Puy Navarro, la teatrista valenciana que se atreve a plantear en escena el derecho a la muerte digna

Por Moira Soto

Else y Henry, puesta actual

Hace un año, en noviembre de 2021, se ofrecieron en Buenos Aires dos funciones en formato semimontado, de una polémica y emocionante obra que hace foco sobre el tema del derecho ciudadano a la eutanasia. El texto, Else y Henry, lleva la firma de Puy Navarro, una valenciana tan cálida como emprendedora que se hizo presente para dirigir esa puesta, con vistas a estrenarla localmente en 2022. Dramaturga, guionista de cine, actriz, productora, directora, Navarro vino también a hacer diversas gestiones relativas a la presentación local, en coproducción argentino-española, de esta pieza primeramente presentada en su ciudad natal (y en vías de convertirse en un film). En la ocasión, la docente, dramaturga y directora concedió una entrevista a Damiselas en apuros, que se reproduce parcialmente a continuación, tomando los párrafos que remiten a la obra Else y Henry, que se está ofreciendo estos días en la sala El Extranjero, hasta fin de mes, para reponerse en 2023. Bajo la sensible dirección de Navarro, con acertadas proyecciones de video y un rendidor elenco encabezado por Silvina Katz, Marcelo Pozzi, Alexia Moyano, José María Samela, Bautista Duarte y Emiliano Barabino, más el aporte en escena de los músicos Fito Lema e Ivo Sebastián.

Como quedó dicho, este texto plantea abiertamente la discusión sobre el derecho a una buena muerte, o a la muerte digna asistida. Un tema todavía tabú en nuestro país, aunque ya existen tres proyectos de ley que proponen ampliar la regulación de eutanasia pasiva -permitida en la Argentina en acotados casos- hacia la eutanasia activa. Y que, después de la apertura del debate y la conquista del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, sin duda dará lugar a saludables controversias.

Puy Navarro

La cuestión de la eutanasia se sigue discutiendo incluso en países que han flexibilizado el acceso a la muerte asistida en situaciones terminales, de sufrimiento insoportable donde, obviamente, la decisión es tomada por el/la paciente (Francia, España, el estado de Oregon en Norteamérica), mientras que en Colombia desde 2018, en Bélgica, Suiza y Holanda se reconoce sin rodeos ese derecho (lo que lleva a quienes puedan pagarse los gastos, a hacer su última peregrinación hacia esos tres últimos países). Mismo el parlamento austríaco ha legalizado el suicidio asistido. Aunque todavía pesan mandatos religiosos, algunas cifras son contundentes: en Francia, en 2013, en una gran encuesta, el 92 por ciento se manifestó a favor de la eutanasia en el caso de enfermos incurables con gran sufrimiento; ya en 2016, el 4 por ciento de las muertes anuales en Holanda fueron por suicidio asistido.

Si bien existen algunas obras de teatro que rozan esta problemática, ha sido el cine el medio artístico que más la ha tratado desde mediados del siglo 20, cuando irrumpió André Cayatte con su polémico film ...Y se hizo justicia (una mujer promete a su amante enfermo de cáncer ayudarlo a morir si su salud empeora, cumple su compromiso y es juzgada). Entre otras películas que directa o indirectamente tocaron el asunto de la eutanasia se pueden citar: Las invasiones bárbaras (2003), Million Dollar Baby (2004), Mar adentro (2005), Miele (2013), Euphoria (2014), La Vanité (2014).

Puy Navarro se inspiró en hechos reales para escribir su obra Else y Henry, dando así cauce a su toma de posición  frente a una cuestión que engloba los derechos de elegir tratamiento, rechazar el encarnizamiento terapéutico y poder partir dignamente. He aquí la entrevista anunciada más arriba.

Estudiaste teatro en Cuba y en los Estados Unidos, también hiciste cursos de guion y de escritura creativa, nada menos que con Antonio Muñoz Molina en la New York University. ¿De qué manera incide en tu formación el haber estado en países tan diferentes, habiendo partido de tu Valencia natal?

