Más
que justificadas están las razones por las que la civilización egipcia ha
ejercido un peculiar y perdurable atractivo desde la Antigüedad, azorando
incluso a griegos y romanos, prontos a conceder a sus monumentos y escritos
cualidades mágicas y misteriosas. Aquella tierra de faraones, cuna de culturas,
permeó en el imaginario popular merced a sus mil años de historia rebosante en
mitos que -en algunos casos- empañaron una realidad que nada tiene que
envidiarle a las más fantasiosas leyendas. Increíble, sin ir más lejos, que
tantos miles de años antes de Cristo, los antiguos egipcios crearan una
gramática perfecta, no carente de poesía; construyeran esas colosales pirámides
-que debían preservar, dicho sea de paso, la esencia del monarca para la
eternidad-; abonaran en cierta medida a la igualdad entre hombres y mujeres; o
perfeccionaran la técnica del embalsamiento en pos de reencarnar. Sobre esta
temática y algunos tópicos más (incluida la conocida veneración por los gatos,
faltaba más), discurre Amalia Frontini, egiptóloga y traductora de jeroglíficos
egipcios, en charla con Damiselas en apuros.
Durante
una década, Frontini se desempeñó como asesora del canal History Channel para
América Latina. Apenas una petite línea de su frondoso currículum porque la
también museóloga fue directora del museo-casa Houssay de la Universidad de
Buenos; enseñó en distintas instituciones historia de la medicina, historia de
las ciencias, patrimonio cultural universal. Siempre atenta a “perseguir el
deseo de crear un puente entre lo etéreo del arte y la factibilidad de la
ciencia”, según anota. “Desde pequeña, me fascinaron las imágenes de pirámides
¡Ni te cuento cuando descubrí a las momias, también de chica! Quería ser una
Champollion, hacer algún descubrimiento, algún hallazgo. Mi mamá me llamaba a
tomar la leche y yo no bajaba porque estaba ocupada protegiendo ‘los
triángulos’. Una pequeña puesta en escena: los triángulos eran las pirámides y
yo, con la escoba en mano, los custodiaba; mi gato de entonces hacía las veces de
esfinge”, recuerda hoy con palpable emoción…
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Jeroglíficos egipcios |
Una de tus especialidades son los jeroglíficos,
¿cómo se da tu acercamiento a esa forma de escritura?
-
Cuando tenía veintipico, trabajaba como analista de sistemas y ganaba muy bien;
entonces cada año me iba dos meses a un lugar insólito: Java, Sumatra, Borneo,
Bali… Uno de esos viajes fue al Amazonas. Invitada por un médico que hacía
trabajos de investigación para los Mehinaku, viví 54 días con esta tribu. Y un
día le pregunté al doctor: “¿Cómo hace usted para hablar con los aborígenes?” Y
él, que conocía 10 idiomas, me respondió: “Es fácil, Amalia, si cada día
aprendés una palabra nueva, a fin de año son 365 palabras”. Qué sencillo, me
dije, pensando que podría aplicar ese método con la escritura jeroglífica. Pero
no, no era la manera, porque una palabra no es una idea como en el idioma ideográfico
de la escritura china antigua. Es una gramática perfecta con sujeto y
predicado, verbos, signos de admiración, de interrogación… Y un dibujito puede
ser una palabra, pero también dos dibujitos pueden ser una palabra; y además
cada cual tiene su valor fonético.
He leído que fue utilizada desde
antes del Imperio Arcaico y que su complejidad reside en que puede representar
ideogramas o fonogramas…
- Así
y todo, te digo: es más fácil aprender jeroglíficos egipcios que aprender
inglés. Escribir y traducir jeroglíficos, no así leer: no sabemos cómo se lee
porque, como en el árabe y el hebreo, las vocales son falsas y el valor que
tienen depende del lugar en el que estén. Entonces, podés escribir y traducir,
pero para eso es necesario que sepas interpretar. Y para poder interpretar
jeroglíficos, hay una puerta que es fundamental conocer. La puerta para la
egiptología es saber religión egipcia, y la llave son los jeroglíficos. Lo
grave es que no todos los egiptólogos saben jeroglíficos…
¿Y resulta vital?
