Un regalo bien chinesco

Por Sebastián Spreng


1969, tenía 12 años, verano en Mar del Plata donde vivíamos desde los 8; después de la playa me encantaba frecuentar una exposición de pintores argentinos que había organizado Rodolfo Bebán, inveterado amante de las artes plásticas, en las salas que rodeaban el teatro del hotel provincial donde él actuaba en una divertida comedia de Sacha Guitry… En aquel típico ventoso verano marplatense pleno de teatro liviano, además de la muestra, Bebán había instalado una librería con ensayos, piezas de teatro, poesía, libros de arte, un emporio de maravillas. Allí conocí al gran Saulo Benavente que me regaló un libro dedicado.

Gracias a esa muestra conocí la obra de pintores argentinos como Castagnino, Berni, Gambartes, Alonso, Soldi, Forte, Campanella…

Una tarde, absorto frente a un Castagnino, se me acerca un hombre mayor y me pregunta “¿Qué te parece?”, y yo me despaché: “La pintura me encanta pero Castagnino se equivocó en el título, por esto y aquello y bla bla bla...”. No recuerdo la sarta de pavadas que le lancé. Y el veterano en cuestión me dice “¿Sabés pibe que tenés razón?, soy Castagnino y ¡ahora mismo le cambiamos el título! Además, te voy a hacer un retrato para recordar este momento tan lindo que pasamos”… y ahí nomás, sacó el lápiz y me dibujó. Volví a casa medio mareado de la emoción y del papelón, con un Castagnino en la mano.

Foto de 1969

El dibujo debidamente enmarcado estuvo colgado en cada ida y venida de la casa de mis padres, hasta que desapareció cuando todo aquello se esfumó.

Llevaba años viviendo en el exterior y nunca había podido dar con aquel atesorado dibujito. Lo daba por perdido después de tantos intentos de búsqueda infructuosa. Y hace muy poco recibo un email de Hugo Estrázulas, sobrino de China Zorrilla, contándome: “Entre las cosas de China, apareció un dibujo tuyo ¡firmado por nada menos que por Castagnino!” 

Cómo llegó a manos de China es un misterio, quizás mamá se lo confió en algún momento, no lo sabremos nunca. Lo cierto es que viéndolo me impresiona cómo en dos trazos captó a ese chico de 12. Naturalmente, quiero creer que es un regalo de China a punto de cumplirse el centenario de su nacimiento...