Por Rocío P. Benavente, para Mujeres con Ciencia
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Valerie Thomas |
Thomas nació en febrero de 1943 en Maryland, California, y es un ejemplo
más para la larga lista de mujeres que siguieron sus inquietudes científicas
por una cuestión, casi, de cabezonería personal y a pesar de no contar con la
ayuda de su entorno, pese a que su padre sí tenía algunos conocimientos
técnicos y científicos. De hecho su primera curiosidad por esa rama del
conocimiento apareció un día que vio a su padre cacharrear con las tripas de la
televisión para arreglarla. Ella quería saber cómo funcionaba. Alrededor de los
8 años cayó en sus manos un libro titulado The Boys First Book on
Electronics -El primer libro de los chicos sobre
electrónica-, y ella lo llevó a casa esperando que su padre le
ayudase a poner en marcha alguno de los proyectos que aparecían en él, pero no
fue así.
En esa época, Thomas asistía a un instituto femenino donde tampoco fue
impulsada su vocación técnica, ya que no se consideraba una opción para las
mujeres. En un momento de tensiones raciales y lucha por los derechos civiles,
Thomas, una adolescente negra, tenía una desventaja añadida para recibir una
educación completa en ese campo. Para ella sus intereses eran, sobre todo, un
empeño personal. Esto cambió al ingresar en la universidad. Thomas se matriculó
en la Morgan State University y fue una de las dos únicas mujeres que
hicieron estudios de física. Era muy buena estudiante y pronto tuvo suficientes
conocimientos de matemáticas como para empezar a trabajar como analista de
datos en la NASA.
Entró en la agencia espacial en 1965. Dos años después, en 1976, asistió
a un seminario científico donde se produjo la demostración de una ilusión
óptica en la que se engañaba al espectador para que creyese que una bombilla
seguía encendida, incluso después de haber sido desenroscada de su sitio,
utilizando un complejo juego de espejos. Esto despertó su vocación de inventora
y decidió empezar a trabajar con espejos ella misma, cóncavos y planos,
consiguiendo por ejemplo generar la ilusión de que podía reflejarse un objeto
que en realidad estaba detrás del cristal y produciendo así ilusiones
tridimensionales.
Empezó a experimentar y a estudiar cómo se relacionaba un objeto y su
reflejo respecto a las distintas imágenes y posiciones que se percibían al
utilizar distintos espejos. Pensó que si era posible presentar y transmitir
este tipo de imágenes de forma realista, en el futuro ese conocimiento y
técnicas servirían para realizar grandes mejoras en los sistemas de vídeo y
televisión.
Inventora y mentora de jóvenes vocaciones científicas
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Dos páginas de la patente US4229761A “Illusion transmitter” |
En 1980 obtuvo la patente de su transmisor de ilusiones, un sistema que utilizaba un espejo cóncavo en el lado del emisor y otro en el del receptor para producir ilusiones ópticas. Este sistema y algunas de sus variantes sigue siendo utilizado hoy por la NASA en programas de observación espacial, y se han estudiado para implementarse en herramientas médicas y quirúrgicas para observar en el interior del cuerpo de los pacientes durante una operación, entre otras cosas.
Dentro de la NASA,
Thomas se encargó durante más de diez años de supervisar los trabajos de
procesamiento de imagen del programa Landsat, el primero que sirvió para
conseguir imágenes de la Tierra desde el espacio. Gracias a estas imágenes pudo
ayudar a predecir, entre otras cosas, problemas con las cosechas en distintos
lugares del mundo. A medida que avanzaban en el conocimiento y la información
que estas imágenes podían proporcionar, la tecnología y los sistemas empleados
también avanzaban para poder compartirlas y transmitirlas a otros lugares del
mundo.
A pesar de su talento,
la carrera de Thomas en la NASA estuvo marcada por el hecho de ser mujer y
afroamericana, y tuvo que trabajar especialmente duro para ascender; llegó a
ocupar el puesto de jefa de la Oficina de Operaciones de Datos de Ciencia
Espacial de la NASA. Durante su tiempo allí contribuyó al desarrollo de
programas informáticos que se utilizaron en la investigación sobre el cometa
Halley, sobre el agujero y la capa de ozono y la tecnología satelital en su conjunto.
Se retiró de la agencia en 1995.
En recuerdo de sus
años de estudiante, cuando no tuvo mucho apoyo para sus aspiraciones, Thomas ha
participado en programas que buscan despertar y alimentar las vocaciones
científicas entre los jóvenes, especialmente entre las chicas, tanto desde la
NASA como en un papel de mentora dentro de distintas organizaciones con ese
fin.
Este artículo se publicó originalmente en la web Mujeres con Ciencia.