¡Recital olímpico! Un giro aún detenido en el aire

Por Gabriela Albuquerque (*)

Volviendo a los varios videos y materiales intercambiados durante el proceso de ¡Recital Olímpico!, me detengo en uno que se llama Suelo femenino, requisitos de composición. Pienso una y otra vez sobre la rigidez y las casualidades de un proceso artístico. Hoy los teatros y los gimnasios están cerrados, esperando el regreso de los cuerpos que los habitaban. Este texto escrito días antes del estreno previsto para marzo de ¡Recital Olímpico!, hoy es un recuerdo sobre un giro que se detuvo en el aire. 

Crédito Gabriela Albuquerque
La poesía es un deporte extremo, me dijeron. Fue con esa frase que Camila Fabbri y Eugenia Pérez intentaron explicarme por dónde iba la mano de su nueva obra. La frase me pareció grandilocuente, pero había algo en su potencia que me inquietaba. Era un fin de tarde de domingo en un departamento en Villa Crespo, cuando empezamos a dibujar el trabajo de los próximos seis meses. Hablamos sobre el universo de la literatura con el ritmo y la pasión que suele pasar en una charla entre lectoras entrenadas pero, en términos de deporte, nos dimos cuenta que éramos las tres amantes inexpertas. Espectadoras atentas pero principiantes. Fue entonces que entendí lo que me inquietaba; en el fondo, el vértigo de volverse palabra no es tan distante a la sensación de quién está por correr una carrera o saltar desde una viga. 

Las chicas me presentaron sus apuestas: dos figuritas prodigiosas y peculiares por sus talentos demenciales. La primera: Nadia Comaneci, la rumana que con catorce años fue conocida mundialmente por ser el primer 10 en la historia de la gimnasia artística. Un 10 nunca antes soñado, ni por los cuerpos chiquitos y fuertes de quienes compiten, ni por la frialdad de los números que iluminan las máquinas de puntuación. La segunda: Nika Turbina, una escritora rusa que a sus seis años comenzó a escuchar voces que le narraban poemas. Lo que podrían haber sido ser solo fantasmas, o meras intuiciones, a fin de cuentas funcionaron como una especie de electricidad. Una electricidad que sacudía sus pequeños bracitos mientras recitaba frente a miles de personas en la distante Unión Soviética de los años 80.

Pero si la literatura ya era una antigua compañera, ¿cómo acceder entonces al mundo de la gimnasia? Descubrimos que la abstracción de volar por los aires también dependía de materialidades muy específicas, materialidades que desconocíamos por completo. ¿Acaso para saltar no se necesitan apenas unas rodillas bien entrenadas? Entendimos que sin estímulos concretos -en definitiva aquí un par de colchonetas con resortes- la magia del deporte no puede ocurrir. Luego empezamos a buscar gimnastas entusiasmadas con la idea de abandonar, al menos por un rato, la rigidez de las líneas del gimnasio para entregarse a la incertidumbre de un escenario. Sin darme cuenta, mi celular empezó a ser habitado por fotos de atletas pequeñas y virtuosas, mensajes de dueños de gimnasios, videos de niñas volando por los aires, correos de locales de artículos de deportes. Mientras yo les hacía diversas preguntas sobre la gimnasia, ellos me preguntaban sobre el teatro. Adaptación de lenguaje.  

Con el pasar de los meses la biografía de Nadia y Nika fue decantando. La dramaturgia operó sobre las fronteras que separaban las figuras reales de sus personajes ficcionales, las fue haciendo cada vez más difusas e innecesarias. Inventar intimidades en una biografía puede ser una manera de reconocerse en otro que a priori nos parece extraño y lejano. Fue así que todos, empapados de mundos extraños, comenzamos a escuchar el ruso como quien escucha el castellano, y a sentir el humo livianito de las fábricas del este en pleno verano en Capital Federal. El dulce de leche granizado llegó al paladar de Nadia Comaneci y La Rural se volvió el escenario para un recital de poesía soviética. Emprendimos un viaje improbable, agarramos el tren transiberiano que sin importar la geografía, ni el desfasaje del tiempo, llegó a Buenos Aires

De a poco, Camila Fabbri y Eugenia Pérez fueron quitándole el peso al éxito de ser niñas prodigiosas. La agresividad de los aplausos interminables y la altura abrumadora del número uno en el podio fueron dando lugar a la ingenuidad de una amistad (¿y por qué no un amor?) que perduró durante años. Desde la emoción de bailar juntas una canción en la adolescencia hasta un reencuentro torpe e improbable en la adultez. ¡Recital Olímpico! posibilitó un encuentro entre personajes creados por un mundo que las excede. Una amistad-refugio ante las consecuencias del éxito.


