evangélicas y algo que solía denominarse caridad cristina...

La dirección de Asistencia Integral a los Sin techo está en Cochabamba 1575, segundo piso, 4305-0803, 4304-4250. Existe un parador solo para mujeres, que pueden llevar hijos menores, en Piedras 1583, donde son recibidas desde las 17 y hasta las 8 del día siguiente. Llamar al 4362-4478.

Sin ayuda gubernamental, existen ONGs que realizan tareas solidarias bien organizadas como la Fundación Sí, Ángel Carranza 1962, Buenos Aires,+54 11 4775-6159. Se reciben donaciones de lunes a viernes, de 10 a 19.

Red Solidaria recibe donaciones de ropa y comida para auxiliar a las personas sin techo, amén del aporte activo y generoso de los/as voluntarios/as que deseen dar una mano. Teléfono +54 (011) 4450-8204.  Correo: hola@redsolidaria.org.ar /Twitter @RedSolidariaOK /Instagram @redsolidaria 
Linkedin @RedSolidaria / WhatsApp +54 9 11 4915 9470

Según la página del Gobierno de la Ciudad, Los Centros de Inclusión Social (CIS) tienen como objetivo brindar a las personas en situación de calle un espacio de contención integral para promover su reinserción social. Los centros cubren las necesidades más inmediatas: alojamiento, alimentación e higiene. Cuentan con equipos compuestos por: enfermeros, trabajadores sociales, psicólogos, acompañantes terapéuticos y operadores, disponibles las 24 horas. Paradores Nocturnos, Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Su servicio: brindar con carácter inmediato y de emergencia, servicio de pernocte durante la noche, comida y atención profesional social, psicológica y médica. Dirección Operativa Asistencia Integral A Los Sin Techo, Dirección: Cochabamba 1575, 2°piso, CABA. Teléfono: 4305-0803 / 4304-4250