Por Reina Roffé
Su nuevo libro de
poesía, Estaciones
del yo, está organizado según distintos
períodos o estadios de su tiempo interno: Invierno, Verano, Otoño. ¿Qué pasó
con la Primavera?
- La Primavera faltó porque para mí es la
estación de la esperanza, la mirada hacia el futuro y los proyectos concretos
-a diferencia del Verano, por ejemplo, que es de realización directa-, y no
encontré en mis poemas del momento —el libro lo armé en 2018— ninguno que
respondiera a ese estado de ánimo.
Abre el poemario con
una cita de Jacques Lacan. ¿Es eso para usted la poesía, lo que dice el
psicoanalista y teórico francés? ¿Indagar allí, en ese pozo profundo que
incluso puede suscitar miedo?
- Sí, justo por eso elegí la cita, que dice
exactamente “Pienso en lo que soy allí donde no pienso pensar”. Para mí la
poesía es un gran desafío y, en cierta forma, un salto en el vacío en el cual
aparece -o no- la palabra poética. Además, también aludo a cómo se da en mí el
surgimiento del poema. Porque yo nunca me “pongo a escribir un poema”: el poema
se apodera de mí bajo la forma de un ritmo, una musicalidad cuyo sentido más
racional desconozco. Y a medida que voy escribiendo, surge ese “pensar” al que
metafóricamente alude la cita de Lacan. Dejarse caer en ese pozo oscuro produce
miedo. Por eso, también hay una proporción importante de valentía en escribir
poesía. No solo en mí, sino en todos los que se atreven. La poesía es un
riesgo. Algunos caen destruidos, otros logran hacerlo, tal vez con menos
potencia que la de quienes se precipitan y dan el salto.
“Invierno” contiene
los Poemas de la Ira o de la verdad sin cortapisas, se podría decir, si tomamos
en cuenta la frase de Cicerón que usted emplea para comenzar este segmento:
“Somos más sinceros cuando somos presa de la ira, que cuando estamos
sosegados”. ¿De dónde surge esa necesidad de ajuste con la realidad?
- Probablemente esa necesidad de enfrentarme
con la realidad sin cortapisas surja de la perspectiva que da el tiempo, ya que
no es algo habitual en mi poesía acercarme a ella y a esa voluntad de buscar
una forma de verdad. Por eso creo que, seguramente, me llegó un momento en la
vida en que ese disgusto acumulado, esa especie de confrontación con lo real
quiso salir y manifestarse. Confieso que fue algo excepcional, pero los poemas
igual que siempre no surgieron de una voluntad consciente, sino que se me impusieron.
Desde ese punto de vista, no me propuse decir verdades, sino que mis verdades
aparecieron solas, también envueltas en ritmos y musicalidad, si bien en muchos
poemas estos son menos evidentes que en mi poesía habitual, aunque nunca faltan.
¿Es el hombre el lobo
del hombre, como dice Thomas Hobbes?
- Cuando lo miramos desde el punto de vista
político y social, tomando en cuenta la historia, aunque solo sea la del siglo
XX y la parte transcurrida del XXI, sí, creo que lo es. Por supuesto, no niego la
solidaridad, la bondad de la que es capaz el ser humano inserto en lo social,
pero cuando uno mira descarnadamente los acontecimientos de ambos siglos, no
puede sino recordar dolorosamente a Hobbes.
Comienza este segmento
con un poema fuerte, eurítmico, que se titula “Mañana marital”. Hay rabia y
discusión. Palabras enlazadas que explosionan. ¿Se puede pensar en un homenaje
a Oliverio Girondo, a quien también cita?
- Sí, estoy de acuerdo con que es un poema
fuerte y donde estalla esa ira a la que alude el título de esta primera parte.
También es un homenaje a Girondo, que para mí es uno de los más grande poetas argentinos
del siglo XX por la libertad que se tomó —y que nos legó— con las palabras, esa
creatividad incesante y esa musicalidad que envuelve todo lo que escribió. Ya
dije que a mí me importa mucho la musicalidad y desde ese punto de vista
Girondo no tiene parangón. Por esa admiración y esa voluntad de homenaje también
lo elegí para abrir el libro.
