Juana Molina, única en su especie

Por Moira Soto


Actualmente muy en el candelero gracias a entrevistas en la radio y la televisión, a la circulación de sketches del programa Juana y sus hermanas en YouTube y en las redes, a la multiplicación de fans que la adoran incondicionalmente (como lo prueban los numerosos mensajes que le dejan a los videos con sus músicas), Juana Molina sigue demostrando, siempre dentro de una admirable coherencia, que ella es una persona sui generis. Es decir, es impar, singular, irreductible a categorías preexistentes tanto en su obra maestra televisiva como en su alucinante recorrido musical.

Única en su especie, ya con rango de clásico contemporáneo, felizmente reconocida en el plano internacional sobre todo desde que el New York Times la puso por las nubes -objetos que tanto le gusta mirar y dibujar- en 2004, en el Top Ten Records (poco tiempo después, le hice una entrevista a su padre, Horacio Molina, el mejor intérprete del valsecito Flor de lino que pueda existir en el planeta Tierra, y me emocionó el orgullo absoluto con que hablaba del talento y la originalidad de su hija).

Fiel a su voz interior, después de haber hecho el suceso visionario e imperecedero de Juana y sus hermanas, Juana volvió a su vocación primera, la música, como compositora, intérprete; salvaje y refinada, fuera de todas las modas, sin ceder un ápice a imposiciones, bien rodeada, experimentando, probando, inventando. Y empezaron a brotar esos discos y esos conciertos con su guitarra acústica, música electrónica atmosférica, mental, hermética hasta que se traspasan las barreras de la extrañeza y deviene envolvente, embriagadora melopea. Sonidos tribales, sonidos sofisticados con imágenes entre surrealistas y góticas en sus clips. Una tensión misteriosa sostiene sus temas, tensión a la que solo ella puede poner punto final. Una droga bienhechora.

Luego de reeditar su disco Segundo -en su 21 aniversario- remasterizado en vinilo, a través de su sello S.O.N.A.M.O.S, ahora J.M. se encuentra en la fase de mezcla de la regrabación de Rara, su primer disco. A lo que se suma el trabajo en su octavo álbum de estudio, para ser editado en 2025. En su sello salieron los discos de Candelaria Zamar y Carolo, se reeditó Musicasión 4 ½ en versión de lujo. La disquera ha comenzado asimismo a publicar libros afines. En el interín, Juana hará una segunda gira por los Estados Unidos y Canadá en junio, para luego viajar en julio a Japón, país donde vuelve a tocar después de 7 años.

Como las obras de otros/as grandes humoristas del mundo del espectáculo, de Buster Keaton a Ali Wong, de Lucille Ball a Tato Bores, de Niní Marshall a Mae West, Juana y sus hermanas tiene jerarquía de clásico atemporal para troncharse una y otra vez de risa, apreciar su mirada anticipada y crítica, su innato, prodigioso talento para la actuación y la creación del guion, su finísimo oído para darle voz a personajes tan disímiles…

Hace 24 años le hice por teléfono este reportaje a Juana Molina a quien no conocía personalmente, cuando ella vivía en Los Ángeles. Divertidísima, amable, rendidora (casi no hubo que editar nada, cada palabra era precisa y significativa). Sus declaraciones no han perdido ni un gramo de interés o de vigencia. Más todavía: como sucedía con algunas facetas del programa, ella se adelanta, ve las cosas con claridad y agudeza, no tiene pelos en la lengua. Y aunque no se la cree, sabe perfectamente que algunos de sus hallazgos cómicos le fueron sustraídos, en la tevé y en la vida real: sus fans no podemos pasar por el supermercadito de la esquina donde nos atiende una cajera coreana (o china, que no son todas iguales) sin tentarnos de risa por la asociación con la avispada trabajadora de Juana, así como viendo ejercicios de bailarinas de danza clásica linkeamos automáticamente con Degas. A continuación la entrevista que se publicó en Las 12, el 11 de febrero de 2000, y sigue tan fresca como en aquel entonces.




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Juana y sus hermanas. La modelo

Juana, Eras

En concierto