-Yo creo que una de las razones por las que decidí viajar y buscar nuevos horizontes, fue la necesidad interior de aprender y conocer más. En Cuba estudié en el Instituto Superior de Arte, teatro físico en la tradición de Barba y Grotowski. Y en New York, estudié el Método y luego profundicé en la técnica Meisner, en el American Academy of Dramatic Arts. También trabajé en la tradición de Viewpoints de Anne Bogart, con la compañía de teatro de Rebecca Holderness. En esa ciudad trabajé veinte años en diferentes compañías de teatro y produciendo mis propias obras con mi gran amigo, hermano de vida y compañero de las tablas, Francisco Reyes. Y fue cuando quise llevar una versión mía bilingüe de La vida es sueño a la pantalla grande que comencé las clases de guion y de escritura creativa. Poder asistir a las clases de Muñoz Molina durante tres semestres fue un sueño hecho realidad. Uno de mis compañeros de clase, durante un semestre, fue el notable escritor argentino Federico Falco, autor de la novela Los llanos. 

¿La práctica del yoga influyó concretamente en tu quehacer artístico, en tu creatividad?

- Gracias al yoga, surgió mi primer guion de cine, inspirado en La Vida en Sueño y los desaparecidos de Argentina durante la dictadura del 1976. Y luego siguió la obra de teatro. En noviembre del 2019, gané un concurso de pitch de cine en Los Ángeles, y el premio fueron 6 semanas en Suiza en la residencia de artistas Villa Ruffieux en Sierre, para escribir el primer borrador del guion de cine de Else y Henry.  Por otra parte, cuando dirijo me gusta comenzar los ensayos con una relajación donde introduzco elementos de yoga y a través de visualizaciones y trabajo corporal, llevo a los actores al mundo emocional de sus personajes y de la obra. Y al acabar los ensayos hacemos también un círculo de conexión y de agradecimiento a todos los compañeros por el trabajo realizado. Así lo fue también en el teatro El Extranjero antes de cada representación para conectarnos y entrar al escenario en la misma sintonía.

Else y Henry, puesta en cartel

Antes de conocer la historia real de Else Schmidt y Henry Klumb, ¿te habías detenido a reflexionar sobre el polémico tema de la eutanasia, el derecho a una muerte digna? ¿Tenías una posición tomada al respecto?

Yo siempre he sido partidaria de poder elegir una muerte digna. De jovencita ya pensaba que no quería ser una carga para nadie de mayor, y que cuando ya no pudiera valerme por mi misma, preferiría irme por cuenta propia. El 13 de octubre de 2016, mi padre murió en mis brazos. Yo estaba viviendo en New York, y volé a Valencia tan pronto como supe que estaba ingresado en el hospital. Vengo de una familia numerosa, tengo dos hermanas y dos hermanos. El hospital solo permite un visitante durante la noche, y como yo era la que había estado viviendo en el extranjero durante mucho tiempo, decidimos que fuera yo la que pasara esa noche con mi papá. Me llevé mi pijama y una mantita. Mi papá estaba inconsciente y su respiración era muy pesada. Se suponía que yo debía dormir en un sillón a sus pies, pero decidí saltar a la cama del hospital y acostarme a su lado. Puse mi mano en su pecho y le susurré al oído: “Papá, puedes quedarte o puedes irte, decidas lo que decidas, estamos aquí para ti. Si quieres quedarte, quédate. Pero si quieres ir, vete en paz, felizmente”. Durante aproximadamente una hora, la respiración de mi padre comenzó a ser muy ligera hasta que casi era imperceptible. Estaba muy tranquilo, muy relajado... Y muy dulcemente mi padre expiró… y nunca más volvió a inspirar. Su alma abandonó su cuerpo. Por supuesto que generalmente sufrimos mucho cuando alguien querido se va, pero en ese momento yo sentí paz interior y felicidad por él. A mi parecer, mi padre decidió que eso era lo mejor que podía hacer dadas sus circunstancias. Él nunca hubiera vuelto a ser el mismo hombre fuerte, alegre y dinámico que era antes de ingresar al hospital. La muerte es lo único inevitable en la vida, y es la causa de la mayor parte del sufrimiento humano. Pero, ¿qué pasa si tomamos el miedo a la muerte y lo transformamos en un ícono de amor? Esa fue mi intención al contar la historia del amor entre Else y Henry. Un amor tan grande que va más allá de los límites de la muerte. A Else le han diagnosticado una enfermedad terminal. Ella le ruega a Henry, el amor de su vida, que detenga su dolor y precipite su muerte. ¿Lo hará Henry? ¿Lo harías tú? Nos han enseñado que necesitamos el cuerpo para existir. Pero ¿y si fuera al revés? No somos un cuerpo que tiene alma, sino que somos un espíritu que transita temporalmente en el cuerpo. Ese es el argumento de Else... Y ella intentará convencer a Henry, un buen cristiano, para que le ayude a morir dignamente.