- Absolutamente
vital. De lo contrario, ¿cómo vas a investigar? Terminás repitiendo lo que dijo
alguien antes (hay libros, por ejemplo, que dicen cosas que no son, como los
significados de los nombres de algunos monarcas), ¿y en qué se basa la ciencia?
Es tomar una teoría y revisarla para agregar un algo, hacer un aporte.
En tu caso particular, ¿cómo
aprendiste a traducir jeroglíficos?
-
Cuando volví del Amazonas, conocí por casualidad al padre Ismael Quiles, que
fue el creador de la carrera de Estudios Orientales de la Universidad de El
Salvador. “M’hija, usted tiene que escribir a Oxford y pedir la Gramática y el
Diccionario de jeroglíficos; hace un depósito en el banco y se lo mandan”, me sugirió.
Efectivamente llegaron a los tres meses, en inglés, y empecé a estudiar sola,
como pude. Tuve la suerte de que, cuatro años después, apareciera en el diario
una propaganda que rezaba: “Profesor traductor de jeroglíficos egipcios”. Fue
verla y llamar para quedar con el profesor Jorge Ogdon, que resultó un muchacho
menudo, delgadito, de origen paraguayo, ¡de 18 años! Cuando lo ví la primera
vez, no lo podía creer. “Este chico me va a sacar la plata”, pensé, pero a la
segunda clase me entregó una invitación para una exposición del Museo de Arte
Oriental, que exhibía objetos egipcios auténticos, una colección que había sido
de su papá. Resultó ser un egiptólogo con todas las letras, autodidacta, que
aprendió de su padre todo lo que sabía.
¿Cuánto tiempo tomaste clases con
él?
-
Todos los jueves durante 16 años, por 100 dólares al mes. Fuese verano, otoño,
primavera o invierno, la clase con Ogdon no la suspendía por nada del mundo. Muchas
personas que hacen egiptología hoy y que detentan cargos muy importantes fueron
sus discípulos. Y yo ahora trato de seguir la estela, enseñando a otros para
que interpreten jeroglíficos, ¡de la mano de la religión!
Entonces, ¿la religión egipcia sería
fundamental para poder producir?
- Sí,
porque los jeroglíficos, para el egipcio, eran una escritura mágica; en el
mundo de la noche, los dibujos se corporizaban… Cuando la deidad egipcia crea, lo
hace en un lugar oscuro, innombrable, infinito y oculto, emitiendo un sonido. Y
a través de ese sonido, todo lo que era caótico se ordena. Lo oscuro se
ilumina, lo infinito se acota, lo innombrable tiene nombre y lo oculto aparece.
¿Qué fue lo que creó la deidad? La palabra. Es impresionante observar cómo toda
la religión judeocristiana está basada en la religión egipcia antigua…
“Y el verbo se hizo carne y habitó
entre nosotros”, según el Evangelio de San Juan…
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En el templo de Abu Simbel, 1988 |
- …
que empieza diciendo “Y en los orígenes fue el verbo”. Y es verdad, porque lo
que no tiene nombre no es. Entonces, si la deidad creó a través de la palabra,
y la palabra es el pensamiento hecho sonido, y la escritura es el pensamiento
hecho signo sobre un soporte físico, la escritura es tan mágica como la
palabra. La escritura es creadora. Un ejemplo cualquiera: suponé que quiero
escribir “mamá” y el fonema de la eme es un animalito. Tiene valor fonético en
la escritura, pero como puede atacar lo hago ciego: le pongo un ojito encima al
animal para que no vea. De este modo, si se corporiza, no puede hacer daño al
resto del dibujo. En Egipto, todos los templos y las tumbas tienen algo que podríamos
llamar horror vacui: no puede haber
un espacio que no esté ocupado por algo. Porque si dejo un lugar vacío en la
escritura de esas paredes, puede venir otro dibujo e instalarse, cambiando lo
que está escrito. De hecho, ¿por qué los egipcios tienen tres mil y pico de
dibujitos? Unisilábicos, bisilábicos, trisilábicos, apoyaturas fonéticas,
ideogramas… ¿Para qué complicarse y no usar simplemente 24 fonemas? De haber
querido, hubieran podido hacerlo, pero para ellos la escritura era mágica. No
debía estar al alcance de todos, por las consecuencias que entrañaba su
conocimiento.
