Por Reina Roffé
Dibujo con anotaciones de Lydia Cabrera |
Ciertamente, estos cuentos que Lydia Cabrera
creó, según dijo, para entretener a su amiga, la escritora Teresa de la Parra,
que se encontraba enferma en un sanatorio de tuberculosos en Suiza, son el
resultado de una extensa labor consagrada a investigar las huellas mágicas y
religiosas que los negros africanos dejaron en la isla caribeña. Sus veintidós
relatos anticipan lo que, más tarde, se denominó realismo mágico y están
escritos con un lenguaje lleno de humor y de sabiduría expresiva; su trazo
denota un saber natural sobre el poder del efecto eurítmico en la escritura.
Relatos que combinan un marcado gusto por el
folclore afrocubano y las leyendas negras de La Habana, en las que abundan
piezas típicas de los yorubas, con una desbordante sensualidad volcada en cada
palabra. En ellos se contemplan fábulas de animales, historias sobre
supervivientes totémicos –como el Hombre-Tigre y el Hombre-Toro- y los mitos de
la creación y de la etnogenia revelándonos con vigorosa imaginación cómo se
originó el primer negro y también el primer blanco.
Lydia Cabrera |
Cuando Federico García Lorca viajó a Cuba en
1930, entabló una entrañable amistad con Lydia Cabrera. Fue ella quien lo llevó
a presenciar una ceremonia secreta afrocubana, que tanta curiosidad suscitaba
en el poeta español.
Décadas después, Cabrera se exilió en Miami.
Allí la encontró otro exiliado cubano, a principios de los ochenta, el escritor
Reynaldo Arenas. En su autobiografía, Antes
que anochezca, Arenas comenta: “... había una anciana sentada debajo de una
mata de mango, frente a una mesita, firmando sus libros: era Lydia Cabrera.
Había dejado su enorme quinta en La Habana, su enorme biblioteca, todo su
pasado, y ahora vivía en Miami en un modesto apartamento y firmaba a la
intemperie, debajo de una mata de mango, sus propios libros que ella misma se
publicaba. Al verla allí -ciega- comprendí que representaba una grandeza y un
espíritu de rebeldía que tal vez ya no exista en casi ningún otro escritor, ni
en Cuba ni en el exilio. Una de las mujeres más grandes de nuestra historia,
completamente confinada y olvidada...”.
Cuentos negros de Cuba puede leerse dando click en este link.
Dibujo de Lydia Cabrera |