Por G.T.
“Llevamos a cabo esta investigación para entender mejor cómo está respondiendo la música clásica al vigente y muy importante tópico de la igualdad y la diversidad en el repertorio de conciertos a lo largo y ancho del mundo”, abre un reciente estudio de Donne - Women in Music, organización sin fines de lucro con base operativa en Gran Bretaña. En pos de determinar cuán inclusiva ha sido la programación de la temporada 2020-2021, analizaron atentamente qué músicas sonaron en las 100 orquestas principales de 27 países del globo, incluidas la Orquesta Sinfónica de Londres, la de Birmingham, la Hallé Orchestra (de Manchester), la Filarmónica de Berlín, la Orquesta Gewandhaus de Leipzig… Y los resultados distan de ser positivos: del total de 4.857 eventos considerados, 4.301 no incluyeron ni siquiera una obra de compositoras mujeres; o sea, más del 88 por ciento. De las 14.747 composiciones que se interpretaron, apenas 747 fueron de autoría femenina, un escueto 5 por ciento. Los compositores que más sonaron, por cierto, fueron: Beethoven, Mozart, Richard Strauss, Brahms, Tchaikovsky, Schumann, Mahler, Ravel, Sibelius y Dvořák; “todos hombres, todos blancos, todos europeos, todos fallecidos hace mucho tiempo” (justo es considerar que en los siglos XVIII y XIX las mujeres tenían difícil acceso a las artes y en general carecían de formación musical). En su pormenorizado análisis, desgranó también la institución cuán representados estuvieron los compositores varones negros y asiáticos, llegando a conclusiones igualmente preocupantes: apenas un 2 por ciento. “La próxima vez que alguien le diga que la desigualdad en la música es un problema del pasado, no confíe en lo que supone: chequee las estadísticas”, concluyen desde las filas de Donne.
Poder solar en maorí
Las expectativas desmesuradas suelen acompañar
cada paso de Lorde, la otrora niña genio que, ahora, con 24 años, ha dado el
tercero en su marcha como atípica megaestrella pop: hace poco más de un mes
lanzó Solar Power, álbum que llega
tras 4 años de silencio de radio, para dicha de sus devotos fans. Con críticas
más y menos favorables, no faltó medio que se apuntara a desmenuzar cada acorde
del disco, y en eso andaban cuando la chica sorprendió con un proyecto
adyacente… Porque, no conforme con interpretar sus canciones en inglés, Lorde
acaba de sacar un EP donde reversiones 5 tracks en te reo, lengua del pueblo maorí. Bautizado Te Ao Mārama (“mundo de luz”, su traducción al español), la chica
neozelandesa explicó, con cierta pena, que no habla la lengua; apenas si
aprendió alguna canción sencilla en la escuela: “No puedo decir que fuera parte
de mi vida, y es algo que me genera un poco de culpa y bastante tristeza”. De
allí que trabajara a conciencia con expertos en la materia, algo que “se sintió
realmente poderoso, movilizante una vez que estábamos escribiendo o grabando en
el estudio”. Entre los numerosos versados con los que conversó y a los que
consultó la veinteañera, estuvieron personas muy mayores maoríes; también la
cantante Hinewehi Mohi, que le ha dado el visto bueno destacando “la integridad
de este proyecto”. Por lo demás, las ganancias que obtenga Lorde de la venta
del EP las donará a dos organizaciones benéficas de su país, Forest & Bird
y Te Hua Kawariki Charitable Trust.
Combinando placeres
Si escuchar edificantes composiciones de Clara Wieck,
Fanny Hensel, Johann Sebastian Bach, Antonio Vivaldi o Richard Wagner le abre
las papilas gustativas, deseando devorar galletas de chocolate, budines o
cualquier delicia dulce al alcance, no se inquiete: es usted parte del común de
los mortales, según un reciente estudio publicado por la Universidad de Miyagi,
en Japón. Se propuso un team científico de la susodicha institución corroborar
si hay alguna relación entre el consumo de alimentos y la música, pidiendo a
800 personas que escucharan 20 pistas de 4 géneros musicales distintos:
clásica, jazz, hip-hop y rock/metal. Tras oír las diferentes composiciones, se
les preguntó qué preferirían comer entre 16 propuestas gastronómicas a la
carta, a partir de un multiple choice
que -frente a cada plato- daba opciones que iban desde “nada en absoluto” hasta
“mucho”. Y así es cómo han decretado que la música clásica inspira… el gusto
por lo azucarado. “Bien harían tiendas como heladerías en tomar nota de este
hallazgo, para amenizar sus locales con melodías de esta índole”, propone el
equipo, avivando a distraídos, en el artículo que publicó en la revista
académica Food Quality & Preference.
Ni ella ni él para los ARIA
A tono con los tiempos que corren, los
Australian Recording Industry Association Music Awards, también conocidos como
Premios ARIA, están aggiornando sus galardones: en su próxima edición, a
celebrarse en noviembre, ya no hará distinción entre mejor artista femenina y
mejor artista masculino. Apostando a la neutralidad de género, en su lugar el
premio será a “Mejor Artista”, a secas, ampliando el número de nominaciones -de
5 a 10- en pos de crear “una situación más equitativa”. Así lo ha declarado la
directora del evento, Annabelle Herd, que aseguró que separar en función del
género atrasa, “y excluye por completo a aquellas personas que se consideran
no-binarias”. “Es tiempo de reflejar mejor la diversidad de la industria de la
música australiana y brindar mismas oportunidades para lograr reconocimiento a
través de una plataforma igualitaria”, ha manifestado la dama. Están siguiendo
el ejemplo de los Grammys, que adoptó esta modalidad hace casi una década en
2012. Desde entonces, alrededor del 45 por ciento de la gente nominada a Mejor
Artista Nueva han sido mujeres. Sin embargo, como apunta el rotativo inglés The
Guardian, persisten desequilibrios importantes: en lo que refiere a Disco del
Año, el 90 por ciento de los nominados fueron tipos; y en Canción del Año, el
70 por ciento de las chances fueron para varones. En fin, no todas las ideas
brillantes terminan siendo precisamente de oro…