La potencia paradojal de una piedra que flota en el agua

Por Carla Leonardi


El goce femenino según Lacan es imposible de representar. Entonces: ¿de qué manera poder transmitir algo de eso que se siente en el cuerpo? La poesía, por ir más allá de la representación y de los sentidos fijados, se vuelve una vía privilegiada para acceder a algo de esa experiencia de cuerpo que siempre se escapa. En la indagación de estas cuestiones es interesante leer Inundación (2019) de la admirable escritora argentina Eugenia Almeida, referente insoslayable de la literatura de su provincia de origen, Córdoba, y autora de las novelas El colectivo (2007), La pieza del fondo (2010), La tensión del umbral (2015) y del libro de poesía La boca de la tormenta. Además es periodista, docente y difusora de temáticas literarias en su columna radial del programa Mirá quien habla de la Universidad de Córdoba.

Si lo femenino es insituable o inclasificable, el primer movimiento de Almeida es deshacer las fronteras entre los géneros literarios. Así, Inundación puede leerse como un ensayo sobre escritura, como testimonio de su singular proceso de escritura, incluso como poesía y, en tanto tal, como esfuerzo por cernir cada vez el goce femenino inasible. A este respecto, la escritora se propone construir, a lo largo de las páginas de su libro, un “alfabeto del silencio”. Por ello cada capítulo lleva por título una palabra que comienza con cada una de las letras del abecedario. Las letras como puros dibujos trazados en el papel intentan atrapar algo de lo innombrable e inaudible del goce femenino, que se pone a jugar allí porque como bien dice la autora “siempre se escribe con el cuerpo” y como bien dice Duras “se escribe como se desea”.


Almeida propone la escritura como acto que se produce en el movimiento mismo de escribir, en un momento singular, sin intención alguna, que trastoca las coordenadas espaciales (del adentro y el afuera) y temporales del antes y el después. Se trata de una suerte de flecha empujada por el deseo, que corta el aire y que no permite distinguir entre el creador y lo creado. También la expresa como refugio, como locura sin dolor, como la soledad de retirarse del mundo para habitar el umbral de la zona turbia de lo no definido y traer de allí acaso algo inédito a la luz.

Si lo femenino es irrepresentable, no es menos cierto que suele figurarse a través de metáforas acuáticas. El título mismo, Inundación, da cuenta de algo del goce que pulsa y que desborda el cuerpo, el espacio, el tiempo, lo cognoscible, lo decible, lo significable, pero que el gesto mismo de escribir busca contornear, encausar incansable y tozudamente una y otra vez. Y todo esto Almeida lo escribe y lo transmite con una belleza tan exultante, que en ese fallido salto de fe de pasar la vibración del silencio al lenguaje, sale a flote del vacío en que se instala el libro mismo. Inundación como artificio construido con la lengua no solo es una tabla de salvación para la autora, es también su amoroso regalo para que podamos mantenernos a flote en el oscuro mar de lo sin nombre.


Ficha literaria:

Almeida, Eugenia; Inundación. El lenguaje secreto del que estamos hechos.

124 páginas, Ediciones Documenta/Escénicas, Córdoba, 2019.