¿Se siente adscripta a
la poesía vanguardista argentina?
- Admiro profundamente a los vanguardistas
argentinos, pero no puedo decir si mi poesía se adscribe o no a la vanguardia,
porque pese a que soy crítica literaria, me resulta muy difícil caracterizar críticamente
mi propia poesía. Como lo he dicho muchas veces: en tanto que escritora no
puedo juzgar mi propia obra: lo único que puedo hacer es escribirla.
Portada de Estaciones del yo |
- Sí, “Delta del Paraná” —el Verano— es el gran
contrapunto de los Poemas de la Ira del Invierno por el fenómeno de profunda identificación
con la naturaleza, que me caracteriza. Pocas cosas me producen tanta sensación
de plenitud y de serenidad como la naturaleza y en especial el paisaje del
Delta, con sus árboles y plantas acompañados por el fluir del río. De manera
que me identifico profundamente con ella. Además, a diferencia de la escritura
de la primera parte, que se realizó a lo largo de un período de casi doce años
en los que fui escribiendo un poema y pasado mucho tiempo otro del mismo tenor,
ésta la escribí casi de una sentada a lo largo de un mes durante mi estadía de
verano en el Tigre. Eso creo que, además, le da la unidad que tiene.
El poema “Delta del
Paraná” está dedicado al escritor Rodolfo Godino. ¿Qué significó su poesía para
usted? Es un poeta poco nombrado.
- Lamentablemente, Rodolfo Godino no obtuvo el
reconocimiento que merece, a pesar de haber ganado premios importantísimos y
tener una obra amplia y cada vez más refinada y hermosa. Pero nos hemos
acostumbrado a que sea así: los pocos poetas que se acercan a los medios tienen
reconocimiento, a los otros solo los valoramos otros poetas. Desde mi punto de vista,
la poesía de Godino se cuenta entre las más importantes de la segunda mitad del
siglo XX y para mí significó siempre un modelo a seguir por la austeridad y la
perfección de su trabajo formal y por su forma de abordar los temas que
recurrían en su poesía de manera sesgada y llena de sugerencias. Sí, fue una
figura modélica para mí.
“Otoño” se corresponde
con “Mester de Poesía” en su libro, cuando dialoga sobre el oficio con la poeta
y filósofa belga-española Chantal Maillard. ¿Por qué ella?
- El diálogo con Chantal Maillard obedece a que
la considero la poeta viva más importante de la lengua castellana. Sin duda,
para mí es un ejemplo por la elaboración de sus temas y su trabajo formal, que van
transformándose a lo largo del tiempo. Además, me atrae especialmente el que
sea a la vez filósofa y que logre articular en sus primeros libros toda la
sensualidad de su percepción poética con un pensamiento filosófico que nunca
interfiere con lo estrictamente lírico, sino que se poetiza. Al avanzar en su
obra, esa sensualidad se va transformando en una dicción seca y de extrema austeridad,
pero donde surge otra musicalidad casi mordiente que se articula a la
perfección con el cambio en su pensamiento sobre la conciencia y sobre el
lenguaje en general.
Usted fue la primera
biógrafa de Alejandra Pizarnik con un libro revelador que se publicó en la
Argentina en 1991. Luego, vinieron otros en colaboración, como Nueva correspondencia Pizarnik, que editó con Ivonne Bordelois en 2014 y
el más reciente, Alejandra Pizarnik. Biografía de un mito, con Patricia Venti. ¿Hay más proyectos
que incluyan a la autora de Extracción de la piedra de locura?
