Por Carla Leonardi
De entrada vemos a la protagonista, Inés
(Leonora Balcarce), mientras maneja su auto hacia el conurbano. Cuando aparece
de cuerpo entero al llegar a destino, advertimos que se trata de una mujer en
sus 40, dato no menor respecto de lo que implica esta edad para las mujeres en
términos de expectativas y mandatos sociales y familiares. Inés se apresta a
pasar la Nochebuena en la casa de los padres de su cuñada; toda su tensión
interior ya se percibe en esas primeras escenas, donde unas pitadas al porro
ofician de relajante.
Inés se presenta sola, sin pareja estable, sin
hijos, con un contrato de trabajo en un teatro pronto a finalizar. Lo hace en
el contexto de una reunión familiar por excelencia como es la Navidad, donde la
carga simbólica de esta festividad se traduciría en que su hermano y su cuñada
se encuentran en la llamada “dulce espera”.
Es notable la interpretación de Leonora
Balcarce. Sobre ella descansa la película y la actriz sortea el desafío del
protagónico con solvencia. Quienes conocen a la directora pueden leer una
ficción de clara impronta autobiográfica, muy personal. Balcarce logra dotar a
su Inés de los rasgos de personalidad y apariencia exterior propios de Sabrina
Campos pero, al mismo tiempo, no incurre en la imitación. Su Inés se construye
desde la distancia justa que evoca a la directora en calidad de alter ego, sin
ser una copia, ya que consigue imprimirle su propio sello interpretativo.
Otro gran acierto sobre el que se apoya la
película es la fotografía a cargo de Iván Gierasinchuk. El juego con el foco y
el fuera de foco, los primeros planos cerrados sobre el rostro de Inés,
consiguen el efecto de teñir lo familiar con una atmósfera claustrofóbica; a la
vez, al dejar fuera de campo lo que se conversa alrededor de ella, se sugiere
la fuerza imperativa de los mandatos sociales y familiares que pesan sobre las
mujeres de su edad en lo que hace a formar una familia y al éxito
económico-laboral. En este punto, el largometraje se emparienta con La
reina, cortometraje documental de Manuel Abramovich acerca de los
mandatos estéticos y exitistas que pesan sobre las niñas que concursan en el
carnaval de Gualeguaychú y el padecimiento que éstos acarrean en las chicas. La
diferencia reside en que Inés, al ser adulta, no permanece totalmente pasiva frente
a las coerciones; puede oponerles su palabra tajante como un intento de
mantenerse estoica frente a los remanidos lugares comunes que enuncian quienes
la rodean.
Por la temática que aborda, Ven
a mi casa esta Navidad probablemente sea mejor apreciada por el
público femenino que seguramente pueda sentirse identificado con el derrotero
emocional de la protagonista en algún momento de su vida. No obstante, acaso
cale en espectadores dispuestos a abrirse a las misteriosas complejidades del
amor, el deseo y el goce de la mujer. Emotiva y delicada, su belleza estética
evita el trazo grueso del panfleto de cierta agenda feminista, presentando la
pregnancia que tiene, aún hoy, el lugar tradicionalmente asignado a la mujer
como esposa y madre y los prejuicios y prescripciones que pesan sobre la mujer
soltera. Al mismo tiempo, puede leerse como un logrado saber hacer de la
realizadora con la dimensión de la soledad, al transformar lo personal en la
experiencia colectiva de una ficción cinematográfica capaz resonar con otras
soledades.
Ficha Técnica:
Título original: Ven a mi casa esta Navidad
Dirección y guion: Sabrina Campos
Reparto: Leonora Balcarce, Marita Ballesteros, Manuel Callau, Claudia Cantero,
Mara Bestelli, Bárbara Masso, Gabriel Fernández, Guido Losantos, Valentín Wein.