Por Moira Soto
Crédito Ron Galella Getty Images |
Gran fumadora desde los 14, no llegó a graduarse en Historia del Arte, en la Universidad de Connecticut, pero en el camino encontró a un marido para toda la vida. No a un bohemio, precisamente, sino a un hombre de negocios que se convertiría en exitoso banquero. A los 17, la princesa de la moda que sería reina hasta después de su muerte en 2005, fue a la primera cita con una prenda de Dior (heredada de su progenitora) que el señor Thomas Lenox Kempner supo apreciar. Antes de casarse, Nan, en plan de devenir pintora, se tomó un año sabático en París, estudiando con Fernand Léger, qué menos. Hasta que le cayó la ficha de que lo suyo no era crear arte sino elegir y lucir creaciones de la más alta costura, su verdadera pasión que asumió a full.
Con la crème de la crème, Calvin Klein, Baryshnikov, Valentino. 1989 Crédito Ron Galella - Getty Images |
Pero no todo es frivolité y sedas de la China o pieles sedosas en su andar desenvuelto por la vida de las altas esferas: Nan asimismo se dedica a la filantropía, consigue millones y millones de verdes para la lucha contra el cáncer, dona sus elevadas ganancias derivadas del suceso de su libro a obras de bien sin despeinarse la rubia melenita de oro, de corte perfecto.
American Chic, 2006-2007 |
Devotísima de la moda, Nan Kempner asistió religiosamente durante 55 años a todos los desfiles calificados de haute couture (salvo a uno, por razones de fuerza mayor). Colaboró de tanto en tanto con Vogue, con Harper’s Bazaar; de ella se dijo que hacía relaciones públicas con tal encanto que todo el mundo mundano se sentí identificado, individualizado por ella en los eventos, las cenas, el foyer de los teatros… Adoraba frecuentar el Studio 54, encontrarse con Andy Warhol que la pintó y fotografió en 1973. YSL proclamó a quien quisiera oírlo que Nan era “la mujer más chic del mundo”.
Para el día, según su propia definición, prefería “un estilo artificialmente relajado”: unos Levi’s 501, una camisa blanca masculina de hilo de Irlanda, maquillaje que no lo pareciera... Poseedora de la mayor colección particular de alta moda del planeta, después de su muerte, en los años 2006 y 2007 se presentó en el Metropolitan Museum of Art la muestra Nan Kempner: American Chic, curada ¡por Yves Saint Laurent!, con maniquíes luciendo 70 de sus vestidos preferidos.
1a a la izquierda, desfile YSL, 1974, rodeada de finolis Crédito Ron Galella - Getty Images |
Unos de los rasgos de la inteligencia de Nan, quedó dicho, era su agudo sentido del humor. Negro y sutil cuando (cigarrillo, enfisema) ya no podía caminar: “La silla de ruedas es maravillosa para asistir a los desfiles, se los aseguro. Primera clase plus”. A los 70 y pico su rostro se notaba refrescado por el bisturí y Nan K se apresuró a aclarar antes de que el periodismo empezara a murmurar: “Estoy a favor de mejorarse con una cirugía estética, pero que sea practicada como haute couture, que una pueda reconocerse en el espejo. Nada de bótox ni de falsos pómulos ni de labios inflamados”. Hamish Bowles, editor global de Vogue, comentó después de una de sus últimas apariciones en público, en el Upper East Side: “Tardé un buen rato en darme cuenta de que llevaba una máscara de oxígeno, tal la prestancia con que se desplazada”.
Y cuando supo que la hora era llegada, Nan Kempner tuvo ánimos y gracejo para indicar: “Entiérrenme desnuda, que ya encontraré una buena boutique en el sitio al que me estoy dirigiendo”.
Foto de Andy Warhol, 1973 |
Andy Warhol, 1973 |