Paraíso S.A.

Por Florencia Bendersky

Collage de Juliana Rosato
para Damiselas en Apuros

Bien, después de la saga de Historias de la muerte partes 1, 2 y 3, inaugurar otros temas me estaría costando más de lo previsto.

Escribí -para esta entrega- una primera nota muy autobiográfica que descarté. Sí, ya sé, querida lectora, querido lector, que ustedes me interpelarán: Nena, qué te hacés (siempre imagino a lectores irrespetuosos que me tutean, y no saben mi edad) si todo lo que escribís es autorreferencial. Lo sé, lo sé… Pero les aseguro que esta biopic empalagaba de descarado narcisismo, y decidí guardarla para el caso de que alguien tenga alguna vez que escribir mi obituario.

Pensé en armar la consabida nota de fin de año, pero ya les he contado en otras entregas padecimientos personales: mi cumpleaños cuasi navideño, mis fobias a las cañitas voladoras y lo sospechosa que me resulta la gente que sabe dónde vacacionar desde agosto.

Le había prometido a mi querida editora una nota sobre algunas historias incluyendo jugosos chusmeríos del ambiente artístico -ya veo el brillito libidinoso en vuestros ojos-, pero me parece que quedará para el 2023, porque es una colección que sigue creciendo día a día.

De modo que, revolviendo los nuevos arcones cibernéticos, tan lejanos a los de Bolaño, encontré en mi drive un pequeño monólogo escrito para algún fallido concurso que me parece le da perfecto cierre al ciclo mortuorio y al 2022. Los invito a vivir una experiencia nueva en estas páginas que escribo. Hagamos un crossover entre autorrelato, crónica y teatro. La obra que les traigo, transcurre en el paraíso. No es el paraíso bíblico, tampoco el del Renacimiento. Este paraíso es bastante nuestro, tiene aspiraciones de pequeña revolución y empieza así:

Vemos una oficina celestial donde hay un moderno escritorio y un gran ventanal hacia un cielo tardío. Sentada frente a este mueble hay una mujer de unos 50 años, parece una azafata y viste de color obispo. Tiene en su cabeza unos auriculares con micrófono y delante de sus dedos un teclado infinito. En un lateral hay una antigua central telefónica blanca repleta de lucecitas rojas que se prenden y apagan. La calma parece perpetua, pero la central de llamadas no deja de vibrar. La mujer es telefonista y con desenvuelto profesionalismo maneja dicha central. Cuelga y descuelga, atiende, corta y vuelve a llamar. Siempre habla ella, los guiones entre sus parlamentos representan a sus interlocutores.

Telefonista: Buenas tardes, Paraíso Sociedad Anónima al habla. - Sí señor, ha pronunciado bien  sus plegarias y en un momento le responderemos, no corte por favor. - Buenas tardes, Paraíso Sociedad Anónima en qué puedo ayudarle. -Todas sus oraciones han sido recibidas y se encuentran en proceso de resolución, no corte por favor. - Buenas tardes, Paraíso Sociedad Anónima, lo escucho -. No, en este momento no se encuentra. ¿Quiere  dejarle un mensaje? - Ajá. Claro, comprendo su preocupación, pero puedo  asegurarle que todos los servicios se encuentran en funcionamiento. - ¿Cómo  dice? - No, imposible. ¿Quién se lo dijo? - Ajá, comprendo, déjeme consultar por  favor, no corte (conecta con otra línea) - ¿Hola, gerencia? Soy Marta, la telefonista, ¿se encuentra San Pedro? Tengo un  llamado inquietante. - Bueno, lo espero. (cambia de línea).- Por favor no corte.  (cambia de línea.)

- Hola, sí, cómo está. Mire, me llaman desde la tierra,  parece que hay una amenaza sobre la existencia de Dios. - Si, lo sé, pero no es  ateísmo - No, tampoco Nietzche. Esta persona dice que tiene secuestrado a  Dios y que si no le depositamos mil billones de bitcoin en 40 minutos hora  zoom, lo van a ejecutar. - Si, sé que es un absurdo. - Ajá. Bueno, le pregunto,  no corte. (cambia de línea).

-Hola, sí, yo de vuelta, hablé con la gerencia y me dijeron que es imposible. - Claro, no. - Bueno, sí, es lógico. Aguarde un momento que consulto, no corte  por favor. (cambia de línea).

-San Pedro, acá estoy. Me dijo que Dios fue capturado a través del nuevo software que se llama Fe,  que Él mismo entró a mirar y ahí ¡zas! fue cuando lo apresaron las A. I. y  se encuentra en un servidor en Islandia. - Sí, según Wikipedia, Islandia tiene 364.134 personas. - Son pocos pero un ataque así los pondría en peligro, mire que el almacenamiento ya está detonado con el Covid19 que mandó para cubrir  el último desaguisado, si sigue entrando gente van a tener que empezar a dejarla en la escalera. - No, no lo llamé. - Es que es la hora de la siesta. ¿Está  seguro? Usted sabe que no le gusta que lo molesten. -Bueno, pero usted se  responsabiliza si se levanta de mal humor, la última vez que lo desperté fue con lo del Big Bang. - OK, ahí voy, no corte. (cambia de línea, llama un largo rato pero nadie atiende, corta y cambia de línea). 

-De vuelta yo, Marta. No atiende. - Si, un rato largo. - Debe ser verdad  entonces, las A.I lo capturaron, que horror. - A. I: inteligencia artificial. No lo  tome a mal San Pedro, pero estaría bueno que haga el curso de sistemas de una  vez por todas. - No se enoje, pero después del Nuevo Testamento pasaron  cosas. - No me grite y haga algo. ¿Va a pagar o no? – Ajá, es osado, pero le  confieso que me resulta atractivo. -¿Pero usted puede hacer eso?- OK, pero me  lo pone por escrito, no quiero que después en Recursos Celestiales haya quejas. (cambia de línea).

-Señor secuestrador, ¿sigue ahí? - Bueno, queremos decirle que no vamos a  pagar nada. Aprovecharemos el secuestro de Dios para instaurar un nuevo orden no patriarcal, el paraíso como toda institución debe avanzar y a partir de este momento, yo, Marta Gonzales he pasado a ser Diosa. - Imagino su sorpresa, pero ya está hecho, la revolución ha comenzado y en cierta forma usted es un protagonista. - Claro, claro, pero no se enoje. ¿Quiere un consejo?: escriba, busque un papel lindo porque en piedra es muy engorroso. - No diga eso, los anteriores fueron best-sellers durante siglos. Mire, pienso que hasta puede ganar mucho más que con lo del secuestro, pero apure, métale pata, porque mañana a partir de las 7 las cosas acá y allá van a cambiar. Desde ya agradecemos su  colaboración y no dude en volver a llamar. Todas sus oraciones serán  atendidas a la brevedad. La Paraísa Sociedad de Responsabilidad Limitada sigue cuidando a sus fieles.