El Tango ya tiene su Tarot propio

Por Moira Soto


Un aura de magnética atracción suele rodear al Tarot, ese mazo de cartas proveniente del siglo XIV europeo, inspirado en antiguas culturas que supieron darle importancia a diversas formas de adivinación y a guías de comportamiento. Atracción y misterio que impone ese mazo integrado justamente por 78 cartas denominadas Arcanos, 22 mayores y 56 menores. Del latín arcanus (adjetivo) y arcanum (sustantivo), ese vocablo alude al secreto, lo oculto y -efectivamente- lo misterioso.


Arcanos se denominaba a ciertas operaciones que realizaban en reserva los alquimistas en pos de la piedra filosofal. Desde ese nombre otorgado a cada una de las cartas se dio inicio a la tradición adivinatoria que arrancó en el siglo XV en Francia. Tradición que no solo no ha declinado sino que se ha expandido y reforzado en este siglo XXI, aún más problemático y febril que el XX en que fue escrito el tango Cambalache. Género musical rioplatense que precisamente ha inspirado la aparición reciente de un novedoso Tarot del Tango, presentado por dos expertas en materia de cartomancia como Marianne Costa y Ana Groch, quienes convocaron a artistas de estas latitudes australes para que, cada cual en su estilo, ilustrasen los 22 Arcanos Mayores.

Este original Tarot, que muy probablemente se difundirá en países del mundo donde se cultiva apasionadamente el baile y la música del tango, se venera a Gardel y a Piazzolla, ofrece un cofre de preciosas 78 cartas, más un libro-catálogo bilingüe donde se describen características y significados de los palos de cada naipe. Y si los artistas participantes se distinguen entre sí por sus respectivas improntas, los naipes de los Arcanos Menores lucen emparentados por un fileteado, ese arte decorativo popular surgido en Buenos Aires a principios del siglo pasado, para adornar los carros con sus líneas estilizadas, su colorido, sus simetrías. A veces con esas frases que Borges llamó “costados sentenciosos”.

En el Tarot del Tango hay bandoneones para los bastos, copas de champaña para -naturalmente- las típicas copas, oros representando los faroles callejeros de los andurriales donde los malevos se fumaban un pucho o despotricaban contra la percanta que los había amurado, tan presentes en el tango de la Vieja Guardia. Entre las artistas mujeres que crearon las figuras de estas cartas figuran: Laura Varsky, María Pinto, Luciana Rondolini, Martina Waojciechowski, Claudia Melo, Nicola Constantini.

Taro, Tarocco, Taraha…

Antiguo tarot de Marseille

Las cartas del Tarot son una derivación con rasgos propios de los naipes, ya conocidos en Europa en el XIV, e irrumpen en el XV como una variedad claramente diversa y amplificada. Se da por seguro que aparecen en el norte de Italia, en la corte de Milán, entre 1440 y 1450, cuando los de arriba ofrecían fiestas suntuosas y los de abajo se divertían como podían en procesiones carnavalescas. Aquí se mezclaban disfraces de personajes deseados o temidos de la época que tendrían su lugar en el Tarot, donde se encuentran tempranamente representaciones del poder, de las virtudes cardinales, de los miedos inculcados por la Iglesia Católica (el Diablo, el Último Juicio). Y, claro, temas tan eternos como el agua y el aire: el Tiempo, la Fortuna, el Amor. También brillan los planetas: la Estrella, la Luna, el Sol, el Mundo mismo, remitiendo a los conocimientos sobre astronomía de esas fechas.

Las cartas del Tarot, a veces realizadas con despliegue de diseño y lujo de materiales, aparte de deleitar estéticamente a cortesanos se empleaban para jugar il giocco dei tarocchi, aplicando reglas muy complejas. Hay quienes sostienen que ese nombre llega de Italia, del río Taro que nace en los Apeninos y llega hasta Parma. Asimismo, se cita a palabras antiguas de esa península: tarocchini, tarocco (tarocchi en plural); y también existe la posibilidad de que Tarot proceda del árabe taraha (tirar, arrojar, echar).

