Por Carolina Martínez Pulido, para Mujeres con Ciencia
Elisabeth Knight Britton |
Durante su estancia en la isla caribeña, en compañía de su padre -que
era un gran aficionado a la flora, la fauna y la geología- y de sus hermanas,
realizó frecuentes paseos por el campo, costumbre que pronto despertó en
Elizabeth un gran interés por los organismos vivos. En esos años adquirió el
dominio del castellano, que posteriormente le resultaría muy útil en sus
exploraciones botánicas en Cuba y Puerto Rico. Adolescente se trasladó a Nueva
York, donde asistió a una escuela privada, dividiendo su tiempo entre Cuba y
esa ciudad norteamericana. A los 17, en 1875, acabó su bachillerato con
excelentes notas y, tras graduarse, ejerció de profesora de ese mismo colegio
hasta 1885.
La joven docente compartía entonces su trabajo con una clara vocación
por el estudio de las plantas, lo que la llevó a incorporarse en 1879 a la
Sociedad de Botánica Torrey, que había sido fundada en 1867 (la más antigua de
América). Poco después, en 1881, publicó su primer artículo científico en el Boletín
de esta institución. Allí desplegó sus observaciones sobre la aparición de
flores albinas en vez de coloreadas en dos especies de plantas. Como quedó
registrado en un diccionario sobre destacadas mujeres americanas (Notable American
Women: A Biographical Dictionary 1607-1950), desde 1886 hasta
1888, Elizabeth G. Knigth fue la editora de aquel Boletín.
A los 27, en 1885, se casó con el geólogo Nathaniel L.
Britton (1859-1934), con quien compartía ese gran interés por la botánica.
Después de la boda, la científica renunció a su trabajo como profesora, y se
incorporó a la Universidad de Columbia (en aquel tiempo, Columbia
College) con un cargo no oficial y sin sueldo. Allí se dedicaría a
la pequeña colección de musgos con que contaba este centro de estudios.
Elisabeth Knight Britton, 1886 |
Valga recordar que estos vegetales -técnicamente, Bryophytas- son
pequeñas plantas terrestres que incluyen mayoritariamente a los musgos y las
hepáticas. En la página web del New York Botanical Garden, se describe su
importancia en las rocas o en lugares devastados, ya que ayudan a crear las
condiciones del suelo adecuadas para el establecimiento de organismos mayores.
También proporcionan el hábitat para seres vivos de menor tamaño como las
algas, cianobacterias y animales pequeños. Las briofitas abundan en los bosques
tropicales húmedos y en los bosques boreales, donde pueden formar una
proporción significativa de la biomasa. Se estudian junto a los líquenes debido
a sus semejanzas en la apariencia y en el nicho ecológico en que viven.
Impulsada por su gran deseo de ampliar conocimientos, durante 1888
Elizabeth Knight Britton viajó junto a su marido a Inglaterra. Aquí se
incorporó a la prestigiosa Sociedad Linneana de Londres,
dedicando su atención principalmente al estudio de la rica colección
de musgos con que contaba esa institución.
Durante esta estancia en el Reino Unido, según Myers Bonita, Elizabeth,
intensamente inspirada por la excelencia del herbario del Jardín Botánico de
Kew, por su biblioteca y por sus hermosos jardines, alimentó un claro objetivo:
organizar una institución de estatura semejante en Nueva York.
Durante los primeros diez años desde su fundación, Elizabeth resultó la
persona que más fondos conseguiría para la organización y gestión del
importante Jardín Botánico. Éste fue abierto al público en 1900, y muy pronto
se convirtió en uno de los centros punteros de la investigación botánica de los
Estados Unidos. Mediada la década de 1890, el valioso herbario de la
Universidad de Columbia se transfirió al Jardín Botánico, enriqueciendo con su
colección de briofitas la variedad de especímenes ya obtenidos por la
científica (New York Botanical Garden,
2014).
EKB fue nombrada en 1899 conservadora del Jardín, aunque seguiría con un
cargo no oficial y sin salario, pues solo se le permitió participar como
voluntaria. Pese a tan clara discriminación con respecto a sus compañeros
varones, esta brillante científica desplegó un dilatado abanico de actividades,
logrando que la briología alcanzara una posición destacada en el programa de
investigación del Jardín Botánico de Nueva York desde sus comienzos.
