Por Carolina Martínez Pulido, para Mujeres con Ciencia
Ya en su época de escolar, Lucy comenzó a coleccionar
plantas por su cuenta y a elaborar su propio herbario. Nunca abandonaría esta
actividad, y su colección de plantas crecería hasta alcanzar cerca de 12 000
especímenes. Cuando murió en 1971, ese herbario fue adquirido por el Smithsonian National
Museum de Washington D.C.
L.E.B. estudió botánica y geología en la
Universidad de Cincinnati, donde se graduó en 1910; en 1912, terminó un
brillante máster en geología. Durante el verano de ese mismo año, se desplazó a
la Universidad de Chicago para trabajar con el destacado botánico Henry
Chandler Cowles (1869-1939), profesor de geobotánica y asimismo ecologista
pionero, que estimuló aún más en ella el interés por las plantas y el entorno
en el que habitan. De vuelta a la Universidad de Cincinnati, Emma Lucy
obtuvo el doctorado en botánica en 1914. Fue la sexta mujer en defender su
tesis en esta institución. Su hermana, Annette Braun, había sido la primera.
A partir de 1914, Braun permaneció en la Universidad
de Cincinnati como docente e investigadora durante toda su vida profesional.
Impartiendo clases de botánica, fue ascendiendo en diversos cargos académicos.
No obstante, pese a la excelencia de su trabajo, no se le otorgó la categoría
más elevada -la de profesora con dedicación a tiempo completo- hasta 1946,
dos años antes de jubilarse. Como en tantos otros casos, esta lentitud en los
ascensos se debió a su condición de mujer. Tras su jubilación fue nombrada
profesora emérita, título que mantuvo hasta su muerte.
Emma Lucy Braun tenía una gran vocación tanto por la
docencia como por la investigación, lo que la llevó a desarrollar un
considerable dinamismo profesional. A tres años de doctorarse, en 1917, fundó
una sociedad con el fin de proteger la flora silvestre, que ha mantenido su
pujanza hasta la actualidad. Desde 1928 a 1933, la joven científica fue editora
y colaboradora de la revista Wild Flower, editada por la citada
sociedad.
Como profesora e investigadora, Braun supo combinar
muy bien el trabajo de campo, en el que era especialmente activa, con sus
interesantes y originales clases teóricas. Muchas de las facetas de su singular
personalidad han quedado reflejadas en una breve biografía escrita por su
antigua alumna, Lucille Durell, quien dejó anotado: «Mediada la década de 1930,
seguí tres cursos de botánica impartidos por una profesora maravillosa, Lucy
Braun. El primero, sobre botánica general, nos transportó por todo el mundo,
desde los polos hasta el ecuador. El siguiente trataba de geografía botánica, y
en él estudiamos los diversos tipos de comunidades vegetales de los Estados
Unidos. Finalmente, en el tercer curso nos concentramos en las plantas de la
región de Cincinnati».
Emma y Annette Braun |
Durante esos desplazamientos, la experta botánica hizo
cientos de diapositivas y numerosas fotografías en color de la flora que encontraba,
que marcaba con numerosos datos incluyendo la fecha, el lugar, el clima,
etcétera. Posteriormente, las exhibía en clases y conferencias, tanto en
la universidad como ante el público en general.
«En algunas ocasiones -relata su antigua estudiante-
Lucy llevaba consigo algunos alumnos y alumnas a expediciones que duraban
alrededor de una semana. Su conocimiento sobre las plantas nativas era
enciclopédico. Mantenía un registro de todos sus viajes, las fechas en que
había visto cada planta, nombre, lugar, condiciones… Cuando se le solicitaba,
podía dar con gran detalle la dirección exacta de la especie requerida».
Lucille Durell subraya que «sus cursos aumentaron
enormemente nuestra apreciación del medio ambiente; gracias a sus enseñanzas
tuvimos mucha más consciencia de la vegetación […]. Pese a que en aquellos
tiempos se hablaba muy poco sobre conservación, Lucy, con su interés y
sabiduría, sembró las semillas que estimularon nuestro compromiso para amar y
preservar la naturaleza».
Otras personas que conocieron a esta singular
científica han expresado que «estar con ella en el campo era apasionante. Le
encantaba estar al aire libre en el campo y ni el mal tiempo ni la lluvia la
detenían. Podía caminar incansablemente». Su pensamiento ha quedado condensado
en la frase: «Solo a través de un estrecho y respetuoso examen de la naturaleza
los humanos podremos comprender y proteger sus bellezas y sus maravillas».
Braun nunca se casó; tras la muerte de sus padres
vivió con su hermana en una original casa próxima al bosque. Allí montaron un
laboratorio y un jardín experimental al que la científica aportó diversos
vegetales. Según recuerda Lucille Durell, las únicas actividades que la
entretenían en casa eran sus plantas y los libros de misterio. Cuando un amigo
expresó su sorpresa ante tales lecturas, ella respondió con naturalidad: «todos
los científicos leen sobre misterios».
La personalidad de la investigadora, según su antigua
alumna, era la de una persona segura y de fuerte carácter, con una férrea
voluntad y poca condescendencia Durell añade que algunas de sus amistades
admitían preferir «mantener la boca cerrada antes que contradecirla».