¿Dejaban asentadas por escrito sus
leyes?
-
No, eso lo hacían asirios, caldeos y otros pueblos de la cuenca mesopotámica,
como se puede ver en el Código de Hammurabi. Pero aunque no las escribiesen,
ciertamente las aplicaban: el monarca se sentaba todos los días y analizaba los
casos que le presentaban.
¿Y sobre qué temas sí escriben?
-
Hay escritura matemática, contable, a modo de inventario (cuántos granos,
cuántas botellas) por si hay hambruna; pero en los orígenes la escritura solo
es religiosa. Ellos inventan la escritura, uno de los grandes fenómenos transformadores
de la humanidad. Porque, al inventar la escritura, pasamos en cierta forma a
ser inmortales. Hasta ese momento histórico, transmito oralmente lo que siento,
lo que pienso, pero el tiempo va trastocando las ideas, se vuelve un teléfono
descompuesto. En cambio, una vez que plasmo pensamiento y palabra sobre un
soporte físico llamado piedra, soy inmortal. Primero piedra, luego papiro, ¡una
invención tecnológica de aquellas! que me permite llevar la palabra adonde
quiera.
¿En qué momento inventan el papiro?
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Papiro del Antiguo Egipto |
-
Los egipcios llegan a constituir una cultura 10 mil años antes de Cristo, pero conforman
una civilización -es decir, civitas unidas bajo un mismo monarca- alrededor del
2800 a.C. El papiro sería del 2400 a.C. Me gustaría darte un ejemplo desde el
punto de vista religioso-poético de cuán floridos y románticos podían ser los
textos, porque hay gente que cree que los jeroglíficos son escritura tarzanesca,
ya sabés: verbos en infinitivo, pronombres, poco más. Nada que ver. En las
puertas de las mastabas egipcias -uno de los primeros edificios que fueron
construidos para custodiar los cuerpos de los muertos-, había estelas
funerarias. Recuerdo una que más o menos dice así: “Si sabéis leer, detente. Vosotros,
que pertenecéis a este plano de existencia, leed estas palabras para que mi
alma en el más allá tenga pan y cerveza hasta que sea capaz de volver a
reencarnar”. Otra anota: “Esta es una ofrenda mágico-invocatoria que el rey da
y que Anubis entrega, consistente en pan, cerveza, linos finos, volatería
(pájaros para poder comer), carnes exquisitas, miel de abeja para que yo pueda
sobrevivir en el más allá”.
De la mano de la creencia de la
reencarnación, ¿va el rito de la momificación? ¿Embalsamaban los cuerpos para
conservarlos para la otra vida?