La perseverante experta, con su excepcional capacidad como gestora y
habilidad para reconocer y adquirir valiosas colecciones de plantas, reunió una
impresionante cantidad de briófitas que engrosaron la rica lista del Jardín. El
resultado quizás más importante fue la compra en 1893 de la colección de musgos
procedente del herbario de briólogo suizo August Jaeger (1842-1877). Para esta
adquisición, tal como se describe en Bryology at the New York
Botanical Garden, persuadió a sus amigos adinerados a que
contribuyeran hasta alcanzar los 6 mil dólares que necesitaba.
Elisabeth Knight Britton también clasificó la importante colección de
plantas que había legado al Jardín el médico, botánico y explorador
estadounidense, Henry Hurd Rusby. Se trataba de ejemplares que el científico
había recolectado en Bolivia entre 1885-1886. Tras una extensa investigación,
que incluía estudios comparados con especímenes de Kew y de otros lugares, así
como consultas a diversos briólogos, en 1896 la investigadora publicaba un
excelente listado de las plantas recolectadas por Rusby.
El interés de Elizabeth Knight Britton en que el Jardín Botánico contara
con valiosos especímenes se mantuvo durante todo el tiempo que duró su gestión.
En 1906, logró comprar la colección de una gran autoridad en briofitas, el
británico William Mitten, coleccionista quehabía reunido más de 50 000
especímenes de briofitas procedentes de todo el mundo. Solo tras su muerte, y a
instancias de la científica, el Jardín Botánico logró adquirir ese magnífico
conjunto de plantas.
Señalemos a título informativo, que en la actualidad el herbario del
Jardín Botánico de Nueva York alberga la colección más importante de briofitas
del mundo, en términos del número de especímenes con que cuenta y la calidad de
los mismos. Siguiendo el proyecto de Elizabeth Knight Britton, por ejemplo, en
1945, el Jardín adquirió el valorado herbario de la Universidad de Princeton,
según la página web del New York Botanical
Garden.
La emprendedora científica, además de sus trabajos de investigación y
gestión, realizó productivos viajes a distintos lugares de los Estados Unidos
con el fin de recolectar especímenes de su país, algunos poco o nada conocidos.
Igualmente, emprendió junto a su marido más de veinte viajes a las islas
del Caribe recolectando un elevado número de valiosos ejemplares. En el Boletín
de la Sociedad Botánica Torrey publicó entre 1913-1915 varios artículos con su
nombre sobre sus propios hallazgos en las islas. Además, escribió los capítulos
relacionados con los musgos en los libros de su marido; Flora of
Bermuda (1918) y The Bahama Flora (1920).
Bajo el incansable impulso de Kinght Britton, en el Jardín Botánico se
iniciaron programas de exploración; esto es, viajes realizados para crear
inventarios sobre la diversidad vegetal existente en distintos ecosistemas.
Principalmente consistían en estudios realizados en Sudamérica, la mayoría en
bosques lluviosos situados a lo largo de la costa atlántica de Brasil y en las
zonas bajas de las montañas de los Andes. En algunos casos, llegaron a otros
continentes.
Placa sobre la roca de Elizabeth Knight Britton |
Elizabeth Knight Britton se destacó por su activa defensa del mundo
natural. Fue la principal fundadora en 1898 de la Sociedad Americana de
Briología, y su presidenta entre 1916 hasta 1919. A través de diversas
publicaciones realizadas y de numerosas conferencias, ayudó a elaborar una
serie de medidas para la conservación de las plantas silvestres incluidas en la
normativa de la ciudad de Nueva York. En este contexto, lideró exitosos
movimientos dirigidos a salvar ejemplares silvestres en peligro de extinción en
su país.
En 1934, la
extraordinaria botánica fallece de un ataque cardíaco. En su memoria
se ha colocado en el Native Plant Garden, situado en el Jardín
Botánico de Nueva York, la llamada Roca de Elizabeth Knight Britton,
un monumento de piedra que lleva una placa con el nombre de la científica y una
leyenda agradeciendo sus incontables contribuciones
Carolina Martínez Pulido es
Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología
Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha
escrito varios libros sobre mujer y ciencia.
Artículo original publicado en la web Mujeres
con Ciencia.