Visconti Brambrilla Tarot, 1463

El Tarot pasa -adaptándose- a Marsella, a Alemania, se acentúan sus usos adivinatorios y ocultistas. Ya en el XVIII se populariza en Francia (actualmente sigue en alza tanto la edición de libros y cartas, como la consulta a especialistas), un tal Antoine Court de Gébelin escribe en 1781 el libro Monde Primitif, donde se explaya sobre las alegorías del Tarot marsellés, influido por la egiptomanía y la difusión de círculos masónicos. Pisándole los talones, Jean-Baptiste Alliette, cartomántico, hace gran difusión del mazo como método de adivinación a través de Sept Nuances de l’Oeuvre Philosophique-Hermetique.

Ya instalado en la tradición esotérica mundial, a partir del XIX, estas teorías se imponen dando lugar a nuevas corrientes de interpretación, abiertamente viradas al ocultismo, otorgando al Tarot un valor iniciático. Pilar del esoterismo contemporáneo actual, Francia es quizás el país donde más auge sigue teniendo el Tarot, adoptado por neófitos y por practicantes de distintas disciplinas. En pleno XXI, reinando la tecnología en avance imparable y el escepticismo desencantado, paradójicamente se multiplican los/as aprendices de brujo/a.

La verdad es que ya a comienzos del XX, la Orden Hermética del Alba Dorada congregaba a poetas y escritores, los artistas visuales reinterpretaban los arquetipos, la tradición se renovaba sin salirse del todo de madre. Dalí hace su versión caprichosa del mazo y Breton escribe su Arcano 17 (referido a la Estrella: amor, guerra, resurrección, la fuerza donde todo comienza y se regenera), y Max Ernst y otros surrealistas diseñan, durante la Ocupación Alemana, su creativa versión del Tarot incluyendo a conocidos personajes (de Alicia a Freud, a quien le interesaba el dichoso mazo). Leonora Carrington crea la propia y muchos años después, Niki de Saint Phalle pinta su Jardín del Tarot. Alejandro Jodoroswsky le dedica La montaña sagrada (1973) y coescribe con Marianne Costa -entonces su pareja- La vía del Tarot.

Desfile Dior

Un gran creador de moda como Christian Dior estuvo muy ligado a la cartomántica Madame Delahaye, que lo alentó a que fundase su propia maison de couture, cuya directora actual, Maria Grazia Chiuri, respeta esa línea esotérica. Tanto que en 2018 mostró una colección en colaboración Vicki Noble y Karen Vogel, creadoras del célebre Motherpeace (El Tarot de la Madre Original). Como quedó dicho, Francia es un país donde prolifera la literatura que ronda y se interna en el Tarot. Hay para todos los gustos: Drácula de Espejos; Tarot de las Brujas, de las Hadas, de los Ángeles y los Arcángeles; Tarot de Cartas Hebraicas, Tarot de Transformación (del infaltable Osho). A esta altura, vale remarcar que si bien el celebérrimo Tarot puede ser un Oráculo, un Oráculo no siempre es un Tarot. Igualmente, el Tarot se ha colado en el teatro, en el cine, la novela policial, los videojuegos… Todo a partir de un mazo de autoconocimiento y de guía de buenas decisiones, si se hacen acertadas deducciones a través del procedimiento correcto.

Una dimensión pasional y mística

Ana Groch y Marianne Costa concibieron y dieron recientemente a luz este Tarot del Tango fundiendo simbolismo y numerología del clásico mazo con el universo de ese género ciudadano y rioplatense, revelando inesperadas coincidencias. Como dejaron anotado en el manual: “Actividades aparentemente profanas que pueden suscitar una dimensión pasional y hasta mística en quienes las practican”.

Groch -licenciada en Historia del Arte y Master en administración de cultura, creadora de diversos eventos artísticos- y Costa -actriz y ensayista, autora de Tarot paso a paso (Grijalbo)- desarrollaron, según escriben en el libro que acompaña las cartas, “una filosofía y un arte de vivir basados en la necesaria relación con la belleza (…), que terminan llegando a todos los estratos sociales y constituyen ‘un arte de la relación´, exigiendo cierto virtuosismo y cualidades esenciales de intimidad, presencia y escucha en relación con la poesía de cada tiempo: desde los Triunfos del Petrarca en el Renacimiento a los surrealistas del siglo XX, evolucionando con las grandes aventuras culturales contemporáneas, como la que emprendieron los artistas de la composición musical, el canto y la danza que prestaron su talento al tango”.

El Mago, Claudio Roncoli. Del Tarot del Tango
La Templanza, Nicola Constantino. Del Tarot del Tango