Músicas argentinas: Mujeres de Puerto Almendro / 1 / Hilda Herrera

Por María Neder


Elijo el camino de la escucha. Aún sabiendo que las biografías me atrapan, son un soporte. La curiosidad y la información creciente sobre grabaciones o presentaciones es habitual en ese camino hacia el magnífico trabajo creativo e interpretativo de las mujeres músicas argentinas.

El camino de la escucha tiene la seducción del encuentro con los sonidos puros.

Allí empieza un descubrimiento más abarcativo.

Allí está el primer escalón hacia la voz de cada una de ellas. La voz no es solo el canto sino también el instrumento, esa extensión del cuerpo, también del alma.

La propia voz en sonido es el corpus creativo.

Por otra parte ¿no es acaso “la voz” un instrumento en sí mismo? ¿Y qué hay de los pianos, los violines, las flautas, las guitarras, solistas en concierto, cuando ellas nos sumergen deliciosamente en melodías y ritmos como si cantaran?

El encuentro de oyente debe ser descontracturado, entregar el oído, los poros, el cuerpo ausente de sí, para que lleguen las músicas, esas voces, el decir.

Hasta aquí, solo el comienzo, las escuchas vendrán una a una.

Instrumentistas, cantoras, compositoras, muchas de las entregas que se anuncian con el número 1 serán fragmentos de entrevistas.

Vuelvo a la escucha, porque el acto de grabar una entrevista implica la desgrabación de la voz a este teclado. Viene la escucha del encuentro cara a cara, los silencios de la charla, las palabras elegidas, las reiteraciones de conceptos, como cuando se repite el acorde que sostiene una obra.

Elijo para iniciar a la Maestra Hilda Herrera ¿Por qué? Verán:

Nacida en 1933 en Capilla del Monte, estudia piano con la mejor profesora de la región. Es investigadora desde la adolescencia, se radica en ciudad de Córdoba a los 17 años, allí conoce a Yupanqui, abre sus oídos y el trabajo compositivo al folklore y al tango, la llamada “música popular”, un error interpretativo que sostiene a la mayoría de pianistas bien formados,  en oposición a la denominada música clásica como género mayor, un error que en el presente se está corrigiendo gracias al quehacer compositivo e interpretativo de muchísimas músicas argentinas.

Lo que se hizo popular es el concepto de música de Hilda Herrera:

Estoy en desacuerdo totalmente con que la música popular es inculta.

Crea el CIMAP (Creadores e Intérpretes de la Música Argentina en Piano) en 2002. Es una de las tantísimas razones para validar el trabajo docente y el trabajo compositivo con poetas de Argentina. El CIMAP crece, bajo su dirección, con semillas de alta calidad hasta el día de hoy. Al punto de sostener cada año la “Convocatoria para las nuevas audiciones de admisión de pianistas argentinos”.

En estos 17 años que llevo trabajando con Cultura me he ido sorprendiendo crecientemente porque cada vez hay más interés en la gente joven y, especialmente, muchas mujeres jóvenes con formación clásica, interesadas en especializarse en nuestros géneros argentinos. Antes el piano era bastante privativo de los hombres.

El proyecto es sencillo: formar gente que venga con una formación pianística importante, que haya estudiado bastante música, porque no enseño a tocar el piano ni enseño música, sino que está orientado a esa carencia que hay en los conservatorios. Tienen que saber escribir música y estar capacitados para hacer sus propios arreglos. Los que no pueden, interpretan los arreglos de sus compañeros. Es un trabajo de equipo. Dura tres años, pero hay quienes se engancharon con la idea y trabajan conmigo desde hace mucho.

En los años 1992 y 1996 viajó a Francia invitada por el Conservatorio Chatillón de París y al Séptimo Encuentro Internacional de Piano en Creuse como representante de la música argentina para piano.

Es la directora del Centro de Información y Recopilación de la Música Argentina.

Creó y dirige la cátedra de Interpretación en piano de folklore y tango en el Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla de ciudad de Buenos Aires.

Generó y dirigió -junto al Maestro Juan Falú- el legendario ciclo “Maestros del alma” en el histórico Centro Cultural San Martín.

En 2014, Hilda Herrera me invita a su departamento de Almagro luego de preguntarme en qué estaba interesada (Mi interés es siempre el mismo: el proceso musical, “tu proceso íntimo, tus elecciones, también tu relación con la palabra escrita” -dije).

La entrevista tenía además el objetivo de integrarla a mi libro La partitura plural (*).

- La música, lo único que hay -respondió por teléfono, como si tuviera mi radiografía.

Aquella tarde, mi grabador era el único objeto valioso. Posiblemente no funcionó porque mis nervios hicieron jugarretas en el momento de ser recibida por esta inmensa mujer, pianista desde la médula, música en cada palabra, en cada silencio.

Después de servir un café y masitas en una gran mesa redonda, sentada a mi derecha, acomodó su silla hasta quedar cara a cara -mirándome con profundidad.

Recuerdo el silencio y el instante alargado del mirarme. Entonces inició (sin preguntas) con un pensamiento que aún hoy nos llama la atención (a Lilián Saba, a Susana Ratcliff, a otras músicas, y mucho más a mí):

Yo no debería estar en este libro. Debería estar entre los que ya no están.