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En el museo de El Cairo, 2004 |
-
Exacto. En los manuales de escuela que hablan de egiptología, se cuenta que ellos
elegían llevar a la tumba sus enseres y jueguitos para entretenerse, para vivir
y gozar en el mundo de los muertos. Nada más alejado de la realidad. En verdad,
los egipcios son los inventores del más allá. Mirá, un egipcio está compuesto
por un cuerpo, un nombre, un nombre oculto (que solo conoce la madre o la
abuela y es usado por ellas para restaurar del daño al hijo o nieto de haber
sido maldecido) y tres campos etéreos. Uno de esos campos es el espíritu divino,
que es la chispa de los dioses y que, en el momento en que tu madre te engendra,
viene y se guarda en tu corazón. El segundo campo etéreo es totalmente matérico,
le encantan los placeres de la vida. Y luego está un ente sutil que es tu alma,
algo que -en función de lo que hagas con tu vida- vas armando. Entonces, un día
morís. Y ese día, la chispa divina vuelve con los dioses. Y el campo matérico
necesita que durante 40 días los parientes realicen el ritual de la muerte:
llevar tu nombre, poner dentro de la tumba lo que comés o usás todos los días,
lo que puedas llegar a necesitar en el después. Porque a los 40 días, hay que
dejar partir al alma para que vaya al Juicio Final mientras el campo matérico
espera en la tierra: otra semejanza en este caso con la religión católica. Pero
¿y si el alma tarda en regresar? El campo etéreo matérico, que está dentro de
la tumba, aguarda que retorne su otro par para volver a reencarnar. La
momificación tenía que ser perfecta porque el alma tiene que reconocer al
cuerpo al regresar; reconocer además sus objetos. Una vez que los dos campos se
reencuentran, van en busca de una mujer que se embarace para nacer en otra
persona, para reencarnar. Lo que hacen los egipcios, entonces, es honrar la
muerte para volver a vivir.
Considerando lo bien que se han
conservado ciertas momias del Antiguo Egipto, ¿vale suponer que habían
perfeccionado extremadamente esa técnica?
- Puedo
decirte con fundamento que era malos médicos pero buenos tanatólogos. Porque
conocían el cuerpo humano, sabían que los órganos eran lo primero en
descomponerse, y crearon ese modo de sacar líquidos a través de la sal de
natrón, proveniente de unas salinas que se encuentran en todo el Cercano Oriente.
¿La momificación estaba reservada
para las castas altas?
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Momia de Gebelein |
- Originariamente
sí, pero después los sacerdotes y el propio reino lo vieron como un gran
negocio; sin desatender el aspecto mágico de la muerte, por supuesto. Entonces
empezaron a acceder las clases de los artesanos, y se democratizó la práctica
del mismo modo que se democratizó la escritura. La escritura mágica va a
pervivir hasta Cleopatra, que es cuando se termina el Imperio Egipcio; permanece
desde el año 2800 a.C. hasta el siglo 1; después viene lo que se llama
escritura demótica y escritura hierática. De todos modos, si buscás imágenes de
la momia de Gebelein -que está en el Museo Británico y se mantiene en la misma
posición fetal, de redondela, en la que fue hallada, con sus cacharritos y
ajuar funerario-, vas a ver lo bien que tiene conservada la piel. Y ese cuerpo,
recuperado de un cementerio de NN antiguo, no fue embalsamado ¿Por qué está en
tan buenas condiciones? Porque la arena es el mejor disecador que existe, actúa
a través del calor, elimina todas las sustancias liquidas y el cuerpo queda
estabilizado.
Has comentado que tenés una visión
ética sobre la manipulación de las momias, ¿de qué trata?
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Ramsés II |
-
Tomemos el caso de las momias de Llullaillaco, que se exhiben en el Museo de
Arqueología de Salta, de tres niños incas con sus atuendos, mirando al sol,
congelados adentro de una montaña, de cientos de años de antigüedad. Tres
momias perfectas: las mirás y la piel está viva. Si ahora hay tecnología de
avanzada para hacer sencillos chequeos a distancia, amén de registrar y
conservar, ¿para qué sacarlas del lugar donde yacen desde hace tanto tiempo? En
mis conferencias sobre momias egipcias, siempre he hablado sobre las
barbaridades que se ha hecho en nombre de la ciencia con las momias. Cuando en
la década del 20 se descubrió la momia de Tutankamón, por ejemplo, aunque ya
existían los rayos X, el doc inglés que le hizo la autopsia ¡le cortó las
vendas!, la destrozó, la convirtió en un despojo arqueológico. Otro caso se da
en 1960: en el Museo de El Cairo, al descubrirse que la momia de Ramsés II
estaba enferma. La Universidad de París dijo: si la traen, nosotros la curamos.
