Isabella Rossellini: Los años me sientan muy bien

Por G.T.

Isabella para Vogue Italia, 2023

De tanto en tanto, un/a periodista entrevista a la actriz, modelo, cineasta y escritora Isabella Rossellini y no resiste la tentación de preguntarle por el paso de los años. Entonces ella, pacientemente, gentilmente, vuelve a dar una clase magistral sobre cómo envejecer con serenidad y armonía, gracia y confianza, derrumbando la supuesta idea de que todas las mujeres sufren por el rastro que va dejando el tiempo en sus rostros. ¡Qué zoncera detenerse en las arrugas y no en la libertad que trae esta etapa de la vida!, afirma una radiante IR en una interviú reciente para el New York Times. Dicho diario la llamó so pretexto de hablar de su papel en la ponderada La quimera, de la cineasta italiana Alice Rohrwacher, aunque la charla derivó por otros cauces, como deja claro su título: How to Grow Old Like Isabella Rossellini.

Con Alice Rohrwacher en Cannes, 2023

“Cuando sos joven, hay tantas obligaciones, tantas expectativas: seguir una carrera, alcanzar la independencia financiera, tener hijos, un matrimonio. En la vejez, importa la salud y cuestionarse: ¿qué quiero realmente?, ¿qué deseo?”, declara Isabella, hija de la legendaria actriz sueca Ingrid Bergman y del notable director tano Roberto Rossellini. En su caso, la respuesta se traduce en criar pollos felices, hacer experimentos  lúdicos con lana orgánica y tomar un curso de ornitología, según comparte con el citado rotativo la también etóloga y granjera, que de niña devoraba documentales de la BBC y de National Geographic, soñando realizar los suyos propios algún día.

Haciendo de la carencia virtud, logró su cometido después del deplorable despido de Lancôme. La historia se cuenta sola: durante 15 años, Isabella fue la imagen de esta paqueta marca de perfumes y cosméticos pero, a mediados de los 90s, la firma la echó porque ya no representaba la “fantasía de juventud” que, según su equipo publicitario, atraía clientela ¡Como si no existieran mujeres que se perfuman y pintan de más de 40 pirulos…! En fin, ella manejó la situación como suele: con elegancia y desenvoltura. Alérgica a la nostalgia, y con cuarenta y pico, se inscribió en la universidad para estudiar el comportamiento de los animales; fundó una granja ecológica en Long Island; escribió sus memorias; creó y dirigió una aclamada y muy entretenida serie de cortometrajes sobre la conducta de los insectos…

Por supuesto, en su momento, el desaire de Lancôme la dejó un tanto abatida: “Dolió porque tuve mucho éxito y faltaron al no reconocerlo. En cierto modo, yo inventé la figura de embajadora global de marca; antes, lo que se esperaba de una modelo era que fuera bonita y estuviese callada”. De todas maneras, actualmente no lamenta lo sucedido: le permitió zambullirse en una faceta científica hasta entonces inexplorada y reafirmarse en su independencia financiera, motorizada por la joie de vivre que la acompaña desde niña. Un ejemplo: cuando era chica, la casa familiar solía vaciarse de muebles, que su papá debía vender para costear sus films; pero lejos de generarle angustia esa situación, la veía como una oportunidad… de andar en bicicleta dentro del departamento.  

Isabella en La Quimera, de Alice Rohrwacher

El reconocimiento de la maison sí llegó, pero bastante tarde: hará cosa de diez años, Lancôme volvió a ficharla para que ocupara el mismo rol de antaño, pidiendo disculpas que la magnánima Rossellini aceptó sin el menor problema. “¡Miren que estoy más arrugada que antes!”, les aclaró, por si las mosquitas, la actriz de Terciopelo azul y La muerte le sienta bien, aludiendo a lo que acostumbra mencionar cada vez que tiene un micrófono cerca: que suscribe a la belleza natural, que inyectarse “venenos” o hacerse retoques es filosóficamente incompatible con su manera de pensar y conducirse. Ningún chamuyo; para muestra, la portada de Vogue Italia que la tuvo como chica de tapa hace tan solo unos meses, a la que accedió con una única condición: que no le cambiaran ni media pestaña. “Me parece tan reduccionista intentar parecer más joven de lo que en realidad soy. Además, en cualquier caso, es una batalla perdida”, se sonreía entonces quien, asimismo, se muestra chocha porque “las nuevas generaciones hoy busquen definiciones de belleza más modernas e inteligentes”, “ancladas en nociones de expresión personal y creatividad”.

En la mencionada entrevista al New York Times, comenta Isabella que “Charles Darwin se preguntó de dónde provenía el altruismo. Si la evolución es la supervivencia del más apto, ¿cómo sobrevive este afán desinteresado por procurar el bien ajeno? Él supuso que quizá fuera una extensión del amor materno… Hoy en día en mi campo de la ciencia, que es la etología, se debate mucho sobre la cooperación y la supervivencia de los más amigables; un dominio que, a mi entender, es en gran medida femenino”. En esa misma nota, la cronista cotilla indaga demasiado en su vida amorosa, hasta que Rossellini -con tono amoroso pero firme- la interrumpe: “No lo tomes a mal, pero ¿puedo hacerte un comentario? Estás haciendo demasiadas preguntas sobre varones, como si la mirada masculina nos definiera. No lo hace. Hay aspectos mucho más importantes que hacen a nuestra propia identidad, como la curiosidad, la amistad, el conocimiento”.