Por Moira Soto
Con pasión indeclinable y recursos de un moderno Sherlock Holmes que no descarta ningún material que aporte color o enriquezca el retrato, MG es también muy capaz de hacer revelaciones -por ejemplo- de un personaje un tanto misterioso como lo fue Nené Cascallar, que le puso la firma a legendario teleteatro El amor tiene cara de mujer, el masivo suceso de los años ‘60, en el que participó TB. Y a la vez, cuando le toca hablar de García Lorca, cuyas piezas Doña Rosita, la soltera y La zapatera prodigiosa, Thelma hizo inefablemente propias con gran afluencia de público popular, Mario Gallina dedica párrafos de conocedor a Federico García Lorca.
Como si no fueran suficientes el seguimiento prolijo, puntilloso a la carrera artística, a las citas elocuentes a notas y reportajes en infinidad de medios, las exhaustivas fichas técnicas de las obras de teatro, las novelas, los films de esta gran intérprete (nacida en la Argentina, pero formada en el Uruguay), Thelma Biral. Historia de una actriz (Prosa Amerian Editores) brinda el lujo extra de intercalar páginas y más páginas de incontables y muy variadas fotografías de los trabajos y también de la vida personal se su protagonista, con alta calidad de definición e impresión. “Todo sobre Thelma Biral” bien podría haber sido el título de este libro de amena lectura, y -obvio es decirlo- de confiable consulta. Aquí cabe recordar que Gallina es autor de otras integrales y entrañables historias de la vida y el arte de descollantes figuras del teatro, la televisión, la música, como Osvaldo Miranda, el comediante; Querida Lolita (Torres, por si hace falta aclararlo); Virginia Luque, la estrella de Buenos Aire;. Los caminos de Alfredo Alcón…
Larga entrevista mediante, Thelma Biral fue chica de tapa de Damiselas en su número 25, en 2015, cuando estaba actuando en Dios mío -y acababa de hacer un inolvidable semimontado de Mi querido mentiroso a beneficio de la Casa del Teatro- bajo un título que citaba una frase de ella que la pinta en su grandeza y en su humildad: “Sinceramente, no creo que estrella sea mi nominación”. Lo dijo entre risas, con ese sentido del humor que supo destilar en las comedias que interpretó con gracia y elegancia, entre sus eclécticas elecciones laborales.
La misma Thelma que desde el escenario de un teatro Multitabarís colmado de gente que acudió a la presentación del libro de Mario Gallina -con la gentil participación de Víctor Laplace-, cuando le tocó el turno de cerrar este encuentro-homenaje, prefirió decir con voz emocionada parte del texto de Nina, en el final de La Gaviota, de Chejov. Esas bellas frases que resuenan en la memoria de amantes de la escena como armonía de las esferas. Esa declaración de amor total por el oficio que le da identidad a Nina, a las actrices, a los actores de estirpe, desdeñando el brillo y la gloria, proponiendo resistir “con fervor, con pasión”. “Cuando pienso en mi vocación no le tengo miedo a la vida”, dice Nina, dice Thelma. “Hay que saber llevar cada uno su cruz y tener fe: yo tengo fe”. Y finalmente coincidieron a pleno esa noche sobre las tablas del Multitabarís el personaje de Chejov y nuestra actriz de las dos orillas: “En el escenario me siento hermosa”.