Y Ramsés II viajó en un avión maravilloso, recibido por Francia con 21
cañonazos, como si se tratase de un jefe de estado. Le hicieron rayos
infrarrojos, ultravioletas, análisis para determinar de qué época era el polen
hallado en los vendajes… Y la autopsia demostró cuál era su enfermedad, pero
para que no se siguiese estropeando, ¡le inyectaron silicona! Moraleja: a la
momia de Ramsés II, uno de los hombres más emblemáticos del Antiguo Egipto, le
estropearon el material biológico, casi devino pura silicona. En verdad, se
cometieron dos errores, a partir de los cuales el Consejo Internacional de
Museos lanzó dos recomendaciones a la museología: la primera, que un objeto
valioso no puede ser trasladado en avión, porque en caso de accidente
desaparece para siempre; tiene que ir por tierra o por mar, envuelto de una
cierta manera que lo impermeabilice, y con un sonar que, vía satélite, permita
localizarlo y rescatarlo. Lo segundo que aconseja es que cuando se restaure un
objeto, cualquiera sea, tiene que hacerse con sustancias que puedan ser quitadas,
reemplazadas por otras cuando la tecnología avance.
Hay toda una mitología moderna
alrededor de las momias, entendidas como monstruos clásicos, tan temibles como
vampiros, zombies, hombres lobo, fantasmas. ¿Qué opinión te amerita esa lectura
en clave terror?
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En el complejo de Ghiza, 2004 |
-
Esa idea de momia malvada que después de miles de años encuentra la forma de
volver a cobrar vida y hacer daño es un invento de la literatura afianzado por
Hollywood. No hubo nadie en ningún momento de la Antigüedad que dijera: una
momia se levantó, caminó hacia mí, me quiso atrapar… Ni en el siglo 1, ni en el
2… Pero caló en el imaginario popular porque, si miramos atrás sin sacudirnos
la propia tradición judeocristiana, sin entender la religiosidad egipcia, el
objeto momia se vuelve exótico, amenazador; en especial para sociedades
occidentales como las nuestras en las que la muerte es un gran tabú.
Y sobre la maldición de los
faraones, ¿sucedió lo mismo que con las momias?
- Sí,
es un invento periodístico de la época. Howard Carter, el arqueólogo por
antonomasia, estaba convencido de que encontraría la tumba de Tutankamón, como
efectivamente hizo, y le había ofrecido la primicia del hallazgo a una
renombrada publicación. Pero llegado el momento, Egipto había vendido la
noticia a otro medio. Entonces, para pincharle el descubrimiento, se inventa
este cuento… Se dice que en la pared había una maldición y que por eso los
árabes se fueron corriendo, pero ¿quién sabía en ese grupo leer jeroglíficos? Se
creó una leyenda, lo mismo acerca de las personas que entraron a la tumba para
vaciarla y que supuestamente murieron por una maldición. El único que falleció
al poco tiempo, a los 20 días, en un hospital de El Cairo fue Lord Carnarvon,
el patrocinador de Carter, producto muy probablemente de una picadura de
mosquito que le causó una infección general, o de aspergilosis, por haber
entrado en contacto con un hongo muy dañino.
¿Qué podrías contar acerca de los médicos
del Antiguo Egipto?
- En
principio, que era la carrera más larga de Egipto. Antes de ejercer como tal,
se era niño escriba, acólito que asistía en los templos, sacerdote, mago y, ya
sí, médico. Hombres pagos por el estado, estaban a disposición para atender a
cualquier persona. Te preguntarás qué significa que debían ser, previamente,
magos… Pues, para los egipcios, cuando alguien moría inesperadamente, su chispa
divina volvía a los dioses, sí, pero los campos etéreos restantes vagaban y se
metían dentro de la primera persona que encontraban. La gente enfermaba, para
ellos, por exceso de campos etéreos: los tres propios y dos más, colados. El
médico, que era mago, lo primera que hacía era un ritual para convencer a esos
dos campos etéreos extra de que se retiraran. Y los mandaba al cuerpo de una
gata, para después, ya sí, curar con su medicina tradicional.
