Por Pepa Luna
Pepa Luna de niña |
Nací en
Estepona, un pueblecito precioso de Málaga, al sur de España. Y -como cuento en
mi espectáculo- hace algunos años, una mañana me pregunté frente al espejo:
¿Cómo me veré dentro de 5 años? La respuesta fue tajante: ¡Así, no!
Lograr
levantarte una y otra vez después de romperte en pedazos es ardua tarea. Pero
de poco sirve permanecer “en la lona” como dicen por aquí, en mi querida Buenos
Aires, la ciudad que me permitió renacer después de haber vivido una docena de
años en Madrid, donde tuve la oportunidad de iniciar el viaje hacia adentro.
Convengamos en que salirse del molde aún no está del todo bien visto en esta
sociedad, por mucho que se proclame que ya no se toleran ciertas cosas que
siguen sucediendo. Como escribió el enorme poeta García Lorca, tan
admirado en la Argentina: “Hay cosas encerradas dentro de los muros que, si
salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo…”.
Romper
con las apariencias, con los mandatos familiares, sociales, educacionales,
institucionales... Quitarse las máscaras: nada más y nada menos que
desmoronarse por dentro, quedarse a veces más sola que la una. Solísima en
mitad de la nada o en mitad de la calle que te vio nacer, acaso rodeada de esos
seres queridos que se convirtieron, en un chasquido, en perfectos desconocidos.
Es sentir que perdiste el rumbo, que desaparecieron el sol, el horizonte,
¡hasta tú misma! Y es ahí cuando vuelve el revoloteo de la duda y se percibe el
amargo sabor a desamparo en las entrañas.
Levantarse
podría entonces llegar a ser un acto heroico.
Todos/as
somos protagonistas transitando este plano llamado vida.
Y
nos hacemos preguntas, conscientes o no, en nuestras profundas soledades. Por
ejemplo, en esos momentos en que tu cabecita reposa sobre la almohada, presta a
dormirte, y tus ojos se abren cual dos de oros y empiezas a caer hacia dentro
de tu propio abismo. Ahí, donde tú mismo/a te estás esperando hace tiempo…
La valentía
es una virtud humana que, casi sin darnos cuenta, practicamos a diario. Como la
confianza. Pero existe otra voz que te dice (¡o grita!) que sigas haciendo
eso que haces cada día aunque no te guste, aunque te aleje de lo que tu corazón
anhela. Presumiblemente, sería lo que debes hacer para pertenecer, para
que te acepten y te quieran…
Un gran
aliado para combatir esa voz complaciente es juntar coraje y dejar de
“chutarse” cual adicto/a y empezar a darse el tiempo en silencio para curarse
las heridas, el tiempo para hacernos cargo, el de darnos cuenta… Llegar a tu
verdad es el tao.
De la
Raíz a la Luna es parte de ese camino de despertar y rencontrarnos,
hacer las paces conmigo misma. Un camino que, claro está, en mayor o en menor
medida creo, puede el tuyo.
Pepa Luna |
De la Raíz a la Luna se presenta los domingos a las 20.30 hs en el Tadrón Teatro, Niceto
Vega 4802.