Con asombrosa simplicidad, en secuencia y tono musical pausado, expresaba:

Mi música jamás se asocia con imágenes ni memoria.
No puedo asociar. Vivo en una espiral donde lo único que hay es música.
No es visual mi percepción. Es la música.
No toco cualquier cosa, a mí me tiene que gustar profundamente.
Una vez, en Suiza, me dijo una maestra de piano “usted está logrando lo que yo intento, usted canta en el piano”. Entonces me observo, es como si los dedos fueran la extensión de mi voz, lo que esa música me está diciendo, con letra o sin letra, porque hay melodía adentro mío.

Desde muy chica fui lectora, ¡he leído tanto!, especialmente poesía.
La poesía es un arte mayor. No se aprende, pienso que se nace poeta, como se nace música. Amo la poesía y la música. Soy lectora apasionada.

Ante mi pregunta: “¿Escribís?”, niega con la cabeza:

Siempre he sido muy pero muy exigente. Debería estar entre los que ya no están.

(Nuevamente esas palabras, suple la pregunta ¿por qué yo en este libro? Sin embargo sigue siendo docente incansable, pianista decidora, impecable, digna)

Entre los que ya no están, ahí me siento, (Manuel J.) Castilla o (Antonio) Nella Castro, nombro a los más importantes, hablo de los artistas que hicieron las dos cosas: palabra y música. Y el más grande de mi generación: Chacho Müller. Me refiero a una generación y a una historia.
En música popular tuve una adolescencia muy rica, no había patriotismos absurdos.
Los negros norteamericanos ¡aportaron tanto! Art Tatum y los que vinieron detrás creaban música popular de alto nivel.

Sigue nombrando. Va de una música a otra.
Del Do segunda octava a un La sostenido y luego otro silencio:

Horacio Salgán, genio como compositor, como arreglador. ¿Quién toca la obra de Salgán, aparte de A fuego lento? Yo tengo toda la obra de Salgán, tengo Aire de vidalita, escrita para Barenboim y, en Suiza, la he dado pero nadie lo ha interpretado.

Hilda Herrera es pasional sin arrebatos, y ese mirar profundo. Sabe que, aún escribiendo, grabo en mí cada expresión, cada tono de sus palabras.

Vuelvo a su relación con la literatura, a la elección del repertorio, menciono algunas composiciones. Aquí aparece Margarita Durán:

Fui muy amiga de Margarita Durán. Cuando compuse La porteña, ella quiso escribir la historia anónima de la mujer del Río de la Plata, 40 años atrás. Había salido la colección Mujeres argentinas de Félix Luna, entonces Margarita me dice “estoy indignada porque siempre le escriben a heroínas”. Ella trabajaba en la Biblioteca Nacional, hizo investigación, observó que en el Martín Fierro no hay mujeres. Empezó a investigar desde la llegada de Mendoza al Río de la Plata, fines del siglo XVIII, y así escribe 8 relatos, cuadros, sobre estas mujeres. Yo me llevé el libro a mi casa y me enamoré de un texto que se llama Chinita de lucir… Buscá el texto (me dice y recita un verso): “de padre siempre lejos y de madre callada…”. Esta historia me sugirió un Vals criollo. Hubo una adecuación (lo dice con énfasis y lentitud: a-de-cua-ción) entre la escritura narrativa de Margarita y qué sugería musicalmente. Así la obra termina con el tango. Es una Cantata para voz y piano, se estrenó en Córdoba con un narrador en off, cuando terminaba de hablar entraba la música. Era demasiado triste y demasiado trágica como para que fuese considerada. El Chango Farías Gómez me llamó para hacer una parte: el candombe..., solo el candombe… (Se detiene en un gesto demasiado elocuente)

Su primer CD fue grabado en Francia.

- Por casualidad -dice sarcástica-... porque fui a dar cursos y los franceses me preguntaron cómo no tenía grabado nada propio...

Año 1993, Hilda Herrera tenía 60 años. El CD se llama Señales luminosas, grabado en Presta Musique, Boulonge Billancourt (Francia), en enero de ese año. Técnico de grabación y mezcla: Pascal Parnet Feugueur. Se editó en Argentina tres años después, masterizado en Buenos Aires, edición al cuidado del guitarrista Gustavo Margulies (Epsa). 

Los instrumentos que admira son el violín y la voz humana, que considera el instrumento más perfecto.

- Escuchar al violinista Jascha Heifetz es obligatorio. Admiro el violín porque es el que mejor “canta” -pronuncia esta palabra con énfasis y agrega- En voz: María Callas.

Luego de más cafecito y masas, casi cuatro horas en su mundo, le pregunté sobre poetas-músicos argentinos. La recomendación es/fue puntual:

- Jorge Fandermole, para mí el mejor contemporáneo que une poesía y música.

Desde las palabras manuscritas aquella tarde de jueves hay resonancias en mi cuaderno, espacios como silencios o texturas orales de Hilda Herrera.

Para oír y transcribir aquí su inconfundible estilo:

Escucho todo el tiempo música clásica.
Yo no puedo ser de otra manera.
Debería estar entre los que ya no están.
Los músicos del jazz suelen decir “me siento un dinosaurio”... y es que tenemos una mirada diferente. No solo es hoy otro momento, sino es otro sonido.



Discografía elemental: Señales luminosas, Yupanqui en piano, La diablera, Gardel en piano.

En 1997 la ONU premió su placa Señales luminosas como aporte a la música argentina para piano.
En 2005 la Fundación Konex de Argentina le otorgó el Premio Konex - Diploma al Mérito Solista Femenina.

(*)La partitura plural (Babel Editora 2019), allí la entrevista completa.

Mujeres de Puerto Almendro® Ciclo en Radio Universidad de Güelph (Canadá)