¿De allí la adoración, veneración
que sentían los antiguos egipcios por los gatos?
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Gatos egipcios momificados |
- Imaginemos
que estás en el 2800 a.C. y, claro, no existe la luz eléctrica; la noche, por
tanto, es profundamente oscura. Cuando el gato se refriega entre mis piernas,
además de darme cariño, se está sacando la estática, y chispea. Cualidad por la
que estaba considerado como un ser de luz, según se desprende de los papiros. Por
esa razón, le mando los campos etéreos del que está enfermo. No a cualquier
gato: a una hembra. Todos tenían una en su casa, además de una estatua de
Bastet, la diosa gata. Si les dolía la cara, el pecho, la panza, ponían la
estatua de frente; si les dolía la espalda, la daban vuelta, pidiéndole que los
cure. Y cuando moría la gatita, ¿qué hacían? Independientemente de la clase, se
la enviaba a la casa de embalsamamiento, y una vez que era devuelta, se la
colgaba del dintel de la puerta de casa. Porque cada uno o dos años pasaba el
buscador de gatos, que los llevaba al cementerio de Bubastis, una ciudad al
norte de Egipto dedicada al culto de la diosa gata. Allí se encontraron, dicho
sea de paso, muchísimas momias gatunas. Por lo demás, en señal de duelo, la
persona se rapaba la cabeza y las cejas, para que todos supieran que su gata,
que había cuidado y salvado a su familiar, había fallecido. Y después adoptaban
a otra…
¿Egipto fue una de las primeras
civilizaciones en tener animales domésticos?
-
Exactamente. Paseaban a sus perros -podencos y lebreles, animales netamente de
compañía- ¡con correa! Pero estaban endiosadas muchas especies: desde monos,
cocodrilos y peces, hasta halcones y escarabajos.
¿Qué lugar ocupa la mujer en la
Antiguo Egipto?
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Ofrenda a Isis y Osiris |
-
Un lugar de igualdad. Podían disponer de sus herencias, comprar y vender sin
permiso de sus maridos… En la época de los egipcios no existía la perspectiva,
por lo tanto ellos hacían dibujos totémicos. Y en esos dibujos vas a ver que el
rey está sentado al lado de la reina. Y ella lo tiene agarrado del hombro, o
tiene su mano arriba de las del monarca. Monarca que, dicho sea de paso, debía obligatoriamente
practicar incesto, no así el pueblo. Cuando la deidad toma conciencia de sí y
emite el sonido creador, crea el océano primordial o el líquido primigenio y un
túmulo de tierra. Pero tiene que haber un arriba y un abajo, entonces crea a
una diosa del cielo y a un dios de la tierra, que tienen dos hijos gemelos:
aire -Tefnut- y humedad -Shú-. Siempre un macho y una hembra. Y ellos, a su
vez, tienen cuatrillizos, todos idénticos: Osiris, Isis, Seth y Neftis. El
monarca es dios hecho hombre en la tierra. Entonces está obligado a casarse con
su hermana, o una prima en su defecto. O el padre con su hija. El único incesto
que no está aprobado, que no existió, es el de una madre con su hijo, para
guardar el vientre solar. Y sabemos que desde la primera dinastía hasta
Tutankamón todos lo practicaron.
Volviendo al lugar de las mujeres, ¿es
cierto que percibían el mismo salario por igual trabajo, que eran las dueñas
del hogar, que podían estar frente a un negocio?
