Virginia Tower Norwood, la madre del Landsat

Por Rocío Benavente, para Mujeres con Ciencia

Virginia Tower Norwood, 1948

Cuando Virginia Tower estaba en la secundaria, en la década de los 40 del siglo 20, su orientadora escolar le recomendó convertirse en bibliotecaria en vez de dedicarse a la física como pensaba. Desde aquí, queremos agradecerle a aquella adolescente que hace casi 80 años hizo caso omiso a esa consejera. Tower siguió su deseo, estudió Física en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), empezó a trabajar en la NASA, obtuvo varias patentes en su vida y fue una de las creadoras del primer Landsat, un sistema de satélites puestos en órbita para observar la Tierra y cuyos resultados se han utilizado para avances agrícolas, de geoposicionamiento, comunicaciones y otros campos. El Landsat 9 se lanzó el 27 de septiembre de 2021.

Virginia Tower había nacido en los Estados Unidos en enero de 1927. Debido a que su padre era oficial de la armada, durante su infancia cambió a menudo de residencia: vivió en Panamá, en Oklahoma, en las islas Bermudas. Tras el ataque a Pearl Harbour, en el archipiélago de Hawái, durante la Segunda Guerra Mundial, las familias de los militares fueron enviadas al continente. En esa época, Virginia asistió a cinco institutos en distintos puntos del país.


Durante su educación secundaria, en los mismos años que recibió el consejo de orientarse hacia las bibliotecas, la muchacha ya mostraba una notable habilidad con los números, y dedicaba largos ratos a resolver puzles de lógica y a trastear con los aparatos para mediciones geométricas que su padre le había regalado a los nueve años. Desoyendo el consejo recibido, tras terminar los años de instituto solicitó una plaza en el MIT. Años después declaró que nunca se había planteado en serio la posibilidad de ser bibliotecaria...

Buscando su sitio entre las pocas alumnas del MIT

VT  pudo llegar al MIT en el verano de 1944, gracias a que durante el tiempo de la guerra se impartían clases durante todo el año. El empleado que le hizo la entrevista de acceso le hizo saber que era la primera vez que entrevistaba a una chica. Y en el campus no había dormitorios para mujeres, de modo que tuvo que alquilar una habitación en un piso en la ciudad. Además, debido a que ellas solo podían entrar en los comedores como invitadas de los alumnos varones, a menudo su alimentación consistía apenas en tostadas con tomate en rodajas.

Pero gracias a su largo historial desde la infancia en echar raíces en sitios nuevos, no tardó en hacerse un hueco también en el MIT, en el espacio dedicado a las mujeres, el Cheney Room: unas pequeñas instalaciones que contaban con cocina, un espacio de estudio con varias mesas, un vestuario, taquillas y un comedor con un piano. Allí, el pequeño grupo de chicas que estudiaba por entonces en el MIT se reunía para socializar, estudiar y comer.

Los estudios empezaron siendo relativamente fáciles para Virginia: el primer año se matriculó en varias clases, más de lo habitual en otros estudiantes. Sin embargo, aprobó simplemente yendo a clase y realizando algunos exámenes de prueba. Al llegar a su cuarto trimestre, de pronto, se encontró por fin con algunas asignaturas que se le hicieron cuesta arriba. Tras aprobar por los pelos algunas clases de física, decidió darse un descanso en las clases en el invierno de 1946 y trabajar por su cuenta en cada problema de los libros de texto. Regresó a las aulas esa primavera y retomó las clases hasta graduarse y obtener su título. Al día siguiente de terminar su licenciatura se casó con Larry Norwood, presidente del club de matemáticas del MIT y por entonces estudiante en Yale.

Pocas ganas de contratar a una matemática

US2746035A. Patente de su reflector de señales (1956)

Pronto se dio cuenta de que muy poca gente estaba dispuesta a contratar a una mujer matemática. En una entrevista, su petición de un sueldo básico fue acogida con incredulidad, porque la compañía nunca había pagado tanto a una mujer. En otra, le pidieron que se comprometiera a no quedarse embarazada si la contrataban. En una tercera, consiguió convencer a la empresa de lo mucho que una matemática podía mejorar sus productos y le respondieron amablemente que sí, que les parecía una magnífica idea... pero que iban a buscar a un matemático para el puesto.

En el empeño de aportar económicamente a su casa, Virginia (ahora Tower Norwood) aceptó un puesto para vender ropa en una tienda local en tanto que continuaba estudiando matemáticas avanzadas en la Universidad de Yale. Finalmente consiguió un trabajo como profesora de matemáticas empresariales en el Junior College of Commerce de New Haven. Sin embargo, su carrera científica no terminó de arrancar hasta que un amigo de la familia la invitó a visitar los Laboratorios del Cuerpo de Señales de la Armada, en Nueva Jersey, una agencia federal que se regía por políticas no discriminatorias de contratación.

Siguió estudiando algunos cursos de ingeniería a la vez que empezaba a trabajar en radares. Pronto diseñó un reflector de señales de radar que trabajaba con globos meteorológicos y que permitía estudiar vientos previamente inasequibles a grandes alturas. De ahí pasó al diseño de antenas de microondas. Cuando cinco años después la familia Norwood se mudó a California, Virginia instaló allí el primer laboratorio de antenas, adquiriendo el material en una pequeña tienda de electrónica propiedad de Bill Herlet y David Packard (que más adelante crearían la compañía tecnológica Heulet-Pachard, o HP).