Recordemos que entre los y las especialistas en
botánica ha habido excelentes dibujantes que han ilustrado su propia obra. Sin
embargo, este no fue el caso de Emma Lucy Braun, ya que ella no pintaba, razón
por la cual contrató a una excelente dibujante llamada Bettina Dalvé,
cuyos comentarios contribuyen a enriquecer el retrato de la científica:
«La doctora Braun acostumbraba a entregarme plantas frescas y un bosquejo con
las instrucciones escritas relacionadas con los detalles esenciales […]. Me
maravillaba la claridad de sus palabras, particularmente por la eficacia con
que se comunicaba conmigo, no siendo yo botánica […]. Sin embargo, no era fácil
trabajar con ella».
Como docente, Lucy Braun tuvo trece estudiantes de máster
y uno de doctorado, nueve de los cuales fueron mujeres. Entre los diversos
obstáculos con que se enfrentaban las científicas universitarias en aquellos
tiempos figuraban los distintos impedimentos, más o menos sutiles, que
encontraban para ser mentoras de estudiantes graduados.
La biografía de Lucy Braun refleja su inagotable
energía que le permitió continuar enseñando hasta mucho después de
su retiro. Científicos y científicas profesionales venían a ella en busca de
ayuda y consejos. Y también lo hacían personas aficionadas que deseaban conocer
detalles sobre el tema. Una de las cuales confesaba a Lucille Durell que «Lucy
me dio a conocer las plantas. Me mostró cómo usar lupas de mano […]; abrió para
mí un mundo completamente nuevo. De ella aprendí tantas cosas sobre la
naturaleza que nunca podré olvidarla». El interés de Lucy Baun por transmitir
conocimientos, sostiene Durell, nunca decayó. Tanto es así que en 1969, a los
80, impartió en el Comité de Mujeres del Museo de Historia Natural de su ciudad
una serie de clases para adultos. Lo hizo al aire libre y fue capaz de mantener
la atención de las más de casi un centenar de personas que acudieron a
escucharla.
Emma Lucy Braun pasó gran parte de su carrera
estudiando la adaptación de las plantas a su entorno. La ecología la deslumbró
tempranamente y enfocó su investigación en los bosques, siendo de su particular
interés comparar la estructura de las comunidades vegetales actuales con las
del pasado. No solo dedicó su vida profesional a escribir sobre sus
observaciones y hallazgos sino que, simultáneamente, se esforzó por impulsar
diversas campañas para proteger y conservar las áreas naturales.
Como ha expresado John P. Rafferty en la página web
de Britannica, examinó evidencias
históricas de las migraciones de las plantas en respuesta al avance y a la
retirada de los glaciares, siguiendo una técnica comparativa que ha sido muy
elogiada por sus colegas en la disciplina. Sus estudios fueron sumamente
innovadores: en verdad, los primeros de este tipo en los Estados Unidos,
proporcionando un modelo hasta hoy vigente para analizar los cambios en las
comunidades vegetales a lo largo del tiempo. Además, sus novedosas técnicas
mostraban un apreciable potencial para supervisar las comunidades alteradas por
las actividades humanas, y así proteger su biodiversidad.
Como ha señalado el profesor de biología de la
Universidad de Florida, Frank S. Gilligan, con su experiencia
investigadora tanto en geología como en botánica, Braun fue una de las
primeras investigadoras que «no solo abrazó la naturaleza multidisciplinar de
la ecología, sino que también usó sus conocimientos para lograr significativos
avances en este campo».
El acreditado botánico estadounidense Francia Raymond
Fosberg (1908-1993), en una influyente reseña, enfatizó: «Solo puedo decir
que es un trabajo definitivo, y que ha alcanzado un nivel de excelencia rara
vez o nunca logrado en la ecología americana o en la ciencia de las
plantas».
En la misma línea, la responsable de la biblioteca y
de la organización de los archivos de la Universidad de Cincinnati, Suzanne
Reller, experta en la historia de las mujeres estadounidenses descollantes del
siglo XX, y su colaborador Iman Said, han destacado en el blog de dicha
universidad que el libro de Braun acerca de la condición actual del
bioma (unidad ecológica en que se divide la biosfera) del noreste de
Estados Unidos y su desarrollo después del final de la Edad del Hielo, ha sido
altamente valorado, sobre todo por su clasificación de las regiones boscosas y
por los mapas que presenta describiendo el modelo forestal «original».
Emma Lucy Braun describió como nuevas para la ciencia
cuatro especies y cuatro variedades de plantas vasculares, así como un helecho
híbrido. Igualmente, sus esfuerzos estuvieron a la vanguardia de la lucha por
la conservación de la diversidad biológica y en el diseño de distintos medios
útiles para evitar su pérdida.
Incansable y productiva, la científica escribió un
total de cuatro libros y 180 artículos que fueron publicados en más de veinte
revistas. Gran parte de este material salió a la luz en revistas de impacto,
como Ecology, Ecological
Monographs o en Botanical Review.
La lista de premios y reconocimientos que recibió Emma
Lucy Braun es enorme. Algunos ejemplos: fue la presidenta de la
Academia de la Ciencia de Ohio entre 1933 y 1934; en 1950, fue la primera mujer
elegida Presidenta de la Sociedad Ecológica de América y resultó la única
figura femenina que ocupó un puesto de esa categoría hasta 1986; en 1961, fue
declarada una de las 69 botánicos/as distinguidos/as por Sociedad Americana de
Botánica.
Según el reputado botánico Ronald Stuckey, «en su
totalidad, Lucy Braun es considerada como una de las pensadoras más originales
de la ecología vegetal de los Estados Unidos durante la primera mitad del
siglo veinte».
Sobre la autora. Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología
y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su
actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros
sobre mujer y ciencia.
Este artículo se publicó
originalmente en Mujeres
con ciencia.