- Bueno,
el salario no existía. Mirá, a partir de la dinastía 18, empiezan a aparecer
los cementerios de los monarcas, de los príncipes, de las princesas, de la
gente de la corte; o sea, Valle de los reyes, Valle de las reinas, Valle de los
nobles y cementerios de NN. Aparecen en las tumbas mujeres trabajando, pero que
no tienen el aspecto netamente egipcio: su pelo es ondulado, sin peluca… De
modo que no puede decirse que haya una actividad mujer para las egipcias
antiguas; no hay ninguna tumba donde ellas estén sembrando o cosechando, ni
siquiera cocinando; mientras que hay varones alfareros, que trabajan el oro,
las alhajas, que van a los mares, que transportan. Lo que se sabe a ciencia
cierta, se conoce a través de la iconografía de los frescos de las tumbas; lo
demás son supuestos.
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Nefertari |
Hablemos de algo que hoy se
considera típicamente femenino, pero que en aquel entonces era común tanto en
hombres como en mujeres: el maquillaje.
-
Ay, sí, una coquetería total la de los egipcios, varones y mujeres. Querían
agregar belleza a lo natural. Nosotros creemos que el negro de humo que se
ponían en los ojos era una forma de protegerse del sol, porque obviamente los
anteojos oscuros no existían. Pero igualmente había una hermosura inusitada en esos
diseños que imitaban a un ave egipcia: el famoso ojo de Horus. Por lo general
las cabezas estaban rapadas para evitar los piojos; sus peinados espectaculares
son pelucas, tanto en hombres como en mujeres. Y usaban unos pañuelos preciosos
a modo de turbante, y una joyería que no se puede creer. El aro de la reina
Nefertari, esposa de Ramsés II, es una cobra muy sofisticada que pasa por la
oreja y genera un contrapeso, e invita a pensar: ¿Cómo puede ser que miles de
años antes de Cristo pudiesen diseñar algo tan impresionante?
Uno de los grandes misterios del
Antiguo Egipto es cómo se construyó la pirámide de Keops; nunca se ha podido
explicar cabalmente cómo pudieron moverse y apilarse los bloques de piedra, el
más pequeño de 2 toneladas, sobre los 202 pisos o niveles. Década y media
atrás, junto al doctor Edmundo Ashkar, expusiste una teoría que despejaría ¡por
fin! tamaño enigma…
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Frontini y Ashkar, 2004 |
-
Nadie ha podido corroborar desde un punto de vista científico que fue hecha de
abajo hacia arriba. Siempre estuve segura de que la pirámide fue esculpida y
tallada de arriba para abajo, en la misma roca viva, no en base a bloques
separados sino a partir de una formación rocosa de la meseta ya existente.
Pero, claro, en un primer momento no sabía cómo. Por esos años, yo trabajaba
como museóloga en la facultad de Medicina de la UBA, creando museos de ciencia
y tecnología médica. Fui la directora de la casa-museo Bernardo Houssay. Y mi
jefe, el doctor Ashkar, que fue el brazo derecho de Houssay, operando a su lado
durante 25 años, había sido nombrado por el Conicet, experto en Ciencia y
Tecnología con relación al continente africano. Le conté mi teoría y él me
dijo: vamos a hacer de la pirámide una experimentación, vamos a enfocarla desde
la física. Muchos egiptólogos investigan desde una perspectiva judeocristiana
internalizada que no se pueden sacar de encima, y así se afianzan muchos
errores. “¿Qué es lo que más te sorprende de la pirámide?”, me preguntó Ashkar.
Que cada escalón tenga una altura distinta, le dije. “¿Y qué dice la
egiptología sobre la pieza caliza, el material con el que fue construida?”