Cosas emocionantes e innovadoras

Un año después, Norwood era muy reconocida en su campo y había recibido varias ofertas de trabajo interesantes. Fichó por la Hughes Aircraft Company, que “no eran los que me ofrecían más dinero, pero me gustaban y eran conocidos por tener el equipamiento en antenas más avanzados del país. Estaban haciendo (…) todo tipo de cosas emocionantes e innovadoras”. El primer día en su nuevo puesto, cuando dejó su coche en el estacionamiento, un empleado le dijo que no podía aparcar allí ya que era solo para personal técnico. Ella era en ese momento la primera mujer que entraba a formar parte de ese personal...

Logotipo Landsat 9

Norwood trabajó en Hughes durante 36 años. Allí se encargó de diseñar todo tipo de antenas, dispositivos de comunicación y ópticos, entre ellos los escáneres que equiparían el Landsat de la NASA. Sucedió en los años 60, cuando el boom de la carrera espacial hizo que muchas compañías tecnológicas dedicasen parte de su trabajo al diseño de dispositivos que tuviesen alguna utilidad en ese campo.

En ese momento, Virginia Tower Norwood trabajaba dentro de la División Espacial y de Comunicaciones. Al personal técnico de este equipo se le daba bastante margen para centrarse en un problema y buscar una solución. Parte del trabajo de nuestra científica era conocer en qué proyectos trabajaba la NASA y cómo podían colaborar. Ella sabía que en ese momento la NASA estaba interesada en obtener imágenes multiespectrales de la Tierra desde el espacio. El tema le parecía muy interesante. Decidió averiguar qué era exactamente lo que la NASA necesitaba: ¿la luz visible, infrarrojos, ultravioletas, señales térmicas?

Trabajó con distintos expertos e hizo mediciones sobre el terreno para medir la reflectancia (reflejo de un espectro de la luz sobre distintos tipos de terreno) así como la diversidad, en el caso del terreno boscoso o agrícola, que se captaban según el buen estado de las plantas. También midió la diferencia de reflectancia de distintos tipos de cultivo. Su idea era crear un aparato que permitiese recabar desde el espacio información relevante para trabajos agrícolas: “Para lograrlo, tenía que hablar con personas expertas de distintas disciplinas de las que yo no sabía nada hasta ese momento, así que me pareció fascinante”. Recogió sus opiniones y determinó las especificaciones que debería cumplir un dispositivo para ser eficaz en este empeño. Estaba convencida de que un escáner multiespectral era la forma más adecuada de cumplir los requisitos que su análisis previo había determinado.

Lanzamiento del Landsat 1

Los científicos e ingenieros de la NASA mostraron a la vez  interés y cierto escepticismo por la propuesta de Virginia. En ese momento trabajaban con un sistema de cámaras similares a los de televisión, que se habían probado ya en otros dispositivos de observación espacial pero que tenían limitaciones en cuanto al rango del espectro capaz de captar (básicamente el de la luz visible). Empero, algunos de ellos se manifestaron dispuestos a probar con un sistema experimental que ampliase esas posibilidades. Así que Norwood y su equipo obtuvieron el contrato para diseñar y construir su escáner multiespectral.

Trasladar su idea a un dispositivo funcional que además fuese capaz de ser puesto en órbita y funcionar en el espacio no era una tarea menor: “Esto tenía que ser en el espacio, es decir, sin aire, sin gravedad y con las señales recorriendo muchísima distancia. Todo era nuevo”, comentó VTN.

El 23 de julio de 1972 el Landsat 1 salió al espacio con el dispositivo diseñado por Norwood y su equipo, llamado MSS, para ser puesto a prueba. El sistema de cámaras de televisión, llamado RBV, iba también a bordo. Cuando llegaron las primeras imágenes dos días después, los ingenieros, técnicos y científicos del Goddard Space Flight Center de la NASA quedaron maravillados por la calidad de las captadas por el nuevo dispositivo. El RBV había sido la primera opción hasta ese momento, “pero una vez que vimos los datos, los papeles se intercambiaron”, recordaría años después Stan Frecen, científico del proyecto. “Nunca tuve dudas sobre el MSS porque yo lo diseñé y sabía que podía funcionar”, declaró reiteradamente Norwood.

Tras una década trabajando en los instrumentos del Landsat, la física pasó a otros proyectos, aunque siempre consideró este hallazgo una de sus grandes aportaciones, por lo amplios y variados que resultaron sus impactos en distintos aspectos de la sociedad. Desde el punto de vista tecnológico, no cabe duda de que Norwood se puede considerar orgullosamente "la madre del Landsat", y de hecho, ha reconocido que le gusta ese apodo: “Sí,  es adecuado. Yo lo creé, le di vida y peleé por él”.

Virginia Tower Norwood -actualmente de 94-  se jubiló en 1990 dejando este consejo para aspirantes a científicos y técnicos: “Aprende de verdad los fundamentos de tu área. Mis sólidas bases en matemáticas y física me fueron muy útiles durante toda mi carrera. Y disfruta de lo que estás haciendo, si no te diviertes y continúas aprendiendo cosas nuevas, haz cambios”.


Este artículo se publicó originalmente en la web Mujeres con Ciencia.