- Tengo muchos libros sobre Alejandra, a los
que agregaría dos más de crítica literaria y una edición de su poesía anterior
a la definitiva que se publicó en Lumen en el 2000, por lo cual creo que mi vinculación
crítica con Alejandra, en cierta forma, ha terminado. No tengo proyectos ni
intención de formularlos para más adelante. Pero, al mismo tiempo, no confío
del todo en esa decisión, porque cuando terminé la primera biografía de 1991,
pensé que ya no escribiría sobre ella y le siguieron cuatro libros más. Tal vez
quepa pensar que una biografía deja muy agotado, sobre todo cuando se apoya en
una cantidad tan enorme de material como Biografía
de un mito. Aunque trabajé con Patricia Venti, la escritura concreta corrió
por mi parte y eso cansa mucho. Es decir, que ya veremos.
¿Qué es lo que sigue fascinando de esta poeta, que se lee más que nunca?
- Me sigue fascinando la perfección que alcanza
en sus poemas, así como el crecimiento constante de la autora, que se da de un
libro a otro. En Alejandra hay un trabajo sobre el lenguaje casi obsesivo y eso
se nota en los cambios que va haciendo del poema breve al poema en prosa
extenso, en una experimentación poética constante. Además, su forma de tratar
temas como la falta de amor, el enfrentamiento constante con la finitud, la
noción de otra vida que no nos traicione como ésta, la aspiración al absoluto,
la ontologización del lenguaje poético, la fe y luego la desilusión con la capacidad
de la poesía de rescatar lo existencial, me conmueven profundamente.
¿Con la madurez la
poesía se vuelve más filosófica que amorosa? ¿Le ha pasado esto a usted con Estaciones del yo?
- Creo que, con los años, lo filosófico se
impone. Ya hemos vivido el amor —por más que sigamos teniendo a alguien amado
al lado— y la cercanía progresiva del final de la vida nos lleva a reflexionar
casi sin darnos cuenta sobre los temas existenciales y trascendentes que han
ido creciendo dentro de nosotros, a veces sin que lo hayamos percibido con
mucha claridad. Y emergen en el poema, que muchas veces nos sorprende por los
temas que van surgiendo en él. A mí me ocurrió así con Estaciones del yo, donde la inclinación hacia lo filosófico predomina,
a pesar de que no haya tenido conciencia de esto a medida que lo escribía.
A continuación, una
selección de poemas del libro Estaciones del yo…
INVIERNO. POEMAS DE LA
IRA
Mañana marital
La baba
tartamuda,
adhesiva,
viscosa
Oliverio Girondo
Pulsátil, fofo, pantanoso:
no hay palabras precisas
para nombrar, hacer esquina
en esa vaporosa
miasma interior,
en ese barbotar del yo fundido
que se deshace en charco,
que funge y funge
y no consigue
–encorsetado o prieto,
puntilloso o herido–
ponerse de pie sobre una voz
y responder el reclamo del otro.
Palpable plasta, plexo
que sale del adentro
donde todo se enfermiza
y se cochambra,
donde el filo del yo
—de la razón el predio—
funge y se frunce,
cae hacia adentro y se hace
baba que barbota, brota y fluye.
Fungido flato, fiebre
no hay corsé que se lo embista,
que lo vista y lo enderece:
cuerpo de rigidez
razón de inteligente ser
que pena y pena porque
el pantano del vapor hediondo
no se dice,
porque el humo del adentro feral
no se llena de ballenas y se erige
en mujer discutiendo
su futuro amoroso y sexual
con el hombre que a su lado
lanza la baba de su desazón,
la vieja baba obscena
del desacuerdo entre el cuerpo y la razón,
la ilusión y el
sentido,
que hiede en la mañana marital.
Fosco, chorreado blablablá
no se encorseta, no,
no se, inconsútil, convierte
en razones de divorcio o de amor:
plural de pantano, flato tanto,
no se resuelve en voz
que recita las tablas de la ley,
razones implacables
de un cuerpo chorreado, irracional,
plantita aplastada y más,
cuerpo que sólo sabe de su flujo
y su sufrir, su fofo
pulsátil pantanoso dolor,
su moribundo tacto.
* * *
Diatriba
Discurso o escrito acre y violento contra alguien o algo.
Diccionario de la R.A.E.