Nada, no dice nada. Entonces empezamos a estudiar la piedra caliza. Cada dos
meses, yo pasaba un fin de semana en Olavarría, en las canteras de piedra
caliza de Loma Negra, había conseguido un permiso de Amalia Fortabat e iba para
estudiar su comportamiento. Y así descubrí que, cuando se rompe la piedra
caliza, siempre lo hace en línea recta. Donde hay un desierto, antiguamente
hubo un mar; por el agua, que es el gran nivelador, la arena se va decantando
en estratos. Y cuando se evapora el agua, quedan los peñones. Uno mide 1.50,
otro 1.20, otro 1.45…, y es lo que mismo sucede con los escalones. Y cuando
pico, la rotura llega hasta el bloque de abajo, inevitablemente. Si entrás a la
gran pirámide y ves el techo de la gran galería, podés observar que ese techo
en voladizo en realidad es un solo bloque, sin una sola lastimadura que
siquiera te indique el intersticio que va formando el estrato. Además, si todo
Egipto fue tallado, ¿por qué la pirámide de Keops va a ser la excepción? Si
buscás imágenes de los Colosos de Memnón también parecen haber sido construidos
apilando bloques, pero se sabe que no fue así; fueron tallados.
Si parecen bloques, según tu
deducción, ¿es porque el tiempo hizo sus estragos, rajando la piedra caliza?
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En el complejo de Ghiza, año 2000 |
- Tal
cual. Se parten porque es zona de terremotos, por el viento, por la fatiga de
los materiales. Cuestión que, una vez analizada la piedra caliza y las
distintas alturas de los estratos, estudiamos el comportamiento de la luz del
sol; determinamos la relación perfecta entre la pisada de cada escalón y la
altura, esa proporción que hace que se vea un triángulo isósceles perfecto a lo
lejos; cómo habían sido capaces de medir… Por los cálculos que hicimos, estimamos
que la pirámide de Keops se podría haber hecho en 2 años, porque podían
trabajarse las 4 caras en simultáneo, el mismo día, cada día. Teníamos todo
cocinado, y entonces sucede que, en el año 2004, la National Geographic anuncia
que emitirá en vivo y en directo, al mundo, cómo un robot camina por los
canales de ventilación de la pirámide. Mientras lo veía, al teléfono con
Ashkar, tuve una gran emoción. Porque, claro, el robot entró y, durante 17
metros, mostró que la pirámide era maciza, ni siquiera se veían los sutiles
hilos que la naturaleza creó cuando hizo la piedra caliza. Pero el doctor, con
esa sabiduría de la edad y los años de profesión, me confortó: “Querida Amalia,
¿cuántas veces te tengo que decir que no hay nada más difícil que romper un paradigma?
La gente no lo va a notar”. Y efectivamente fue así.
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Aspecto desordenado de los bloques Keops, 1988 |
¿Qué sucede cuando ustedes
finalmente exponen su teoría?
-
Como también daba clases de Historia de la Ciencia en la Universidad Católica,
nos prestaron un aula magna para dar la conferencia. Y vino hasta la BBC de
Londres; salimos en Clarín, en La Nación… Pero al día siguiente, el rector de
la Universidad de Buenos Aires me hizo llamar y me espetó: “Hay egiptólogos de
todo el mundo que hablan de la rampa única, de la rampa envolvente, ¿qué puede
saber usted que vive acá, en el sur? ¡Nos hace quedar mal!”. Él quería que me
desdijese, cosa que no hice. Y me costó caro, porque me dejaron sentada en un
rincón sin poder hacer mi tarea museológica; después me mudaron al Museo de
Anatomía…
Aún no has publicado tu teoría…
-
En su momento, quise publicarla en Science o en Nature, pero como no era del
palo, era licenciada en Museología, no hubo caso. Y el asunto quedó en pausa.
Ahora la UBA me ofreció editar un libro virtual sobre el tema, y por supuesto lo
voy a hacer, porque lo que quiero es que está en la web, que pueda mirarla todo
el mundo. Estoy trabajando en la séptima versión, quiero bajarla para que la
entienda cualquier persona, y cada vez encuentro más cosas. Estimo que en 5, 6
meses habré terminado de escribirla.