Por Juan Carlos Fontana
Fragmentos Mansfield. Crédito Julieta Raponi |
Fragmentos... puede
verse como una performance teatral, creada por un equipo que profesa una gran
admiración por la escritora sobre quien anotó en su diario Virginia Woolf que
era la única persona del mundo literario a la que envidiaba. La autora de La señora Dalloway, que la
conoció personalmente, confesó que admiraba su manera de “robar instantes
ajenos, tenía esa vibración”. Lo cual invitaría a preguntarle a Woolf: ¿qué
escritor no lo hace? Claro que pocos, muy pocos con el talento de la neozelandesa
que empezó a viajar desde los 15, cuando en 1903 fue enviada a cursar estudios secundarios
a un internado de señoritas en Londres. Allí anudó un par de amistades para
toda la vida y empezó a publicar en periódicos. De vuelta en su país en 1906,
da a conocer tres nouvelles (cuentos largos). A los 20, regresa a la
capital inglesa, dejando atrás un romance impetuoso con Edith Bendall, y ya se
consagra a la escritura gracias a una pensión que le concede su padre. Conoce a
los hermanos Trowell, intima con ambos, se casa con uno (George), estando
embarazada del otro (Garnet). La madre la envía a Baviera, donde joven sufre un
aborto espontáneo por hacer esfuerzos físicos. Gracias a la recomendación de un
amigo polaco, Katherine se apasiona por la obra de Chejov que dejará algunas
marcas en los cuentos de la muchacha que se convertirá en importante exponente
del modernismo anglosajón.
Foto autografiada de Katherine Mansfield, 1914 |
Lamentablemente, KM murió muy joven, a los 34, en Francia, de la
tuberculosis que había contraído en 1917. A partir de ese año viajó por
distintos países en busca de un clima benigno, de una posible cura, sin
obtenerla. Estando en Cornualles, 1918, su amiga Anne Estelle Rice pintó el
conocido cuadro Katherine en rojo, que aparece en muchas portadas de los
cuentos y de su Diario. Su vida fue
intensa en creaciones literarias y en amores desprejuiciados. DH Lawrence, que
la estimaba mucho, trazó el personaje de Gudrum, en la novela Mujeres
apasionadas, siguiendo el perfil de Katherine. Su última pareja fue John
Middleton Murry, pero al mismo tiempo supo mantener siempre a su lado, a su
secretaria, ayudante y amante Ida Baker. Acaso a ella le dedicó el relato Leves amores, sobre una relación
lésbica.
Fragmentos Mansfield es un
espectáculo que incluye textos, música, canto, danza. Todo está exquisitamente
resuelto, bien hilvanada su narrativa no dejando de sorprender al público a lo
largo de sus 60 minutos. Esta lograda performance se enriquece con creativos y
simples recursos teatrales. Hasta los celos, quizás mutuos entre Virginia Woolf
y Katherine Mansfield, aparecen ilustrados de una manera lúdica y curiosa: la
actriz juega a los bolos en escena y uno de esos bolos a los que patea -y todos
caen- lleva el nombre de la autora de Orlando.
Quizás quienes no leyeron ni sus cuentos ni sus poemas, tampoco su
diario, se queden un poco fuera del espectáculo, pero probablemente salgan de
la función con intenciones de leerla. De todos modos, es difícil sustraerse al sortilegio
que destila Milagros Almeida con su convincente interpretación. Porque con
gracia ella cuenta, da detalles, se burla, ironiza sobre ciertas frases, cita
breves relatos. Para hacerlo tan encantadoramente se apoya en una puesta que
podría definirse como cubista,
puesto que el espacio escénico, si se lo lee como un gran lienzo, incluye
portarretratos, extensos bancos, sillas, mantas, pequeños objetos, marcos de
cuadros vacíos que la artista irá poblando con su figura, en una bulliciosa
tournée teatral. En cada uno de esos marcos se posa la actriz para
transmitirnos algo que no cesa de convocar al público sorprendiéndolo, tal como
lo hacía Mansfield en sus historias breves que capturaban una sensible pintura
de su tiempo.
Milagros Almeida evoca la figura de Mansfield conocida a través de
fotos. Lo hace desplegando con su actuación aquel magnetismo irresistible que,
se dice, sabía atrapar como un imán para invitar a descubrir otras zonas, otros
mundos propios y ajenos que se nos escapan en la rutina cotidiana.
Parte de una reseña en diario La
Nación
Fragmentos Mansfield. Dramaturgia: Sergio Catallani, Miguel Wahren y Milagros
Almeida. Dirección: Miguel
Wahren. Intérprete:
Milagros Almeida. Iluminación:
Sergio Iriarte. Coreografía:
Ana Gurbanov. En Espacio
Callejón (Humahuaca 3759). Funciones:
lunes, 20.30. 60 minutos.