Pero hágame el favor:
cómo se puede quedar así
—impertérrito / de mármol—
cuando aquí la sangre corre
como agüita de manantial
el peso de la muerte
la
mentira
la
pobreza
nos tiene de cara a la pared
asqueados de tanto hedor
tanta
ilusión petrificada
pura pena.
Sepa que me enferma,
me saca cuerpo afuera
verlo así:
ícono
inalcanzable
que espera
postración
adoración
entrega
—si algo nos dobla las rodillas
es el miedo, la miseria,
los disfraces del mal que
roe el cuerpo,
destruye lo que nos
rodea—.
Vamos, que a mí
ya no me engaña:
¿en serio cree que los quemados
por la vida, marcados por
el cáncer, la guerra, las matanzas,
la hipocresía del tirano,
el virus o la lepra
se acuerdan de usted
para algo más que
maldecirlo?
Más le valdría mirarnos
un poco,
aceptar el zafarrancho
donde nos ha metido,
enderezar lo que se pueda
y en un tris de dignidad
dejarse arrastrar
por el declive del cuerpo.
Hágame caso:
hace tanto como usted
que estoy aquí
pero del otro lado.
* * *
VERANO. DELTA DEL PARANÁ
Canto de los
pájaros
Siglo tras siglo ha
sido igual:
un pespunte de sonido,
un crepitar,
sin embargo parece
flamante,
inventado para el oído
que lo alcance a
distinguir.
Canto de los
pájaros II
No, no me cantan a mí,
mujer que escribe
en estado de
suspensión;
es el idioma
originario,
idéntico a sí mismo
que ha sonado
desde toda la
eternidad.
Y, sin embargo,
me cantan a mí.
* * *
OTOÑO. MESTER DE POESÍA
Piel
Las palabras también sufren en la piel el
paso del tiempo.
Víctor López Zumelzu
No es sólo la nuestra
la que se cuartea
se pliega y niega
que una vez fue elástica
deseable
que una vez ondulante
—oropéndola en celo—
se paseó por las tierras
del universo y dijo
“Ésta es la realidad”.
Porque a esa palabra
que como guijarro rodaba
por la boca
también le han salido surcos
que la llevan a tropezar
dudar
temer
no animarse a pronunciar
“realidad”
como si el ruido de las vibrantes,
el fluir de las líquidas
acuosas,
el golpear de las dentales
hubiera tropezado
con la arenilla surgida
de un áspero saber.
Y cuando la palabra
se atasca,
cuando aparece la arruga
sobre su piel
algo en el rostro
también se ha rasgado:
pieles a dúo
en su impulso feroz y
claudicante.
* *
Jubilosa cofradía
Júbilo de la voz
acorde que surge
suavecito
en la garganta
se apodera de la boca
para cantar
estoy sola
estoy sola
he nacido
para estar
en el costado brillante del
silencio
en la límpida mudez del alma
para poder cantar
Toco con dedos de gasa
el papel satinado
que llama a navegar
a tender la pluma/
vela
sobre el mar de los
poetas
amados
reescritos
bendecidos.
Júbilo de la voz
que rodea con cadencia
temerosa y osada
las voces de los
amados más
los siempre eternos
Eliot Alejandra Mallarmé
el médico que traza con pluma de pediatra
lo real
y Amelia y Olga y Juarroz
tocados por mi voz
para sumarse
al coro jubiloso donde
estamos solos
solísimos
cantando con la voz
nuestra voz
hecha de trozos
de retazos
gozosa porque ya nunca
soledad
Júbilo de entrar en la
austera
compañía de los que
antes ya
mis santos profanos de
la pluma
y el papel
Chantal San Juan Roberto
Horacio y aquella voz
radiante
de Virginia que ganó la novela
para la cofradía de los pobres
los
marginados
los
poetas.
Santa entre las santas
madre Cabra
adonde todas venimos a
beber
a brindar con vos y
con los otros
los bellos
los hambrientos
los siempre expulsados
de la realidad.
Mentida soledad
donde estamos los
devotos
de la pluma y el papel
los siempre ajenos.