(*)Gabriela Albuquerque (1995) trabaja con cine, teatro y traducción. Graduada en Comunicación Social por la Universidad Federal de Minas Gerais, en Belo Horizonte. Actualmente es maestranda en Estéticas Latinoamericanas Contemporáneas por la Universidad de Avellaneda en Buenos Aires. Es codirectora del corto Bento y Obreiras, exhibidos en festivales importantes de Brasil. Actualmente está en proceso de preproducción de su primera película, La noche de los proletarios, proyecto codirigido con João Dumans. Es la traductora del libro Desobediencia epistémica del filósofo Walter Mignolo, que pronto será publicado en Brasil. En 2020 trabajó como asistente de dirección de la obra ¡Recital Olímpico!, de las directoras Camila Fabbri y Eugenia Pérez Tomas, que iba a estrenarse en marzo de este mismo año en el Teatro Sarmiento. 


¡Recital Olímpico!

Ficha técnica: Autoras y directoras: Camila Fabbri y Eugenia Pérez Tomas; intérpretes: Anabella Bacigalupo, Nina Suárrez Agustina Estarli, Luna Etchegaray, Cristian Jensen, Oriana Lopresti, Laura Paredes, Micaela Suárez; edición de video en el rol de asistencia creativa: Gabriela Albuquerque; escenografía: Julieta Potenze; diseño y puesta de sonido: Diosque; luces: Agnese Lozupone; vestuario: Nadia Sandrone.

Esta obra reúne a Fabbri y Pérez Tomas por segunda vez, tomando biografías y textos literarios para desarrollar ficción. En 2018 presentaron En lo Alto y para siempre partiendo la vida y obra de David Foster Wallace, sus fantasmas. El duelo imposible de una madre cuyo hijo se ha suicidado arrojándose del techo de la casa donde la mujer se instala. Espectáculo de atracción irresistible, un golpe poético al corazón que fascinó a crítica y público. En ¡Recital Olímpico!, dos niñas geniales históricas, Nika Turbina -precoz poeta ucraniana suicida, 1974-2002- y Nadia Comaneci -prodigiosa atleta juvenil rumana, 1961- se relacionan en un cruce epistolar imaginario que desafía el tiempo. El primer encuentro de las niñas sucede en los '80, surgen afinidades y un amor perdurable. Recital poético, intercambio epistolar, gimnasia artística. Pasado y presente en una ensoñación fuera del tiempo y la realidad. La editorial Llantén publicó en 2018 una antología de poemas de Turbina, La infancia huyó de mí, traducidos por Natalia Litvinova.

Camila Fabbri (1989) es egresada de la EMAD de Dramaturgia. Como actriz se formó en el Rojas y con Julio Chávez. Tomó clases de dirección escénica en el IUNA. Talleres con Mauricio Kartun, Romina Paula y Liliana Heker. En 2010 ganó el certamen del Espacio TBK y el Instituto Nacional de Teatro con Brick, su primera obra que dirigió en el Festival Escena 2011. En 2012 estrena la obra corta Mi primer Hiroshima, que formó parte de la Bienal Arte Joven 2013. Ha escrito reseñas de teatro (revista Inrockuptibles) y literarias (Blog Eterna Cadencia). En 2015 publica su primer libro de cuentos Los accidentes (Notanpuan, luego reeditado por Emecé). En 2016 sorprende en más de un sentido con Condición de buenos nadadores, espectáculo de gran originalidad que escribe y dirige empleando como escenografía la gran pileta de un club de barrio, obra que participó del WIP de FIBA. Como actriz trabajó en Dos disparos (2014) de Martín Rejtman (que le valió la candidatura al Premio Cóndor como Revelación) y en Las Vegas, de Juan Villegas, que abrió el Bafici 2018. Actualmente realiza tutorías individuales de obra vía Zoom.

Eugenia Pérez Tomas (1985). Cursó Dramaturgia en la EMAD, se formó en Artes Escénicas en la UNA y, paralelamente, con Ariel Farce, Andrea Garrote, Emilio García Whebi. Siguió una Maestría en Escritura Creativa en la UNTREF. Escribió y dirigió las piezas teatrales: Un futurista ciego (2011), Las casas íntimas (2012), Rodolfo, Beatriz y el Unicornio (2014), Disparo de aire (2015). Sus obras se publicaron en Libros Drama, Universidad del Sur, Libros del Rojas, Nuit Myrtide Éditions. Ha realizado supervisión dramatúrgica en diversos espectáculos. Coordinadora de talleres de escritura, actualmente realiza esa labor en modalidad online. En julio de 2020, Eugenia Pérez Tomas presentó Fe, versión innovadora del radioteatro -género popular caído en desuso- respondiendo a una propuesta del Grupo Octubre, en AM 750. En formato unitario, el ciclo se ofreció los sábados a las 23. Fé es un road radioteatro acerca de una hija y su madre, cuyo Fiat ha sido probablemente abducido por un ovni en una carretera de Santiago del Estero. El texto destila un sutil humor en su poética teñida de un particular surrealismo. Contó con las excelentes interpretaciones de Yanina Gruden y María Onetto.

Como quedó dicho más arriba, en 2018, Eugenia Pérez Tomas y Camilla Fabbri potenciaron mutuamente sus talentos escribiendo y dirigiendo el bellísimo espectáculo En lo alto y para siempre, estrenado en el Teatro Cervantes.