¿Hasta dónde la pieza  Else y Henry está basada en personajes de la vida real?

Esta pieza está inspirada en tres hojas manuscritas de un diario, sobre un episodio de enfermedad, que encontré en la casa del famoso arquitecto alemán Henry Klumb, quien, en su tiempo, fue asistente de Frank Lloyd Wright. En junio de 2014, visité Puerto Rico con motivo de la boda de mi mejor amiga, Celeste Rivera. El World’s Monuments Fund había comisionado a 30 artistas de la isla, para crear obras de arte inspiradas en la Casa Klumb, con el fin de recaudar los fondos necesarios para restaurar la casa. El hermano de Celeste, el artista Quintin Rivera Toro, me invitó a participar en su video arte Tú vives en mi pensamiento, que fue filmado dentro de la casa Klumb donde interpreté al espíritu de Else Klumb. Mientras filmaba allí, encontré tres páginas de un diario que escribió Henry, del 6 al 9 de mayo de 1984. Estas páginas contenían el relato de una enfermedad aguda que uno de los dos padecía, y que Henry anotaba. El único dato biográfico que encontré sobre ellos es que ese mismo año, 1984, murieron juntos en un accidente automovilístico. A raíz de esa experiencia, en 2015 escribí la pieza de ficción que titulé Else y Henry, y que desarrollé en la Residencia del Teatro ‘Creador.es’, en Valencia, bajo la dirección de Alejandro Tantanian. En 2016, mi obra recibió el tercer premio en el Concurso Nacional de Escritura Latinoamericana en los Estados Unidos Nuestras Voces, organizado por The Metlife Foundation. La obra fue publicada en España por Ediciones Episkenion.

¿Y ahora va camino de convertirse en un film?


- En noviembre de 2019 fui seleccionada junto a otros nueve escritores miembros del colectivo DreamAgo, o del DGA, Directors Guild of America (Gremio de Directores de EEUU) o Nicholl Fellows (Guionistas de la Academia de Cine de EEUU, ‘Oscars’), para competir en un concurso de “Pitch” de guion en Los Ángeles, que gané con el proyecto de llevar Else y Henry a la gran pantalla. El premio fueron 6 semanas en la Residencia de Escritores RUFFIEUX RESIDENCY en Sierre, Suiza, donde escribí el primer borrador de la película. Mi intención con el guion de cine de Else y Henry, es llevar esta historia de amor que va más allá de la muerte a otro medio de expresión que me interesa. Me gustaría seguir explorando nuestro derecho a elegir una muerte digna. Y de alguna manera hacerle un homenaje a mi padre, que supo irse cuando así lo decidió.

En los años 90, España -que ha flexibilizado recientemente la ley- asistió a la larga lucha de Ramón Sampedro para lograr ser asistido en su muerte luego de estar 30 años tetrapléjico por causa de un accidente en su juventud, un drama que fue reflejado por Alejandro Amenábar en el film Mar adentro, con gran actuación de Javier Bardem. ¿Cómo te afectó conocer todo ese proceso del escritor que al final logró cumplir su deseo?

- En palabras de Ramón Sampedro: “El derecho de nacer parte de una verdad: el deseo de placer. El derecho de morir parte de otra verdad: el deseo de no sufrir. La razón ética pone el bien o el mal en cada uno de los actos. Un hijo concebido contra la voluntad de la mujer es un crimen. Una muerte contra la voluntad de la persona, también. Pero un hijo deseado y concebido por amor es, obviamente, un bien. Una muerte deseada para liberarse de un dolor irremediable, también. Considero que vivir es un derecho, no una obligación. He sido obligado a soportar esta penosa situación durante 28 años, cuatro meses y algunos días. Pasado este tiempo, hago balance del camino recorrido y no me salen las cuentas de la felicidad. (...) Solo el tiempo y la evolución de las conciencias decidirán algún día si mi petición era razonable o no”. Creo que hemos llegado a un momento histórico donde al menos en España, 20 años más tarde de la petición de Sampedro, la sociedad y sobre todo los políticos, están preparados para afrontar este desafío. El caso de Sampedro sirvió para plantear con franqueza el debate y la aprobación de la ley de eutanasia que finalmente fue aprobada el 17 de diciembre de 2020.

Puy Navarro

¿Qué lugar ocupa la escritura entre tus diversas actividades vinculadas al cine y al teatro?

- ¡Para mi escribir es más un lujo que un deseo! Me cuesta mucho escribir…  Es como si la historia se apoderase de mí, como si quisiera ser contada a través de mí. Y yo tengo que sufrir los dolores de parto cuando ni siquiera estoy segura de estar haciéndolo bien... Lo más bonito para mí en el teatro es asistir a la reacción del público. Y eso sí que lo he sentido de primera mano en New York, en Valencia y en Buenos Aires. Hay algo en mi texto sobre Else y Henry que conecta con la sensibilidad humana y eso me da mucha satisfacción. Cuando escribía, intentaba escuchar las voces de los personajes, ¿qué diría Henry? ¿Qué le respondería Else? ¿De qué modo cada uno podía defender su postura y, a su vez, cómo, individualmente, asumiría sus propias contradicciones, que creo que son las contradicciones que tenemos todos los seres humanos? Seguramente este coincidir es lo que toca el corazón del público.

En este siglo se van conociendo cada vez más historias de personas con enfermedades incurables que no quieren alargar un sufrimiento insoportable e inconducente. Quienes tienen dinero, se marchan a Holanda, a Suiza, a Bélgica donde pueden cumplir su decisión sin rodeos. No hace mucho sucedió con el prestigioso botánico australiano David Goodall, de 106 años, que no estaba enfermo, pero consideró que su calidad de vida se había deteriorado lo suficiente como para dejar este mundo. Y lo hizo en Suiza mediante la Fundación Eternal Spirit, escuchando a Beethoven. ¿Por qué pensás que en algunos países donde ya fue aceptado el derecho a la muerte digna -como España, Italia o Francia- a la hora de conceder el permiso dan tantas vueltas?

- Como dijo el titular de la CNN: “El botánico David Goodall, de 104 años emprendió un viaje de más de 10 mil kilómetros para someterse a un suicidio asistido”. Creo que ahí radica la problemática de ciertos países, como España, para extender la ley no solo a enfermedades terminales, sino a los deseos de un ser humano que decide que ha llegado su momento. Como defiende el Doctor Fernandez, el personaje de mi obra Else y Henry, él ha hecho el juramento hipocrático, y su labor no solo es hacer lo posible para salvar la vida del paciente, sino que también tiene que conseguir que el paciente colabore.  Creo que la sociedad todavía tiene que quitarse ese estigma de que el suicidio es “malo", que proviene de creencias impuestas. No es ni malo ni bueno. Es una decisión que un ser humano toma voluntariamente, y en estos casos a los que nos referimos, piden al estado que les ayude en su empeño. Y eso es lo que está mal visto… ¿Por qué? No lo sé con exactitud… Tendríamos que abrir la conversación para que hablar de la muerte o del suicidio no fuera un tabú. Te cuento un caso cercano: la madre de mi cuñado Cas, el marido de mi hermana Mayte, una señora de 86 años de edad que se llamaba María Theresa -Mike para sus amistades- residente en Tilburg, Países Bajos, una semana antes de que yo aterrizase en Argentina consiguió cumplir con el derecho a que los médicos le practicaran la eutanasia tras tres intentos. Ella no estaba mal físicamente, pero era infeliz cada momento de su vida. Quería acabar lo antes posible con este sufrimiento y sus deseos fueron escuchados. Fue asistida y se marchó tranquila y con buena disposición, acompañada de sus dos hijas y sus dos hijos.

Else y Henry

En el teatro, el derecho a decidir sobre esta “última libertad” -como definió en 2016 Marisol Touraine, ministra de salud francesa- ha sido encarado en contadas oportunidades. En cambio, el cine se ha acercado con más frecuencia desde el siglo pasado, con el film de André Cayatte …Y se hizo justicia. ¿Tuviste en cuenta algún referente de la ficción cuando te pusiste a escribir Else y Henry, obra que plantea el firme deseo de una mujer madura de no bancarse el encarnizamiento terapéutico porque sabe que su mal es incurable?

En realidad, yo me inspiré más en películas como Amour, de Michael Haneke. Quería profundizar en la historia de amor. ¿Qué es lo que estamos en condiciones de hacer por la persona que amamos? ¿Somos capaces de afrontar la soledad cuando la persona que está a nuestro lado se va? Ahí se plantean también otras preguntas… Henry acaba de reconectar con su hijo después de 10 años de distanciamiento, pero aún así le puede más ese apego a Else que la vida sin ella… Lo que me gusta de esta obra es que no da respuestas; al contrario, incita muchas preguntas, y creo que eso es lo interesante del teatro, te conmueve, te hace pensar, te transforma, elude la pasividad… Me consta que cuando sales del teatro tras ver Else y Henry quieres dialogar, conectar con otros espectadores, pensar, discutir, aclararte… Cuestionarte la vida. ¡Y para mí eso es maravilloso!

En Else y Henry se trasluce netamente que el personaje de ella -inteligente, irónica, fuerte, apasionada- ha sido cincelado con mucha empatía de tu parte, hasta se diría que con cariño. Es un buen regalo para una actriz…

-La verdad es que les tomo mucho cariño a todos mis personajes, me gustan sus imperfecciones y sus contradicciones. A veces hasta me sorprendo cuando los escucho desde afuera, como si no los hubiera escrito yo… Pero es cierto que Else es un personaje especial. Quería que fuera una mujer muy fuerte, y a la vez muy humana. Y he tenido mucha suerte y las actrices que han leído o interpretado el personaje, enseguida se han metido en su piel: puede ser que algo tenga que ver el haberla cincelado con mucho amor y respeto. En la lectura que hicimos en El Extranjero, Silvina Katz la entendió perfectamente, por dentro y por fuera, y le aportó un humor y una fisicalidad impresionantes.

Pese al dramatismo de la situación en la actualidad -aclaremos que la obra transcurre en dos planos temporales-, ella no abandona ese sentido del humor, a veces negro. La breve escena de ella con el hijo adulto de Henry, es un paso de comedia donde, sin embargo, se sugieren cosas muy profundas.

La situación de la obra y las circunstancias de todos los personajes ya son muy dramáticas de por sí. Y yo he querido traer el humor en cada oportunidad que podía. Cuando ensayábamos, en ciertos momentos les decía a los actores: “Esto es un chiste y si lo jugáis bien, y lo defendéis con mucha verdad, el público se va a reír”. Y así sucedió. Una de las cosas que he aprendido de estudiar a Shakespeare, es que, tras una escena muy dramática o trágica, el público tiene que respirar y relajarse, y la mejor manera de hacerlo es riéndose. Como por ejemplo en la llamada “obra escocesa,” justo después del asesinato del rey por M. y Lady M., la escena 3 del segundo acto la abre el portero completamente borracho con un monólogo divertidísimo en el que inevitablemente te tienes que reír.

¿Tu corazón feminista se pone de manifiesto al elegir La vida de Madame de Staël, “la primera mujer moderna”, como libro favorito de Henry? Un detalle que, además, le suma una dimensión a este personaje.

- Es curioso, pero la verdad es que Madame de Staël me eligió a mí... Trabajando en la casa Klumb para el videoarte de mi amigo y artista portorriqueño, Quintín Rivera Toro, encuentro unas bolsas de basura industriales llenas de libros mohosos y polvorientos por el paso de los años, y me doy cuenta de que esos son los libros que leían Else y Henry Klumb. Me llevé alguna hoja suelta que pude rescatar. Uno de esos libros era la Biografía de Madame de Staël, y me pareció perfecta para la obra y para entender un poco más al personaje de Henry, que se siente atraído por estas mujeres tan fuertes que no tienen miedo de decir la verdad alta y clara, pues de alguna manera es un rasgo afín a Henry.

Else y Henry. Foto elenco de la fase semimontado
con la autora y directora

¿Cómo resumirías tu experiencia en Buenos Aires donde -como anticipo del estreno- dirigiste una lectura de Else y Henry, con un elenco de nombres valiosos? 

-Mi paso por Buenos Aires ha sido un paseo por las nubes, un sueño hecho realidad y una experiencia inolvidable. Y desde esta plataforma desearía agradecer de nuevo a cada una de las personas que han hecho posible que Else y Henry se haya materializado en una lectura -o semimontado-, que durante dos días tocó los corazones del público que llenó por completo la sala El Extranjero, empezando por el CCEBA (Centro Cultural de España en Buenos Aires), sin cuyo apoyo económico e institucional esta experiencia mágica no hubiera sucedido.

Tengo entendido que hiciste contacto con mucha gente vinculada al quehacer teatral... 

Lo que más me ha impactado ha sido la calidad humana y la generosidad desprendida de cada persona que se ha cruzado en mi camino. Gestores culturales como Jorge Telerman, Eduardo Almirante Arena; artistas como Marcelo Balsells, Graciela Taquini; directores de teatro, tanto del independiente como del circuito comercial y el oficial: Alejandro Tantanian, Javier Daulte, Sebastián Blutrach, Vivi Tellas, Rafael Spregelburd, Mariano Stokilner, Federico Buso, Alejandro Casavalle, Carla Castarelli, Alejandro Vizzotti. Actores y actrices: Patricio Witis, María Figueras, Agustín Telle, Matia Broglia, Lorena Viterbo, Santiago Ceresetto, Teresita Rellihan, Santiago Fraccarolli, Jorge Gentile, Renata Moreno, Gonzalo San Millán, Maga Huberman, Cecilia Lafuente, Cecilia Branca, Marco Antonio Ciocca. Vestuaristas como Paula Molina, los técnicos Julio López, Bárbara Sotelo. Más actores y actrices: Jorge Marrale, Arturo Bonín, Cristina Banegas, Marta Lubos, María Onetto, Silvina Sabater. Los músicos Rafa Sucheras, Andrés Manrique, Ricardo Dubatti, Juan Andrés, Sergio Martínez. La prensa de Alejandro Zarate, los productores de cine Nacho Rey, Rocío Gort, Alejandro Israel, Pablo Ingercher, Enrique Pereyra… En fin, todos los teatreros y teatristas, toda la gente de nuestra maravillosa profesión que me han abierto sus brazos y han intentado ayudarme en la medida de sus posibilidades. También me llevo conmigo en el corazón la pasión que hay en el teatro independiente de Buenos Aires, la creatividad tan grande y tan envidiable. No puedo estar más contenta y agradecida a mi amigo del alma y coproductor, Bautista Duarte, que además encarna a Richard en Else y Henry. Montamos oficina de producción en su casa, gracias a la generosidad, cariño y paciencia de su pareja, Juan Martínez, y conseguimos un elenco de lujo: Silvina Katz, Marcelo Pozzi, Alexia Moyano, José María Gómez Samela (que también formó parte de la producción) y Martín Urbaneja *. Nuestros entrañables músicos que armonizaron cada escena con su toque mágico, Fito Lema y Alejandro Navoa. Y por cierto, la doctora en Cuidados Paliativos Erin Prilick, que tras cada función moderó un Death Café o Café de la Muerte, para hablar sobre este tema y abrir el diálogo con el público sobre sus experiencias personales y su opinión sobre la obra Else y Henry.

*Este actor fue reemplazado por Emiliano Barabini en la versión escénica que se ofrece actualmente.

Else y Henry va los sábados a las 16 hasta el 26/11, y el domingo 27/11 a las 20. En El Extranjero, Valentin Gómez 3380